En el Seminario de Bioética llamado Del conflicto armado al conflicto político —organizado por la Universidad del Bosque en 2014—, Sergio de Zubiría participó con su ponencia Del conflicto armado al conflicto político en Benjamin y Freud. En tal ocasión, el profesor de filosofía dio indicios, premoniciones y precisiones teóricas sobre los retos que involucran el conflicto colombiano y la firma del acuerdo de paz.
Vale anotar que de Zubiría participó en la mesa de negociación de la paz de La Habana y que hoy, siete años después, esta intervención deja reflexiones que parecen van a perdurar en el tiempo. Nos habla de habilidades políticas que no hemos podido consolidar en la vida democrática. Sin demeritar la complejidad teórica de su ponencia, tomaré en cuenta algunas ideas principales con el objetivo de reflexionar sobre la manera en que interactuamos y cómo pensamos acerca de la política.
Sus ideas las voy a sintetizar, y junto a las mías voy a exponerlas de una manera que considero amigable para distintos lectores. De uno de los apartes de su ponencia (La agenda pendiente del conflicto), resaltaré un planteamiento principal: la actitud valorativa ante el conflicto y el entendimiento de la democracia. Del apartado Cómo pasar de un conflicto armado a uno político, tendré presentes: país real y país formal, y la distinción entre la política y lo político.
La manera de proceder será la siguiente: se mencionarán brevemente algunas ideas sobre la situación política y social colombiana actual, y se verá cómo las ideas constituyen la realidad y la acción; por lo que posteriormente se definirá qué es un discurso, también las principales características de un discurso hegemónico y qué papel juega en el mundo político. Lo anterior en función de entender cómo pasar de un conflicto armado a uno político. Al finalizar, voy a plantear elementos para el desarrollo de debates públicos, en especial los debates presidenciales que se avecinan.
Situación política
El estado actual de polarización política en nuestro país es notable, además es de alta peligrosidad porque es un contexto que agota las ideas y despierta las pasiones. Desminar este terreno es de gran urgencia, puesto que tenemos una recurrente inclinación por resolver los conflictos a través de la violencia. El coctel está en su punto: pandemia y emergencia social; falta del control territorial por parte del Estado, que ha sido una constante en la historia nacional; ausencia de interacción abierta entre los gobiernos y los gobernados. El descontento está presente y los actores políticos están llamados a entender que urge un acuerdo que disuelva o, por lo menos, disminuya las antípodas ideológicas y políticas que se han configurado.
El COVID 19 SARS mostró lo vulnerables que somos como sociedad. De todas las lecciones que se pueden recoger, dos son claves y hasta obvias. La primera, vivimos en una condición de interdependencia y el contagio lo evidenció: mis acciones afectan a los otros. La segunda: los recursos públicos se deben cuidar con absoluto esfuerzo, porque de ellos depende la vida de todos nosotros. La falta de conciencia sobre la interdependencia y la corrupción son una expresión de una forma de pensar particular de la vida del sujeto político colombiano: “Mi existencia es independiente a la de los demás”. Esta base de pensamiento nos impide: 1) establecer actividades con óptimos grados de cooperación, 2) concebir ganancias colectivas a largo plazo y preferir ganancias individuales o de pequeños grupos a corto plazo.
La pandemia sacó a la luz el lastre que traemos de muchos años. La inconformidad y el descontento generalizado; esa idea que subyace y que nos persigue: “Podemos ser mejor como sociedad”. Para el 2022 el panorama político muestra: fuerzas políticas de izquierda, centro izquierda y los movimientos políticos progresistas; todos los mencionados parecen adquirir fuerza e intentar una o varias coaliciones para ganarle al establecimiento. En caso que esto pase, será un punto crítico y de tránsito. El conflicto político entre izquierda y derecha, a lo largo de la historia, se ha alternado entre los medios de la política, los medios armados y últimamente el lenguaje y el discurso.
Por otra parte, la gobernabilidad en Colombia es un tema de alta complejidad debido a que el territorio no lo controla el Estado. Las mafias regionales cogobiernan en ocasiones con el ejecutivo central. Además, los espacios vacíos de poder, de importancia para el narcotráfico, los ocupan actores armados ilegales. Este es el aspecto “real” del poder: la fuerza, las condiciones materiales, los recursos. También se pueden incluir como subcategoría: las alianzas, los favores, los intereses económicos, los grupos de presión y más factores. En conclusión, la actuación de los hombres para obtener espacios, recursos e influencia sobre otros. Pero hay otra facción del poder que posee una naturaleza más etérea y habita en el mundo de las ideas.
Es importante señalar para esta reflexión que los conceptos, planteamientos y los discursos que en ocasiones se desestiman por su naturaleza gaseosa, mantienen una comunicación constante con el mundo material, pues construyen lo que denominamos “realidad”. Entender las ideas que subyacen en el mundo político es relevante porque dan pistas del fundamento de nuestro actuar. Cuando las ideas se agrupan y componen una estructura con lógica interna, y, se comunican con fines persuasivos, dan paso a los discursos. El discurso nos provee de sentido, afecta cómo percibimos el mundo, las amenazas, lo correcto y lo que está mal, incluso el papel que jugamos en la sociedad y los fines que perseguimos como colectividad.
El discurso hegemónico
Un discurso es un conjunto de enunciados con que se expresa un pensamiento o un razonamiento. El discurso político, por su parte, es un conjunto de enunciados relacionados al mundo de lo social, con el que se busca inducir a los sujetos a que se apropien del discurso y lo repliquen. Cuando un discurso se vuelve dominante, vence a otros y se robustece hasta parecer absoluto; se convierte en hegemónico. Es común que se consoliden discursos políticos dominantes, pero cuando lo hacen por mucho tiempo pueden ser nocivos para la vida política y es por medio del debate que se puede cuestionar la relevancia, la pertinencia de estos. Si queremos incentivar el debate y la discusión, el discurso político debe pasar de centrar su función de la persuasión a la argumentación. Desvincular su instrumentalidad totalmente es imposible, lo que sí se puede es dignificar su accionar progresivamente. El tránsito hacia la argumentación implica más exigencias para todas las partes en el ejercicio de la comunicación y, mayor énfasis por construir enunciados veraces.
Características de un discurso político hegemónico
Cabe señalar que existen discursos hegemónicos de cualquier inclinación política. Visibilizar su estructura es lo que permite cuestionarlos.
Las siguientes son características de un discurso político hegemónico:
- La personalización de la política: la contracción y descentración de la atención política sobre una persona. Las cualidades de la persona empiezan a primar sobre las ideas y sobre las reglas estipuladas
- El uso de falacias lógicas:
Falacia ad hominem: atacar al hombre y no su argumento (esta falacia se utiliza con mucha frecuencia en estados de polarización).
Falacia ad vaculum: se recurre a la fuerza o a la amenaza.
Falacia ad populum: acudir ante las emociones y los sentimientos.
Falacia ad ignoramtiam: trata de defender la verdad por el hecho que no se puede demostrar lo contrario. Silogismo disyuntivo falaz: “Te gusta nadar o te gusta correr. Te gusta correr entonces no te gusta nadar”.
Falacia ad Verecundiam: falacia de autoridad, se asocia la veracidad de la idea a la autoridad de quien la defiende.
- La necesidad de la existencia de enemigos: el discurso hegemónico le cuesta relacionarse con lo distinto y para sobrevivir acude a la creación de enemigos tanto internos como externos. Recordemos las estrategias: proyectar un enemigo exterior aumenta la cohesión interna y acudir a un enemigo interior justifica la concentración de poder.
- Oposición ideológica: Según la RAE, ideología es “conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una personas, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político”. El discurso hegemónico sitúa y antagoniza ideologías distintas. La naturaleza de este conflicto en el debate actual en Colombia es contradictoria, por lo menos es una oposición un poco coja y confusa. En esa necesidad de crear oposiciones, el discurso hegemónico agrupa: ideologías, inclinaciones políticas y sistemas político-económicos; que si bien tienen elementos en común, son distintos y graduales.
Para clarificar este argumento de las aparentes oposiciones ideológicas, acudiré en primera instancia a definir qué es la izquierda y qué es la derecha. Son tres los criterios a grandes rasgos para entender con mayor precisión las inclinaciones políticas que actualmente están más presentes en el debate político: 1) La homogeneidad social: ¿Cómo se concibe la sociedad? ¿Cómo plural distinta o como homogénea? 2) El vínculo entre la moral y la religión con la política: ¿La política debe formularse bajo lineamientos de una moral o de una religión oficial? 3) El papel del Estado en la economía: el debate, ¿El gobierno es un espectador y facilitador o su función es intervenir en el mercado?
Se entiende como “derecha” la concepción que: prefiere una sociedad homogénea, defiende el vínculo entre moral - religión con la política, concibe al Estado como un facilitador del libre mercado. La “izquierda”, por otro lado, concibe el cuerpo social como un elemento diverso y lleno de matices, no existe un vínculo entre religión y política y, el papel del Estado frente al ámbito económico es más activo: protege y promueve bienes públicos valiosos y corrige la desigualdad creada por el libre mercado. En ambas posiciones existe gradualidad; es decir, que alguien se identifique de izquierda y lo manifieste no significa que sea socialista, como alguien se identifique con la derecha no lo hace un fascista. Desvinculemos conjuntamente este reduccionismo que nos lleva a ser violentos y a invalidar al otro a través del lenguaje. Al contrario, lo que se necesita es apropiar a lo diferente mediante la inclusión discursiva en un juego justo de intercambio de ideas.
Algunas de las aparentes oposiciones ideológicas son:
Derecha-socialismo: derecha se entiende como la inclinación política. El socialismo es una doctrina política y económica que busca principalmente la propiedad social de los medios de producción o colectivización y la autogestión obrera en las empresas. El socialismo es más flexible que el comunismo y de él se derivan otros sistemas como modelos mixtos.
Derecha-izquierda: esta oposición es coherente, puesto que se encuentran en la misma categoría de posturas políticas.
Derecha-comunismo: para el comunismo la lucha de clases debe abolirse, el control estatal es total sobre la propiedad privada y los medios de producción; además, el debate político es casi nulo.
Vemos cómo a pesar de las diferentes definiciones, el discurso hegemónico logra unificar los tres casos como oposiciones directas. Pero más allá de definiciones, lo que nos debemos preguntar como sociedad es: ¿Los debates sobre estas cuestiones son relevantes? o ¿Quizás estamos discutiendo sobre un tema anacrónico, de una falsa oposición ideológica, creada por un discurso hegemónico que se alimenta de nuestra falta de educación política?
- El discurso hegemónico se aprovecha de conflictos irresolutos y de conceptos que no están claros para la gente del común: Existe una convivencia con lo ilegal, la aceptación e incluso la admiración hacia quienes utilizan medios violentos ilegales. Algunas causas pueden ser: la herencia del narcotráfico, la violencia como constante en la historia nacional, crisis de las instituciones y la ausencia estatal en los territorios. Resolvamos este conflicto y generemos discusión: ¿Son la democracia y el Estado de derecho los modelos que todos aprobamos? ¿Nos comprometemos a cumplir lo que establecen? En cuanto a los conceptos: el discurso hegemónico se apropia del espacio vacío semántico y en ocasiones utiliza los términos de manera reiterativa. ¿Tenemos claro qué es populismo, qué es una dictadura, qué es neoliberalismo?
- Polarización: El discurso dominante busca radicalizar posiciones políticas. Una de las implicaciones de esto es que el espectro político pierde riqueza. La polarización conlleva a la falsa concepción de que todo aquel que se separe de la posición política dominante, es automáticamente adepto de su contraria.
En pocas palabras, el discurso hegemónico es agresivo en su función de separación y clasificación. ¿Cómo resolver dilemas morales y problemas conjuntos si nos identificamos cada vez más como algo separado del otro? Ese alejamiento potencializa el conflicto. Pero ¿qué es el conflicto? El conflicto es una circunstancia en la cual se presenta una oposición o un desacuerdo. El desenlace y las justificaciones del conflicto ayudan a su categorización.
Algunos tipos de conflictos son:
- Conflicto armado: se caracteriza por el uso de la violencia y la eliminación física del contrario. Se utilizan medios bélicos y técnicas de guerra.
- Conflicto político: circunstancia en la cual agrupaciones identificadas a un grupo buscan acceder al poder y al control. (Definición orientada a la política)
- Conflicto ideológico: confrontación entre personas y grupos por un conjunto de ideas con una estructura reconocible.
- Conflicto interpersonal: está mediado por emociones y prejuicios. Se presenta usualmente en individuos con vínculos cercanos y alto grado de interdependencia.
A continuación, se van a mencionar algunas ideas claves que plantea Sergio Zubiría para pasar de un conflicto armado a uno político.
Aportes de Sergio de Zubiría
“La agenda pendiente del conflicto”
- La actitud valorativa ante el conflicto
De Zubiría muestra que existe una falsa concepción negativa de la paz, es decir: se entiende la paz como la ausencia de conflicto; esto ligado a un estéril entendimiento del concepto democracia. La democracia no es la ausencia de conflicto, es la intensificación de este. La democracia como régimen político es un espacio de convivencia de la diversidad y las diferencias; por lo tanto, un sistema de conflictos potenciales. Desmitificar la neutralidad de la democracia es vital para ampliar su concepto y para captar su funcionamiento real.
“De un conflicto armado a uno político”
- País formal vs país real: La producción de conocimiento y el reduccionismo legal
Según de Zubiría las soluciones al conflicto colombiano las pueden promover las universidades, si estas salen de los centros urbanos e interactúan con la realidad de las regiones apartadas. No se puede generar conocimiento, crear políticas públicas sin entender las dinámicas particulares de los territorios. La solución para los conflictos tampoco puede ser el reduccionismo legal; lo que significa abordar el conflicto únicamente desde el ámbito legal con la creación de más y más leyes. Lo formal no es absoluto; al contrario, debe responder y conciliar con la complejidad de lo real.
- Volver a lo político, la distinción entre antagonismo y agonismo
Lo político y la política los toma de Zubiría de Chantal Mouffe. Lo político es lo que nos constituye como seres humanos, es la dimensión de los antagonismos. La política, por otra parte, se asocia a las instituciones y a las prácticas que constituyen un orden específico. Puesto que lo político es constitutivo, se propone un tránsito del antagonismo al agonismo . El primero es la forma de relacionarse con el enemigo y el segundo con el adversario. Al enemigo se le busca destruir, anular, es una interacción de una sola vía. El agonismo, que es la relación con el adversario, es una interacción que se caracteriza por estar regulada, es de doble vía y en la búsqueda de consensos.
La importancia de la discusión
Si se retoman las ideas previas, se podría entender con mayor facilidad porqué es clave que: como sociedad aprendamos a resolver conflictos por medios diferentes a los violentos y seamos capaces de discutir sobre temas que nos atañen a todos.
- Por el contexto colombiano: El narcotráfico, la falta de control estatal del territorio y del monopolio del uso de la violencia, y, la polarización política, son condiciones muy negativas, puesto que pueden llevar al desencadenamiento de más violencia.
- Por el discurso dominante que por las características expuestas es nocivo con lo diferente y enfatiza en la separación.
- Por la naturaleza de la democracia: permite convivir lo distinto, existen conflictos potenciales constantes. La discusión política debe pasar a un asunto de relevancia casi absoluta.
- El paso de entender lo político como la relación con el adversario: la violencia media con frecuencia en las relaciones antagónicas, la discusión media con mayor frecuencia en las relaciones agónicas. Dice Mouffe “El objetivo de una política democrática no es erradicar el poder, sino multiplicar los espacios en los que las relaciones de poder estarán abiertas a una contestación crítica y “emancipatoria” de carácter democrático”
Por los planteamientos ya expuestos propongo nuevas reglas de debate nacional. Estos elementos que introduzco nos acercan a una discusión enriquecida, una combinación entre mejoras a las convenciones formales y la exigencia sobre el contenido.
Las nuevas reglas de debate
Para las siguientes elecciones propongo entonces unas nuevas reglas de debate. Una manera de discutir en donde todas las partes se exijan y se beneficien. Que el ámbito tecnificado de los diferentes campos del saber, que involucren lo público, se acerque a la mayor cantidad de personas en un lenguaje claro y en una sistematización de puntos.
1. Presentar y argumentar los planes de desarrollo, y los presupuestos nacionales: desde el comienzo del debate, los candidatos presentarán sus planes correspondientes, los cuales establecen una ruta del debate. La mesa técnica tendrá en cuenta estos documentos para la calificación final.
2. Creación de mesas técnicas presentes en todos los debates: las mesas técnicas estarán conformadas por diferentes expertos. Expertos en áreas de conocimiento relevantes como: salud, desarrollo, agricultura, defensa, cultura, educación. Estas mesas serán rotativas para los debates.
3. Papel activo del moderador: El papel del moderador no puede ser pasivo como si fuera otro asistente del debate. El moderador se encarga de que el debate tenga un destino, que los temas se resuelvan progresivamente, que las réplicas se apliquen y se cierren, que no se acepten insultos, ataques personales o actitudes irrespetuosas, que las mesas técnicas realicen las preguntas oportunamente.
4. Cifras públicas generadas por entidades: todos juegan con las mismas cifras, tanto el moderador, como el público, la mesa técnica y los candidatos, tienen como base cifras unificadas.
5. Puntaje por desempeños: los debates tendrán un sistema de puntaje por desempeño.
El aspecto formal tendrá un peso del 30% del puntaje total. Se evalúa el respeto al uso de la palabra, las convenciones generales, el buen trato a otros candidatos, el uso o no de falacias lógicas, respeto del tiempo acordado para hablar. El puntaje lo da el moderador y las mesas técnicas, pero tiene más peso el puntaje que da el moderador.
Aspecto carismático y personal equivale al 20%. Se tienen en cuenta aspectos de la persona, como: carisma, trayectoria, confiabilidad y sentimiento de agrado. Lo evalúa el público presente en el debate y encuestas a quienes lo ven por otros medios.
Aspecto técnico tiene una representación del 50%. Se evalúan los planes de desarrollo de los candidatos junto con su propuesta de presupuesto. La viabilidad de sus propuestas, el gabinete que presenta y la solidez en las contra argumentaciones. Este puntaje lo dan las mesas técnicas.
Lo que se espera con este sistema de puntos es que a lo largo de los debates los candidatos sean evaluados por estos criterios y que sea una guía para el público general.
6. Casos prácticos: la solución de problemas se debe acercar a dilemas reales con tomadores de decisiones. Esto vincula a las personas con los temas públicos, con los servidores públicos también; muestran los dilemas que existen en la administración pública y cuáles son los fundamentos más relevantes para solucionarlos. También generan empatía hacia las personas con responsabilidades públicas, esto es válido puesto que son seres humanos que se esfuerzan y trabajan.
Se realizarán preguntas por parte de exfuncionarios, académicos, que reflejen la importancia de resolver problemas prácticos.
Algunas de las condiciones para que este sistema se pueda aplicar son:
- El papel de los medios de comunicación: estos deben asumir un papel propositivo. Comunicar la urgencia del intercambio de ideas y de la solidez de las propuestas. Promover e incluso publicitar los debates, el sistema de puntos y desempeño.
- Las exigencias y los aportes de la sociedad civil
- Preparación de moderadores: los moderadores deben ser ejemplares, conocer los temas, estar comprometidos con las formas, intervenir oportunamente, concretar respuestas, asignar y controlar los tiempos de réplicas.
- Las universidades y centros de pensamiento: el papel de estos grupos debe ser prominente, tener lecturas claras de las necesidades de los territorios, exponer las propuestas que existen frente a diferentes tipos reformas.
- Las cifras: para el debate las cifras deben ser unificadas, veraces y creíbles.
Busquemos, las formas con las cuales hablar de política sea un acto edificante. Normalizar el diálogo político en todos los espacios posibles en pro de normalizar un aspecto de la vida nacional que genera tanta discordia es un reto que a futuro fortalecerá los esfuerzos por consolidar la paz. Este texto es una invitación abierta a todos los lectores para: cuestionar las ideas aquí planteadas y aportar aquellas que puedan mejorar la discusión política y el debate para las elecciones presidenciales de 2022.