Después de 38 años, Carlos Lehder pisó de nuevo tierra colombiana. El mismo hombre que cofundó el Cartel de Medellín, que tuvo su propio paraíso fiscal y aéreo en Las Bahamas, y que puso a volar toneladas de cocaína hacia Estados Unidos desde una isla privada, hoy camina libremente por las calles de un país que prefiere el olvido a la memoria. Su regreso ha reabierto viejas heridas, entre ellas el dictador panameño que Lehder traicionó.
Era 1975 cuando Lehder dio su primer paso en el negocio de la coca. Y no tardó en escalar: en menos de una década ya manejaba una flotilla de aviones que aterrizaban cargados en Miami, tras parar en Cayo Norman, su base de operaciones en Las Bahamas. Pero su caída no fue impresionante, simplemente lo capturaron en una fiesta privada en febrero de 1987. Fue extraditado a Estados Unidos, donde lo condenaron a 135 años de prisión. Una cadena perpetua que se diluyó con el tiempo.

La jugada del exnarco para evitar la cadena perpetua
Tras su llegada a Colombia y en su famoso libro, reveló lo que muchos sabían, pero nadie quería confirmar: que el Cartel de Medellín no solo se infiltró en la política colombiana, sino que tejió alianzas directas con dictaduras del continente. Con nombres propios. Manuel Antonio Noriega, el dictador panameño, fue uno de sus más fieles aliados. Fue él quien convirtió a Panamá en un corredor del narco, en un refugio con pasaportes falsos, beneficios insólitos y favores inconfesables.
Cuba también estuvo en su radar. "Yo contraté con el Gobierno cubano, autorizado por Pablo y Gustavo, para transportar cocaína hacia las Bahamas", confesó Lehder años después, dejando claro que su relación con el régimen cubano de Fidel y Raúl Castro fue algo más que un rumor de la Guerra Fría. Él era el intermediario, el hombre de confianza de Escobar para negociar con gobiernos que ofrecían protección a cambio de dinero.

Gracias a sus confesiones, Noriega fue capturado en 1989, juzgado y condenado. Pasó por cárceles en Estados Unidos, Francia y Panamá. Allí murió en 2017. Pero ni eso cerró el capítulo. Lehder, por su colaboración, fue incluido en el programa de protección de testigos. Y de los 135 años a los que fue condenado, solo cumplió 33.
Después del asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, en 1984, los narcos se refugiaron en Panamá. Escobar tenía un nombre falso: Pedro Pablo Cabrera Caballero. Y gracias a Noriega, se movía sin restricciones. Incluso se reunió con el expresidente colombiano Alfonso López Michelsen, a quien le ofreció pagar la deuda externa del país a cambio de que lo dejaran en paz.
Manuel Antonio Noriega, el dictador panameño que Lehder traicionó
El general Manuel Antonio Noriega, nunca tuvo el título de presidente, pero era quien mandaba en Panamá. Conocido como "Cara de Piña", por la huella del acné en su rostro, era alguien en el bajo mundo que conocía bien su rol de militar que aprovechó para su ascenso al poder. Finalmente, la suerte se le devolvió y, tras una invasión militar norteamericana, fue derrocado en 1989, condenado por tráfico de drogas, lavado de dinero y vínculos con el crimen organizado, y trasladado a una cárcel federal de Miami donde pasó 17 años detenido hasta su muerte en 2017, a los 83 años en prisión.
Una infancia a prueba de dificultades
Noriega nació en la provincia de Darién el 11 de febrero de 1934 y muy niño fue abandonado por su mamá. Fue adoptado por una familia sin recursos para pagar los estudios de medicina, circunstancia que lo llevó a pensar desde la adolescencia en seguir una carrera militar. Con una beca ingresó a la Escuela Militar de Chorrillos, en Perú, donde, según él, fue reclutado por los servicios de inteligencia estadounidenses como informante en esa etapa de su vida.
Regresó a Panamá en 1962 e ingresó al ejército con el grado de subteniente. Sin embargo, sabía cómo escalar rápido. Entró a la comandancia de la zona militar de Chiriquí, en el occidente del país. Ascendió hasta que, tras el golpe militar de 1968, fue escogido como responsable de inteligencia militar, G2, convirtiéndolo en un influyente personaje en los círculos de poder.

Ya general, en 1981, se convirtió en Comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa. Es decir, gobernante de facto de Panamá. Aunque para la época empezaron a circular los primeros rumores que lo vinculaban con el tráfico de armas, drogas y el crimen organizado, Noriega le era tan funcional a tantos que nadie lo persiguió hasta que se cayó del pedestal y comenzaron las traiciones.
Y no solo testificó contra él Carlos Lehder, también el exjefe del Estado Mayor del Ejército Panameño, Roberto Díaz Herrera. Ambos acusaron a Noriega de narcotráfico, de haber orquestado un fraude electoral en 1984, y de ordenar la decapitación del líder opositor Hugo Spadafora un año después. La acumulación de relatos juramentados llevó al Senado norteamericano a reaccionar, orquestar su salida del poder y llevarlo a juicio en Estados Unidos, acusándolo de tener vínculos con el Cartel de Medellín. Los detalles de lo ocurrido los relata Carlos Lehder en un libro en el que busca saldar cuentas y ayudar a construir esa página oscura de la historia de Colombia que aún no termina de pasarse.
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