Cuando el primer ministro de Las Bahamas de aquellos primeros años de los 80, Lynden Pindling, le dijo a Carlos Lehder que ya tenía encima investigaciones de la DEA, le dio un mes para abandonar la Isla Norman que el colombiano había comprado e hizo su imperio con cocaína. Los miles de millones de dólares que Lehder le daba al gobierno de Las Bahamas para que lo dejaran traficar ya no tenían validez.
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Una de las opciones de Carlos Lehder para seguir traficando era aceptar una invitación del gobierno de Cuba a la cabeza de Fidel Castro. El narco necesitaba un punto medio entre Colombia y Estados Unidos, destino final de sus toneladas de cocaína y las de sus socios, los Escobar y los Ochoa. Aquella invitación para visitar Cuba le llegó a Lehder por intermedio de una amiga cubanoamericana quien habría sido contactada por la agencia de inteligencia de la Habana.
El narcotraficante Carlos Lehder, el primero de los capos en usar aviones para llenar de cocaína a Estados Unidos, podría llegar a la isla de los Castro en su avión privado. Todos sus gastos estarían pagos. Después de hablar con Pablo Escobar y con los hermanos Ochoa, y tener su luz verde para negociar con el gobierno Castro, Lehder aterrizó en Cuba en medio de los más estrictos y cautelosos controles de seguridad.
El colombiano fue recibido por un grupo de militares liderados por el coronel Antonio De la Guardia, el entonces jefe de la Corporación de importadores y exportadores de Cuba. Así lo relata Carlos Lehder en su único libro autobiográfico editado por la gigante editorial Penguin Random House, que escribió una vez liberado por el gobierno de Estados Unidos tras pagar una condena de 33 años por narcotráfico.
Aunque para Carlos Lehder la isla de Cuba le resultaba repugnante, era la única salida para seguir poniendo cocaína en Estados Unidos con más facilidad, al ya no poder hacerlo desde su Isla Norman en las Bahamas.
Un día después de su llegada a la isla cubana se dio la reunión con el coronel De la Guardia, quién informó a Carlos Lehder su conocimiento sobre las investigaciones que la DEA tenía en su contra. Carlos Lehder fue directo con el militar cubano, le dijo que necesitaba un trampolín para pasar de las Bahamas a Cuba y le ofreció la cantidad de dólares qué bien considerara el régimen de Cuba para ayudar en su operación. Antes de consultar con sus jefes, que evidentemente eran los Castro, el coronel De la Guardia le dijo a Carlos Lehder que los bancos cubanos también estaban a su total disposición para guardar su fortuna en dólares y hacer las transacciones internacionales que necesitara.
Al día siguiente los superiores del militar autorizaron para que Carlos Lehder conociera Cayo Largo una isla de 20 km de extensión con una buena pista de aterrizaje ubicada a 40 km del puerto de Cienfuegos. El traficante colombiano y los dos pilotos con los que viajó llegaron a Cayo Largo a bordo de un avión del gobierno cubano, una visita que dejó a Lehder esperanzado en futuros negocios.
El segundo viaje a La Habana también fue invitación por parte del gobierno cubano y se hizo con la misma cautela que el primero. Lehder y sus escoltas fueron recibidos por el mismo coronel De la Guardia. La luz verde por parte del gobierno de los Castro para que Lehder pudiera usar la isla Cayo Largo le costaría al narco colombiano 5 millones de dólares, con lo cual le adecuarían a Lehder una cómoda casa en la isla. Entre más coca llevara Lehder a Cuba mucho mejor para el régimen, porque el negocio se estableció por cada kilo puesto en la isla.
Aunque el negocio parecía ir por buen camino, y la operación era ultra secreta, solo la conocían los más altos funcionarios del gobierno, Lehder le pidió al coronel De la Guardia conocer al jefe máximo, por la importancia del negocio que estaba sobre la mesa. La petición fue aceptada.
Carlos Lehder solo tendría máximo 4 minutos con el gran jefe, tiempo en el que podría saludarlo de mano, cruzar un par de frases de cortesía y despedirse. El coronel De la Guardia llevó a Lehder a un viejo edificio de La Habana lleno de militares uniformados. Luego entraron a una sala de espera y luego, se llevaron al colombiano a un pequeño cuarto hermético donde le ordenaron desnudarse por completo. Minuciosamente requisaron prenda por prenda que llevaba el narco colombiano.
Tras salir de aquella extraña habitación Lehder se quedó sentado solo en otra sala de espera hasta que un estafeta abrió la puerta y con voz militar a medio grito anunció: “El comandante en jefe Raúl Castro”. Lo único que Raúl Castro, hermano de entonces presidente dictador Fidel Castro le dijo a Carlos Lehder fue: “Mucho gusto, bienvenido a Cuba Libre”. Detrás del saludo Raúl Castro, quien en ese momento era el vicepresidente y ministro de las fuerzas militares de Cuba, le extendió la mano fría. Lehder recuerda a Castro por su mirada despectiva, petulante y altiva.
En el libro Carlos Lehder, vida y muerte del cartel de Medellín, que escribió el narco colombiano en su nueva vida como ciudadano libre en Alemania, su segunda patria, Lehder cuenta que después de que el líder cubano le repitiera que a pesar del bloqueo de Estados Unidos el mercado cubano estaba creciendo y que la revolución cubana es invencible, el hermano de Fidel Castro desapareció tan rápido como llegó.
Días después se llevó adelante el primer envío de cocaína a la isla de Cuba. Gustavo Gaviria, el primo de Pablo Escobar; Gonzalo Rodríguez Gacha y Lehder eran los socios en ese primer cargamento. Fueron 60 kilos que montaron en unos aviones cubanos que llegaban al país con vacas de la raza Siboney que llegaban a Colombia exportadas desde el régimen. Fueron varios años de negocios, hasta que la dictadura castrocomunista empezó con el suyo propio con Pablo Escobar Gaviria y empezaron a enviar cocaína desde Cuba directamente a las costas de Miami.
Fue Lehder quien abrió la puerta para que los líderes cubanos se metieran en el corrupto negocio de hacer millones de dólares poniendo toneladas y toneladas de polvo blanco colombiano en las costas de Estados Unidos. Negocio con el que los hermanos Castro se hicieron mucho más ricos y por el que, aunque Estados Unidos tiene pruebas, nunca tendrá la oportunidad de condenarlos.
'ida y muerte del cartel de Medellín', un relato de Carlos Lehder sobre su vida como narcotraficante y sobre la creación y la evolución del cartel de Medellín.
— Penguin Colombia (@Penguinlibrosco) February 13, 2024
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