Se acaba la semana y llega el añorado viernes. El deseo de apagar el estudio, el trabajo y permitirse el encuentro con los amigos, las risas y sí, unas horas de disfrute en la pista de baile del escenario nocturno escogido por el parche. Somos un grupo de estudiantes de antropología y nos citamos para disfrutar juntos el viernes 14 de marzo de 2014 en Billares Londres, un lugar nuevo en el centro de Bogotá nocturna.
La propaganda del recién reinaugurado parece atractiva: “renace como centro cultural donde la música y la gastronomía se toman el centro de Bogotá”: Billares Londres (http://on.fb.me/Ni7g7J). Hacemos una lista con los nombres de todos y se la envían al bar, como se acostumbra hacer en muchos sitios de estos. La dos filas para entra eran largas y avanzaban lento. Así suele suceder en estos lugares para darse aires de exclusividad, que termina contrastando especialmente por tratarse de un sitio en el centro de Bogotá, mi ciudad natal, que debía ser un referente de diversidad popular y de ambientes alternativos.
Y precisamente esa era la idea con la que se creó Billares Londres, como un lugar de rumba alternativa. Todo iba bien hasta que me pararon a mi y me impidieron entrar. Tengo 22 años. Como no me podían decir que no podía entrar por ser negra se escudaron en un supuesto código de vestimenta que no era claro al ver la diversidad de personas que “lograban” ingresar sin ningún problema. Iba vestida como todos, en un ligar de rumba alternativa. Ya había estado esa noche en el restaurante La Despensa de Rafael en donde claramente la discriminación social no es un criterio de admisibilidad.
La verdad me sentí atropellada. Un verdadero atropello a una mujer negra, hermana e hija adoptiva cuyos padre, madre, hermano (incluyendo la familia extensa) de piel blanca-mestiza, que está ad portas de terminar antropología en la Pontificia Universidad Javeriana, quien ya ha trabajado como parte de una consultoría para la Secretaría de Movilidad y trabaja en investigación. Quienes escogen quien entra o no a un establecimiento de estos poco les importa quien eres.
Lo que yo viví, también lo han experimentado personalidades del país, como la docente universitaria y socióloga Claudia Mosquera en la ciudad de Cartagena (http://bit.ly/1fZDT6S) o el funcionario del Programa Presidencial para los Derechos Humanos Igor Correa Caicedo en almacenes VO5 en Bogotá (http://bit.ly/1e5dm5T), además de quienes no se atreven a hablar u contar. Lo hacen además través de cámaras que enfocan a los que va entrando y le dan la orden a los bouncers, los porteros que dan lo no la autorización de entrar. Y simple y descaradamente dicen “nos reservamos el derecho de admisión y permanencia”, y punto. Los dueños no dan la cara porque además generalmente son jóvenes como uno a los que les debía dar vergüenza estar mandando a aplicar estas arbitrariedades.
No espero, o más bien no creo, que los rumbeaderos como Billares Londres, o como sucedió en el 2008 en Gavanna y dos rumbeaderos más de la zona rosa (http://bit.ly/1iPkTKq), cambien mágicamente de la noche a la mañana su falsa y muy equivocada concepción de “admisión”; su miopía por excesos escatológicos, que muestra una incapacidad intelectual reflexiva, bueno, y no es mucho los que se les puede pedir.
Lo que sí espero -y es el motor de estas palabras- es que las personas, que al final de cuentas le dan poder, autoridad y legitimidad a los establecimientos en la ciudad, reaccionen tajantemente a este tipo de comportamiento. Tienen que actuar sin diferencia sobre ellos, porque esto es inaceptable. Esto no es otra cosa que la muestra de una desgraciada sociedad arribista que aún no supera el pensamiento de castas que impusieron a la fuerza los invasores españoles, que llamaron (y nos hacen llamar) a la masacre de los indígenas que habitaban nuestro territorio: una exitosa conquista y colonización.
Ojalá la sociedad bogotana supere esta nefasta herencia y acabe con ese tabú racial que cobija la discriminación y segregación y que acaben con los criterios de admisión que han impuesto. Decir NO ENTRA es reafirmar su temor de COLONIZADOR que sigue vivo en sus microscópicas mentes.
*Un abrazo a @kchateaublan que me acompaño en la escritura de esta nota
*editado por Las 2 Orillas