El día que le pidieron perdón a Piedad Córdoba

El día que le pidieron perdón a Piedad Córdoba

El ex paramilitar Ernesto Báez le ofreció disculpas por su secuestro en 1999

Por: José Camilo Prieto
agosto 14, 2014
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El día que le pidieron perdón a Piedad Córdoba
Archivo: eltiempo.com/bluradio.com

Fue aquel mes de junio de 1999, en el que Piedad Córdoba, dirigente política de izquierda, defensora de derechos humanos y reconocida luchadora por la paz y la solución política negociada del conflicto, fue liberada tras el secuestro perpetuado por los paramilitares atendiendo a las órdenes de Carlos Castaño. Un hecho imborrable y doloroso para la dirigente política que ha sido violentada y estigmatizada desde esa época con ayuda de los grupos paramilitares en connivencia con las instituciones estatales.

Hace pocos días el hecho de su secuestro volvió a tocar sus más hondas fibras, en una audiencia pública alías ‘’Ernesto Báez ‘ex jefe del bloque Central Bolívar de las Autodefensas unidas de Colombia, confesó su participación y versión sobre los hechos materiales e intelectuales del caso, pidió a Piedad perdón ante todos en homenaje a su templanza y gallardía como lo expresó, y selló con un abrazo por parte de la ex Senadora el acontecimiento lleno de nostalgia y valentía, capitulo que puso fin a años de preguntas e interrogantes sobre el porqué de la determinación que trajo para la dirigente y su familia un dolor inquebrantable.

Este hecho por supuesto lleno de mesura e hidalguía, no solo representa un principio de perdón y reconciliación en medio del dolor que han vivido miles de víctimas del conflicto armado a manos de los paramilitares, sino que también nos obliga a cientos de colombianos a denunciar la verdadera impunidad y silencio del Estado colombiano que junto con estas organizaciones delictivas han acallado los procesos, silenciado a las victimas e invisibilizado a la mayoría de estas.

La valentía y resistencia de Piedad es admirable, no solo por los horrores que vivió en la guerra, sino por lo que rodeó su dramática situación, fue secuestrada con ayuda del Estado, iba a ser violada y luego asesinada- por orden de un empresario y el establecimiento político- y como si fuera poco ha sido sometida al escarnio público y a una guerra mediática que ha hecho de su imagen un manto de mentiras que ha causado agravios, odios, insultos y hasta golpes en contra suya y de su familia, la vida no ha sido fácil para ella, su lucha ha dejado señales inolvidables, dolorosas y llenas de mucha nostalgia, hasta el punto que perdió sus derechos políticos por mediar y buscar escenarios de dialogo en medio de una guerra degradada que ha dejado miles de muertos.

Pero también es cierto que en medio de todo, la ex Senadora, al menos pudo tener la fortuna de conocer la verdad, miles de las víctimas de los paramilitares y después de un fallido proceso de paz con ellos, aún siguen a la espera de señales, datos o información que permitan dar con el paradero de sus seres queridos, miles de voces siguen esperando ser reconocidas y acogidas bajo la promesa de la fallida ley de ‘’justicia y paz’’ – verdad, justicia, reparación y no repetición- hechos que se pararon en el tiempo y en la historia y que ahora buscar ser silenciados aduciendo la responsabilidad militar y política exclusivamente a la guerrilla de las FARC-EP con quien se está dialogando para poner fin al conflicto.

Solo por rememorar algunas cifras del Centro de Memoria Histórica, entidad oficial del Estado sobre el conflicto, los paramilitares masacraron a 8.903 (de 23.161) victimas, calculan alrededor de 1166 masacres y la desaparición de entre 17.000 y 25.000 personas, muchas de ellas aún están a la expectativa de las confesiones y la verdad sobre lo acontecido. Hoy ad portas de un proceso de paz con la insurgencia y ante la determinación de esta de reconocer a las víctimas del conflicto, no se puede caer en el juego de los guerreristas, financiadores y patrocinadores del paramilitarismo que han querido otorgar la totalidad de las víctimas a la insurgencia y han callado ante la impunidad jurídica, política y social que ha silenciado la responsabilidad del paramilitarismo en el país.

Si bien es cierto que el país tiene que caminar por la senda de la reconciliación y el perdón como lo hizo Piedad, es inminente, necesario e innegociable que todas las victimas puedan conocer la verdad, sin esto será imposible la reconstrucción social del Colombia, no podemos negar la deuda histórica de un grupo como el paramilitar que tiene más del 60% de la responsabilidad de las víctimas del conflicto y que no ha reparado ni la mitad, no podemos negar que estás victimas pueden participar de la verdadera construcción de la paz ni mucho menos querer con dientes de sable atacarlas e invisibilizarlas del mapa político que también las convierte en sujetos de derechos y en hombres y mujeres que con su dolor y lucha tendrán la tarea de reconstruir la memoria histórica de Colombia.

Es fundamental establecer la comisión de esclarecimiento histórico del conflicto, esta debe ser el punto de partida para conocer los hechos puntuales, las condiciones de modo, tiempo y lugar y para engendrar con sinceridad miles de actos de valor y reconciliación como los que propició Piedad, sé que no será fácil, pero este hecho histórico de valor que mostró la dirigente política nos deja una gran moraleja, la del perdón, la del honor y la constancia, tal como lo dijo el día que la liberaron y evocando unas líneas en la prensa ‘’por más duro que sea el secuestro, no voy a cambiar mis principios y mi lucha por la paz’’ y así ha sido, Piedad es una mujer que ha dado su vida por la paz y la causa de la justicia social, sin importar los agravios ni los rótulos ha defendido esto como su bandera de lucha. Quiero Piedad, a nombre de muchos colombianos, agradecer ese gesto heroico, muchos no están preparados aún para perdonar y la tarea debe ser esa, buscar la verdad pero también los espacios y escenarios para otorgar el perdón.

Nota: También por supuesto, es muy valerosa y admirable la tarea de las víctimas del paramilitarismo, que han enarbolado la bandera de la verdad y la búsqueda del reconocimiento, que aunque esquivo – a propósito y con ayuda del Estado- deja ver la solides y fortaleza de estos por nunca desistir y seguir en la búsqueda de sus amados seres.

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