El pasado Jueves Santo, el papa Francisco en una entrevista con Eugenio Scalfari afirmó que el infierno no existe y que simplemente las almas de los condenados se quedan por fuera de la contemplación de la gloria celestial. Así las cosas el diablo se quedó sin hogar, sin un sitio digno donde vivir.
Parece jocoso, pero ello, no le molesta en absoluto. Hace tiempo empacó la maleta y sus bienes, y se mudó a la tierra, donde la maldad y oscuridad es permanente; donde los corazones de los hombres se volvieron de piedra e insensibles y donde el odio, el rencor, la envidia, el orgullo, la lujuria, la crueldad y la mezquindad habitan.
Un sitio paradisíaco para sus fines, donde Dios fue sacado a estrujones de la vida diaria, de los colegios, aulas de clase y de los gobiernos, reemplazándolo por teorías supuestamente civilistas y permisivas, desnaturalizando la familia, aceptando sin recato y temor ,el asesinato en el vientre materno de las criaturas por nacer.
Frotándose las manos y gozoso, el luciferario personaje, entre muchos de sus prósperos negocios, se apoderó del tráfico de drogas, manejando los expendios a través de sus demonios, destruyendo personas y familias en todo el mundo, ahora quiere participar en política, aprovechando la contienda electoral en Colombia.
La política es una pasión sórdida, enfermiza y oscura, que despierta iras y rencores, no respeta la honestidad y la lealtad. Cualquier ataque infame, vil y rastrero está a la orden del día, se golpea la dignidad del opositor sin ningún miramiento y escrúpulos en la farragosa contienda. La calumnia y la injuria salen como saetas envenenadas ante la incapacidad para detener al adversario, cualquier medio de ataque es válido, con semejante arsenal en su poder se moverá pérfido, reptante y sinuoso, utilizando uno que otro candidato, por sus obras los conoceréis, ¡Estamos advertidos!