Si a usted le roban su dinero o su empleador le dejara de pagar lo justo y posteriormente usted fuera testigo presencial de que quien le ha quitado parte de su esfuerzo, en este momento goza de excesos y suntuosidades con su plata ¿Qué haría usted? ¿Cómo tomaría las actitudes de esa persona que se ha aprovechado de su trabajo, su sacrificio y lo que gana? ¿Qué haría usted al saber que esa persona derrocha su dinero en lujos innecesarios mientras que usted padece alguna necesidad?
Para poner un ejemplo, un escándalo como el de la “Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional” y del movimiento político “MIRA”, en cabeza de la repugnante señora María Luisa Piraquive y del Honorable -por no señalar que despreciable- Senador Carlos Alberto Baena, deja mal paradas a las demás sectas y en entredicho, la manera como la dupla religión versus política es el mejor escenario para lavar cerebros, quitándole de tajo a las personas la propiedad de opinar y la facultad del libre pensamiento y autonomía.
Igualmente, deja en tela de juicio el cómo dichosas facciones religiosas se convierten en un negocio rentable. Y que ya sea bien o mal administrada, genera “maquilladamente” sus bienes y demás recursos en un crecimiento exponencial impresionante.
Cuando a alguno de los devotos, se le insinúa que allá reúnen dinero y usan a sus integrantes y a las iglesias como plataforma económica para el beneficio único y exclusivo, óigase bien ¡exclusivo!, de sus pastores, estos (sus devotos) lo que hacen de forma enceguecida es negarlo o evadirlo con justificaciones que conllevan a otro estado de inocencia, de ignorancia y sobre todo de vergüenza. Así, en ocasiones, a los feligreses de estos prósperos negocios no deban, sino que hasta en algunos casos les toca dar dinero, suelen contestar que no los obliga nadie. Pero ¿Qué pasará donde no lleven la cuotica?
Los pobres e ingenuos “donantes”, con todo temor deban o no deban, tengan o no tengan resultan llevando el dinero. No para el beneficio colectivo y para la iglesia en últimas, sino para el uso, goce y disposición de 1, 10 o 15 personas que hacen parte de la cúpula de “guías” que dirigen esta clase de congregaciones.
El punto de los diezmos en las iglesias no está en si los obligan o no a darlo, en si dan o no lo dan. Sino en que ellos (sus pastores) tienen el poder de amenaza e intimidación necesario para que sus fieles, al final, terminen dando esa "propina" como si fueran “estúpidos borregos”, en una manera de menosprecio para quienes acuden disciplinadamente, con verdadero amor y fe a estos cultos.
Pero acá no se trata de resaltar de qué manera o con qué objetivo cada quién cree en determinada doctrina y cómo lo haga, sino de dar a entender la ambivalencia en las caras de la moneda. Por un lado, existen personas que están viviendo en ínfimas condiciones, se atrasan en las cuotas para la casa, dejan de darse un gusto en comida o ropa, etc. Mientras que por otro lado, sus "venerados pastores" pasean por todo el mundo, viven en Miami y andan en ostentosas camionetas. Eso se llama: negocio próspero (fachada religiosa), lavado de dinero, estafa, enriquecimiento ilícito y doble moral.
Eso sí, cada quién tiene la libertad de decidir la forma de vida y de dogmas que lo rigen, pero no el derecho a que sean los que mantengan los lujos de sus pastores.
Ante toda la controversia desatada, queda abierto el debate para que sin excepción las autoridades, a cambio de evadir, retrasar o dejar vencer las investigaciones y expedientes, ahora sí y con toda la seriedad, por fin se dediquen a investigar y castiguen con todo el peso de la ley, no sólo a las sectas cristianas y sus líderes, sino también a las católicas y a todas aquellas comunidades religiosas que mediante sus manejos financieros y recaudo de dineros de dudosa procedencia entran al margen de muchos delitos, burlándose de manera flagrante de la justicia.
*En twitter: @Alonrop
