Necesitaba preguntarle personalmente por qué razón había ignorados sus advertencias sobre manifiestas irregularidades en el proceso de contratación del manejo del archivo de la entidad, un negocio público que entonces valía $5.400 millones.
Carrillo se presentó puntual a la cita en la oficina del zar, en la casa construida por el maestro Rogelio Salmona para la Vicepresidencia de la República. Lucía tranquilo y escuchó sin inmutarse los reproches de Ortiz.
El zar le hizo un recuento de las alertas que le había enviado por escrito. La primera de ellas se relacionaba con la existencia de pliego de condiciones ininteligibles para los proponentes. Otra, no menos importante, a que todo todos los elementos señalaban que se trataba de un “pliego sastre”, es decir, hecho a la medida de uno de los interesados en hacerse al contrato, en perjuicio de los demás.
- ¿Por qué razón no me contestó, doctor Carrillo? -, preguntó Ortiz.
- Porque su oficina está para hacer recomendaciones, pero no tiene capacidad alguna de decisión-, respondió Ortiz.
Carrillo permaneció callado mientras Ortiz le informaba que ya había hablado con el entonces ministro de Protección, Diego Palacios, jefe inmediato del director del Seguro, y que estaba en capacidad de comunicarle que ya había perdido la confianza del gobierno y que en breve le comunicarían su declaratoria de insubsistencia. El zar insistía en que era preciso no adjudicar el contrato por lesivo para el patrimonio público,
Óscar Ortiz González, zar anti corrupción durante gobierno Uribe
Al salir de la oficina del zar, Carrillo se dirigió a su oficina e hizo todo lo contrario a lo que le pedían: firmó la adjudicación del contrato, con lo que, según le cuenta Ortiz a Las2Orillas, produjo “un hecho jurídico irreversible”. De ahí en adelante a Carrillo ya no le interesaría que lo sacaran del cargo, como efectivamente lo dispusieron horas después el presidente Álvaro Uribe y el ministro Palacios.
Ese episodio representa uno de los antecedentes más cercanos en el tiempo de la conducta como servidor público de Carrillo, una ficha del partido conservador -de la línea de ‘Fincho’ Cepeda, que se apresta a su asumir el cargo de nuevo presidente de Coljuegos.
Aparte de su despido del gobierno de Uribe, hasta ahora ha salido bien librado de sus escrutinios ante la justicia y los órganos de control. Más recientemente, cuando se desempeñó como concejal estuvo a punto de perder su investidura por posibles cobros ilegales e integrantes de su Unidad de Apoyo Normativo.
En primera instancia, con un proceso lleno de evidencias, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca decretó la pérdida de investidura. Sin embargo, al subir en apelación el Consejo de Estado revocó el fallo y se la dejó intacta.
Carrillo venía trabajando ya en Coljuegos como jefe de Planeación. Allí es compañero de Jorge Pérez, cuyo nombre figuraba para el cargo. Servidores de Coljuegos aseguran que entre los dos ha habido tensiones por la candidatura y que Carrillo no ha sido leal en la disputa. Tanto, que incluso habría suplantado a su contrincante en una entrevista radial en la que una periodista pregunta por un balance sobre los cien primero días del gobierno Petro. “Han sido un desastre”, habría contestado Carrillo identificándose como Jorge Pérez.
Como lo ordena la ley, la hoja de vida de Carrillo fue publicada en la web de la Casa de Nariño como aspirante al cargo. Nadie sabe por qué solo estuvo expuesta unas pocas horas.
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