El día en que el Diario El Espectador puso la historia de América patas arriba

El día en que el Diario El Espectador puso la historia de América patas arriba

Por: Juan Pablo Ospina
abril 27, 2015
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El día en que el Diario El Espectador puso la historia de América patas arriba

El 26 de abril de 2015, Redacción Cultura del Diario El Espectador publicó un artículo sobre arqueología titulado “Secretos bajo la pirámide de Teotihuacán”, el cual pretendía informar sobre el hallazgo de un rastro de mercurio líquido bajo la Pirámide de la Serpiente Emplumada en la ciudad de Teotihuacán (México).  Sin embargo, el intento por presentar esta información, al  menos de modo aceptable, fue todo un fracaso, una vergüenza, un error que debe ser rectificado, no solo por el buen nombre de un periódico de tanta difusión y de tantos años de circulación en el país sino, sobre todo, por respeto a los millones de colombianos que en alguna medida confiamos en la rigurosidad y en la seriedad de la información que se publica en los medios de comunicación.

Es inaudito que Redacción Cultura de El Espectador tenga la osadía de distorsionar la información obtenida  por medio del esfuerzo de tantos investigadores durante las últimas décadas en tan solo un párrafo. Por lo tanto, es mi objetivo, por medio de este texto, informar tres cosas fundamentales a las personas encargadas de la redacción del Diario El Espectador. Primera: en Teotihuacán no hay ninguna pirámide que se llame “la pirámide Teotihuacán”, esa pirámide a la que ellos se refieren es la pirámide que conocemos como la pirámide del Quetzalcoatl o Pirámide de la Serpiente Emplumada. Segundo: ningún arqueólogo o arqueóloga  está buscando la tumba de un rey maya en las pirámides de Teotihuacán por una sencilla razón: los mayas y los teotihuacanos son dos sociedades completamente distintas, de manera que hasta la fecha resulta improbable que algún rey maya se halle sepultado en una pirámide de Teotihuacán. Eso es tan inaudito como querer buscar la tumba de un papa de la Edad Media en una de las pirámides de Egipto, o como ir a buscar la tumba de Simón Bolívar en un asentamiento muisca del Altiplano Cundiboyacense. Tercero: tener en una sola frase las palabras reyes, caciques, imperio y maya, para describir esa sociedad, solamente denota una falta de rigurosidad infinita. Un imperio y un cacicazgo son dos categorías completamente distintas y opuestas, un cacicazgo tiene una estructura política absolutamente distinta a la de un imperio, y además, no hay evidencia arqueológica en la actualidad que nos haga pensar que los mayas funcionaban políticamente como uno de ellos.

Todos estos errores indecibles que acabo de presentarles fueron escritos en el párrafo introductorio de ese artículo de El Espectador. Un  párrafo de cuatro líneas lleno de anacronismos y de inconsistencias conceptuales que seguramente muchos lectores desprevenidos no notaron (pues no tendrían por que saberlo), algunos de ellos posiblemente tengan ahora en sus cabezas que los mayas y los teotihuacanos son la misma cosa y que en las pirámides de Teotihuacán hay unos reyes del “imperio y cacicazgo maya” a punto de ser descubiertos.  No, por favor, saquen esa información perversa de sus cabezas. Los mayas son una cosa, los teotihuacanos son otra, los aztecas otra, los olmecas otra y un imperio es un imperio y un cacicazgo es un cacicazgo, ambos con estructuras sociales y políticas distintas.

En ese sentido, y por respeto a todos nosotros como lectores, sería apropiado que ese diario haga una corrección clara y precisa sobre los datos que ese artículo pretendía presentar. No es posible que la divulgación del conocimiento en pleno año 2015 se haga de una manera tan irresponsable y tan imprecisa. La falta de rigurosidad de una publicación como esas revela la mediocridad y la falta de compromiso que algunos ejercen desde una posición tan privilegiada como la de los medios de comunicación. No es posible que ahora que contamos con la extraordinaria  posibilidad de difundir el conocimiento tan fácilmente, los datos no sean presentados de forma precisa, responsable y siempre bajo la lupa de una rigurosidad mínima antes de ser publicados al público. ¡Respeto!

Juan Pablo Ospina

Link del artículo de El Espectador:

http://www.elespectador.com/noticias/cultura/secretos-bajo-piramide-de-teotihuacan-articulo-557188

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