Corría el año 1998 cuando un joven y entusiasta llamado Iván Duque, con tan solo 22 años dejaba ver su carácter rebelde y, con aplomo, criticaba duramente a quien fuera por esa época un personaje poderoso y muy reconocido por la clase política antioqueña. Se trataba nada más y nada menos que de Álvaro Uribe Vélez, de quien escribió en su columna para un semanario de El Tiempo titulado “Los pecados de Uribe”, y donde le atribuye al hoy senador la responsabilidad de los resultados negativos del Partido Liberal, del cual ambos hacían parte en las elecciones presidenciales de ese año.
En sus líneas se leía una posición frentera en la que decía: “Uribe es identificado como un escudero de las Convivir, es decir, con una expresión clara de la extrema derecha colombiana”.
Han pasado más de 20 años desde ese momento de lucidez y de aquél joven irreverente poco queda, se apagó su rebeldía y, salvo por sus ganas de patear una pelota o aprovechar cualquier momento de distensión para tocar su guitarra, de aquél muchacho otrora brillante y con ideas frescas nada queda por rescatar.
Hoy por hoy, Iván Duque representa para la mayoría de colombianos todo lo opuesto a un líder decidido que permita mirar su gobierno con optimismo, perdió el aplomo y, para no ir tan lejos, es la imagen viva de burlas donde cada vez cae más bajo, llegando incluso a ser ridiculizado en múltiples ocasiones por el mandatario venezolano Nicolás Maduro y eso sí que es mucho decir.
Pero no nos quedemos en banalidades y pasemos a los hechos que deberían preocuparnos aún más como colombianos.
El gobierno de Duque no tiene un horizonte claro, no existe un derrotero que identifique su accionar, es lamentable que cada día amanezcamos tirándole piedras a la Luna sin saber a qué le apuntamos. Por ejemplo, la bandera de Uribe fue “la seguridad democrática” (dejando a su paso un sinnúmero de muertes y violaciones de derechos humanos comprobados posteriormente como los falsos positivos). Más adelante, el gobierno de Juan Manuel Santos fue caracterizado por el proceso de paz y todos sus esfuerzos se concentraron en la negociación con las FARC adelantada en la Habana. Pero ¿cuál es el derrotero de Iván Duque? ¿A qué le apunta este gobierno? ¿Realmente tiene un propósito? ¿Por qué cada vez que habla parecería no tener nada definido, yendo como barco a la deriva donde cada ministro opina y hace lo que mejor le parece?
Lo que sí es habitual en este gobierno es la lentitud para tomar decisiones, las contradicciones y salidas en falso, las burlas a causa de la falta de liderazgo y peor aún, las mentiras que tratando de maquillar la realidad terminan acabando con la confianza de cualquier ciudadano.
Un gobierno lento
Durante el mandato de Iván Duque, los asesinatos de líderes sociales que venían desde el gobierno Santos no se detienen, por el contrario, han aumentado en forma descomunal, teniendo un líder social asesinado por cada día transcurrido al iniciar este 2020. Se dice fácil, pero 28 familias hoy lloran a un ser querido sin que el gobierno muestre resultados reales. El colmo de esto es que tras las amenazas de las “Águilas Negras”, los encargados de velar por la protección de los colombianos se atreven a decir que ese grupo criminal “no existe porque no está registrado formalmente” ¡Hágame el favor!
Un gobierno de contradicciones y salidas en falso
Aún hoy los colombianos cargamos con la imagen maltrecha del país que todavía no se repone luego de que en la ONU el presidente Duque mostrara un dossier con supuestos informes de inteligencia que probarían las acciones del ELN que lo hacían merecedor de ser incluido como grupo terrorista a nivel global. Pasando por alto que en dicho informe había fotos falsas que no correspondían a los lugares y actividades allí descritos. No pasó mucho tiempo para que el periódico El Colombiano desmintiera la información indicando que las imágenes le pertenecían y que la información expresada por el presidente en el informe no era cierta. ¡Qué oso global!
Asimismo, se hizo tristemente célebre el exministro Guillermo Botero, quien dio una larga variedad de versiones sobre asesinatos de líderes sociales y excombatientes de las FARC que se acogieron al acuerdo de paz y en especial, en el caso de Dimar Torres, donde prácticamente lo culpó de su propio homicidio, justificando, no solo la actuación del ejército, como ruedas sueltas donde Botero no ejercía ninguna autoridad, y por el contrario, cada vez que hablaba dejaba mal parados a la policía, fiscalía y al mismo ejército. Todo esto le costaría el puesto con el episodio final de los bombardeos al campamento donde resultaron muertos al menos 8 niños en Caquetá denunciados por el senador Roy Barreras en televisión nacional y en pleno debate que buscaba una moción de censura. Como se dice coloquialmente: “Cogieron al ministro con los calzones abajo”.
Se volvió costumbre en la casa de Nariño que cada cual haga lo que se le antoje y que el partido de gobierno sea el primero en disparar dardos que solo dañan al presidente. Ya nada asombra, como las recientes declaraciones de la ministra del interior Nancy Patricia Gutiérrez quien afirma que “el acuerdo de paz con las FARC es semifallido”, es prácticamente la confesión de lo que busca este gobierno a través de los opositores a la paz negociada, que férreamente se han propuesto torpedear cada avance logrado por el gobierno anterior, como cuando el mismo Duque objetó la JEP, lo que puso en vilo a los colombianos con el fantasma del rearme de la guerrilla. ¡Campeones en generar pánico!
Pero ¿qué más puede esperar el ciudadano de a pie cuando escucha al actual ministro de defensa Carlos Holmes Trujillo decir que su vida y la de su familia están en manos de Dios al enterarse de un posible plan del ELN para hacerle un atentado? Si eso piensa el ministro ¿Qué podemos esperar usted y yo? ¡Que Dios nos coja confesados!
Un gobierno de burlas
Lamentablemente nos hemos convertido en el hazmereir de la región, ya nadie respeta la imagen presidencial y desde otros países preguntan “que si el señor de los memes es nuestro presidente”. Pero ¿cómo no vamos a tener esa imagen si nos la ganamos a pulso desde el momento en que más de 10 millones de compatriotas eligieron a aquél joven que para verse mayor se pintó canas en plena campaña presidencial? Pues ahora nos toca asumir todos sus actos como los del hijo bobo, el mismo que lleva saludos a España ¡Saludos del presidente Uribe, que lo quiere mucho!
Ese muchacho que lleva más de un año poniéndole a Maduro un tal cerco diplomático que la verdad no ha servido de nada, solo para hacerle el juego a EE. UU, y para colmo respalda al presidente interino Juan Guaidó en su presidencia de fantasía donde no tiene ningún mandato real. Ahora está emproblemado porque la policía a cargo de Maduro capturó a la prófuga Aida Merlano, mientras desde acá se dice que le pedirán a Guaidó su extradición. ¡Entran risas grabadas!