En el 2004 Gustavo Bolívar llegaba a trabajar hasta 20 horas por día en los guiones de la serie que él creó y que lo catapultó a la fama, Pandillas, Guerra y Paz. Venía funcionando desde Telecolombia y se transmitía por el Canal Uno. Para estar al día con lo que pedía la gente tenía que trabajar sobre la marcha, en plena temporada, definiendo sobre el destino de Mateito, el Zarco y compañía. Pero ese año le dieron una mala noticia a Gustavo Bolívar, no podría trabajar más en el proyecto, había sido cancelado. Su principal sustento se terminaba. Así que, sin bajar la guardia, Bolívar le empezó a trabajar a una novela que tenía entre ceja y ceja. Se llamaba Sin tetas no hay paraíso.
Mandó a imprimir sólo 500 ejemplares después que las principales editoriales del país le dieran un portazo. Quería venderlos. Por eso los repartió a los principales periodistas del país. Julio Sánchez era uno de ellos. Lo leyó con fruición, con interés. Lo contactó. La entrevista duró 25 minutos. Cuando terminó la llamada, cuando colgó, Gustavo Bolívar sin pensarlo era un Best-Sellers. La librería Nacional, ante el emocionado relato del duro de la F.M- en esa emisora estaba Julito en ese momento- mandó a pedir 10 mil copias. La librería Panamericana mandó a pedir otros cinco mil.
En el año 2012 Gustavo Bolívar ya había vendido un millón de copias de una novela que se tradujo a 16 idiomas y que se volvió inmediatamente un clásico, adaptado al cine, a la televisión. Fue la primera de muchos éxitos de Gustavo Bolívar que le dejaron una fortuna. Después, con los años, decidió no escribir más y meterse de lleno a los que muchos no saben fue su primer amor, la política, la que aprendió de la mano del ex ministro de Justicia y mentor Enrique Parejo. Ahora va para la alcaldía de Bogotá y muchos creen que terminará quemado por cuenta de Carlos Galán. Igual siempre tendrá como malla protectora los guiones y la literatura, que muchos críticos defenestran, si todo lo demás falla.