Lo recuerdo claramente: Camposanto Metropolitano del Sur. Cali, Noviembre 6 de 1978. El funeral de mi abuela. Mi madre me pide que abandonemos la misa para tomar aire porque está a punto de colapsar. Al salir por la puerta de la capilla y atravesar el corredor, veo a tres o cuatro personas —de esas que van en plan de chisme— que comentan una historia de la que solo alcancé a escuchar una palabra que a mis siete años me sacudió por completo: diablo.
Todos en la ciudad difundían su propia versión de lo que había sucedido, supuestamente, en la Semana Santa de ese mismo año. Aseguraban que era cierta porque eran parientes, amigos o conocidos de alguien que a su vez estaba relacionado directamente con la protagonista del aterrador relato: una hermosa y traviesa jovencita que desobedeciendo a su regañona madre había decidido pasar el viernes santo en una discoteca de Juanchito, donde conoció un hombre alto y muy atractivo quien siempre le decía que evitara mirarle los pies al bailar. La curiosidad de la jovencita pudo más y al mirar hacia abajo vio con horror que aquel elegante salsero en vez de zapatos tenía cascos de macho cabrío. Estaba frente al demonio. La joven murió de un infarto y la discoteca, siempre citada con nombre propio, se convirtió en un referente infame y en la perfecta justificación para que la ciudad siguiera guardando los días santos con fervor.
Casi diez años después —yo estaba viviendo en Pereira— vuelve la misma historia, con los mismos detalles, contada por amigos y conocidos de la protagonista, pero esta vez en otra discoteca, ubicada en el barrio Cuba de Pereira. Darío Castrillón Hoyos había dejado de ser obispo de Pereira pero ante la gravedad de los hechos y los vínculos de amistad que lo unían con la diócesis decidió salir a enfrentar al mismísimo Lucifer pidiendo recogimiento y oración. Dicho y hecho. La discoteca donde el demonio decidió disfrutar la rumba pereirana quebró al poco tiempo de su partida.
Unos años después la ciudad elegida fue Medellín. Nuevamente todo en la historia era exactamente igual a lo ocurrido en Cali y Pereira, pero esta vez en una de las más populares discotecas de la capital antioqueña, discoteca que luego cerró sus puertas por otra causa. Hace tres años estaba viendo un documental de Señal Colombia sobre el departamento de Santander y sus tradiciones, cuando de pronto apareció en pantalla un hombre asegurando que un primo suyo que vivía en Floridablanca tenía una amiga que había fallecido porque en Semana Santa había bailado con el mismísimo satanás… la historia ya cruzó el Atlántico y en Jerez, España, la repiten con detalles muy similares.
También circulan versiones de taxistas que juran haber transportado una monja que al pasar frente a un estadio exclama con tristeza: “qué lindo… pero no se imagina la tragedia que ocurrirá aquí”, la historia se torna más dramática cuando el narrador cuenta que la monja al decir la frase, desaparece, dejando un penetrante olor a azufre en el interior del taxi. Este cuento era muy frecuente hace unos 20 años en aquellas ciudades donde se celebraban partidos importantes y como en el caso del diablo, siempre le había ocurrido a alguien muy cercano a quien lo contaba.
Pero las leyendas urbanas se modernizan y en época de redes sociales cualquier cosa se puede esperar por un me gusta. Este año se hizo viral el video de un hombre que aseguraba que a su negocio había entrado un hombre pidiendo veinte bates. Al preguntarle para qué, el comprador afirmó sin dudar que era para hacer una gran purga en Pereira la noche de Halloween. El protagonista del video, quien debió llamar de inmediato a las autoridades y no vender ni un solo bate, lo difundió por redes sociales y en pocas horas la ciudad entró en pánico total, resignada a que el 31 de octubre hordas armadas arrasarían con todo. La histeria llegó a un punto en el que colaboradores de la red de apoyo y ciudadanos llamaron con voz nerviosa a reportar grupos de jóvenes enmascarados y de ropa negra que se dirigían al centro de la ciudad. La respuesta de los uniformados de turno fue la más lógica: estamos en Halloween. Es normal que haya gente enmascarada y de ropa negra. La purga jamás ocurrió.
El viernes y sábado pasados pudimos ver las imágenes de conjuntos residenciales que estaban "siendo atacados por vándalos". Muchos dieron por cierto lo que estaban escuchando de los presentadores de noticias a pesar de que las imágenes mostraban algo bien diferente.
Hay que soltar el celular, tomar aire, pensar un poco y reflexionar que daño puede causar eso que se reenvía tan fácilmente, porque así como el cuento de Cali comenzó —dicen—, porque alguien quería perjudicar a un rival de negocios dueño de la discoteca que resultó afectada, aún no sabemos que busca quién está detrás de estas falsas alarmas que crearon pánico la semana pasada. No sigamos bailando con el diablo.
#Alertazo #LaCariñosaPereira ESA TAL PURGA NO EXISTEEl Comandante de la Policía Metropolitana, desestima la posibilidad que se realice la llamada noche de Purga en Pereira,y anuncia los planes de contingencia que vienen planeando para la jornada de Hallowen este próximo 31 de Octubre.
Publicado por La cariñosa Pereira 1.210 AM en Martes, 22 de octubre de 2019