Todo el mundo quiere ser auténtico. Pocos son los que logran ser auténticos. Desde niños somos programados para ser estandarizados. Seguimos normas, reglas y creencias sociales que nos tienen que definir. Seguimos un camino unánime que nos aleja de nuestra autenticidad. Parecemos hormigas que todos los días recorren el mismo camino. Seguimos nuestros objetivos por supervivencia, por los dolores cargados del pasado, por rutina. Si no buscas dentro de ti tu autenticidad, nadie más te la dará. La autenticidad viene de reconectarte contigo mismo, de tu naturalidad. La autenticidad no viene del esfuerzo ni del exterior.
¿Cómo podemos llegar a ser auténticos?
Durante estos años de vida y a medida que has ido creciendo, has creado una máscara para ser aceptado por los otros y por ti mismo. Esa segunda identidad que desarrollamos llamada ego. Cuando te desconectas de tu fuente de poder, lo primero que tiendes a hacer es crear esa máscara. ¿Por qué tenemos esa necesidad de recurrir a la creación del ego? Sencillamente, porque vivimos con miedos. Los miedos que atormentan nuestro día a día. Miedos causados por el fracaso, el rechazo entre otros. No nos dejan vivir, nos paralizan, nos descompensan y nos hacen sacar facetas falsas de ser quienes realmente somos. Nuestra sociedad, los medios y los demás nos programan y desde siempre se nos ha enseñado a vivir en base al miedo. Si sigues viviendo con ego, nunca podrás ser auténtico y no podrás disfrutar de tu presente. El escritor argentino Jorge Bucay señaló: “No negocies tu autenticidad por una mirada de aprobación”. Es hora de que te quites esa máscara.
¿Cómo logras quitarte esa máscara en medio de esta multitud de segundas identidades? Hay un idioma universal, que todo el mundo habla y siempre debería estar expresado, el amor. El amor rompe las barreras de cualquier cultura. El amor y la gratitud es una forma de sentir, de vivir que sólo traerá sonrisas y más alegrías. Aquel que vive en la abundancia es aquel que ha aprendido a valorar y agradecer. Reconoce los momentos de desconexión con tu “yo” interior, siéntelo, hazle caso a tu intuición. Desapégate de las cosas materiales. Está muy bien tener lujos, comprar lo que uno quiere, pero no dejes en ningún momento que coja más relevancia lo material que lo inmaterial. Porque al fin y al cabo, lo material nos dará minutos, horas y máximo días de felicidad pero lo inmaterial como el amor y la gratitud nos darán décadas de alegrías.
Reconéctate con tu ser. Date el gusto de expresar lo que sientes. Permítete observar y vivir tus emociones. Ama, agradece y aprende de todo lo que has hecho hasta ahora. Desaprende y vuelve a aprender, este dilema llamado vida es un aprendizaje continuo. No olvides tu autenticidad y sé tú mismo él que dirija el barco de tu vida. Como dice el proverbio chino: “No puedes dirigir el viento, pero sí las velas de tu barco”. Porque tu vida es algo más de lo que has vivido.
