La historia del Jamming Festival 2022 es la crónica de una muerte anunciada. Primero el festival tuvo que cancelarse en 2020 por la pandemia, luego el evento anunció un cartel que de haber sido propuesto por un festival sin trayectoria habría parecido sospechoso desde el primer momento y posteriormente el evento comenzó a desmoronarse, lentamente.
Una de las primeras alarmas, la dio el hecho de que varios artistas nacionales invitados comenzaron a comentaron las irregularidades en la sección de comentarios del festival y a los pocos días los encargados de la página decidieron bloquear la posibilidad de responder dentro de sus publicaciones.
Luego los artistas comenzaron a bajarse, pero ninguno de ellos lo hizo apuntando contra el festival. Posiblemente porque, al tratarse de un festival con varios años de trayectoria, ninguno de los invitados quería generar inconformidad con el agente que había vendido la fecha.
Pero algo pasaba y se hizo más evidente cuando agrupaciones como The Black Eyed Peas, de forma escueta y sin dar muchas explicaciones, anunciaron su no participación en el evento.
La madrugada antes de que comenzara el festival, los músicos que ya estaban en el hotel asignado para ellos comenzaron a despertarse alrededor de las 3 de la mañana sobresaltados por el ruido en el edificio. Algo pasaba, pero todavía nadie sabía qué.
Artistas como Desorden Público de Venezuela, Dub Incorporation de Francia o Los Caligaris de Argentina ya estaban en Ibagué. Algunos de ellos, ante la imposibilidad de haber tocado en el festival, se presentarían en la Media Torta de la ciudad de Bogotá.
Por la mañana la catástrofe había comenzado, decenas de trabajadores que habían hecho el montaje y no habían recibido paga comenzaron a saquear el lugar. No sólo se llevaron equipo del evento, sino que robaron a los emprendedores que habían gastado millonadas en productos para el evento.
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La irresponsabilidad del organizador del Jamming Festival 2022 golpeó a decenas de emprendedores
La tozudez de Alejandro Casallas por realizar un evento que a todas luces sería un imposible (tan solo pocos días antes le había cancelado una de las empresas ligadas a la producción y rápidamente le tocó reemplazarla), hizo que emprendedores ibaguereños perdieran millones.
Algunos por los saqueos y otros porque hicieron producción de alimentos que luego no podrían vender. Los medios de comunicación de la ciudad hicieron eco de los pedidos de ayuda de los comerciantes y promocionaron sus productos a fin de que estos no se echaran a perder.
Pero muchos de ellos quedaron al borde de la quiebra o con cuantiosas deudas que no pudieron afrontar. Todo por culpa de la ambición de un irresponsable empresario que podría haber cancelado el evento mucho antes de que todo explotara y logrando con esta decisión que los pequeños comerciantes no fueran víctimas de su irresponsabilidad.
Alejandro Casallas se encuentra oculto y aunque las promesas de devolución de dinero persisten, cada vez parece más obvio que todos los que perdieron dinero en este evento han sido burdamente estafados. Las publicaciones de todas las redes del festival siguen sin permitir comentarios.