El 17 de julio se conmemoró el día de la justicia internacional con el objetivo de impulsar la adopción del Estatuto de Roma de 1998 que creó la Corte Penal Internacional, en adelante CPI, sobre la base de los juicios de la Segunda Guerra Mundial y los Tribunales de la ONU.
En Colombia nos son pocos los que han expresado su deseo de una intervención de la Corte Penal Internacional, lo que es entendible debido a que las víctimas directas e indirectas perciben una situación de inseguridad al encontrarse en un Estado que los victimiza y revictimiza. Sin embargo, la existencia de esta Corte últimamente ha generado decepción. Estados Unidos, principal financiador y coautor de crímenes que ofenden a la humanidad entera no puede ser sometido a esta jurisdicción puesto que no ha firmado el Tratado de Roma. De la misma manera, la CPI ha sido criticada por no someter a juicios a ningún país de América Latina donde se ha cometido genocidios, crímenes que ofenden a la humanidad entera y crímenes de guerra limitándose a intervenir (coincidencialmente?) en Estados Fallidos, en su mayoría africanos.
No parece casual que Fantou Bensouda, actual Fiscal de la Corte Penal Internacional, provenga de dicho continente. El mundo está a la espera del actuar de esta Corte en estados como Colombia y Kenia, por el momento en exámen preliminar, para ver si algún día este Tribunal Internacional logra salir del yugo de la agenda internacional económica y política de quienes dominan el mundo desde los cocteles.
MENOS ENTORNO LEGAL Y MÁS ENTORNO A LA JUSTICIA
En países como Colombia, Guatemala, Kenia, Ucrania, Sierra Leona, Uganda, Sudán, Afganistán, Israel-Palestina, Ruanda, Bosnia-Herzegovina, entre otros, donde los conflictos sociales y/o armados están al orden del día, hay una voz que debería determinar la concepción de “justicia” y su rumbo: La voz de las víctimas. Pero en la práctica la justicia queda restringida a la formalidad de los que se dedican a la técnica del derecho.
Por otra parte, los países que concentran sus esfuerzos en promover y formalizar la justicia internacional, tales como Holanda, Bélgica, Suiza y Alemania, lucen imperativamente éticos. ¿Será necesario un profundo maridaje entre la justicia formal y la demanda de justicia de las víctimas que permita mayor satisfacción de estas últimas?
La justicia penal hasta hoy ha demostrado la insatisfacción que causa en las víctimas. Consecuencia de ello, en la última columna de Maria Camila Moreno, directora para Colombia del ICTJ –Centro Internacional para la Justicia Transicional–, sugiere que la justicia sea tratada de manera “amplia, holística y reparativa teniendo en cuenta la indemnización, restitución, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición”. La justicia formal (la del derecho) es necesaria pero insuficiente. Este enfoque de justicia supera el paradigma de castigo al agresor y centra sus esfuerzos en quien padeció los crímenes.
SENTENCIA HISTÓRICA Y EJEMPLO DE VERDADERA JUSTICIA INTERNACIONAL
Mientras tanto, la Fundación Madres de Srebrenica, organización que agrupa y reivindica las víctimas del genocidio de Srebrenica, Bosnia-Herzegovina, demandó al estado holandés por la inacción y la incompetencia de los Cascos Azules holandeses que controlaban la zona para julio de 1995. Aun así permitieron que fuerzas serbias por orden de Belgrado cometieran las detenciones y deportaciones a musulmanes, lo que derivó en un genocidio. Un día antes (16 de Julio de 2014) un Tribunal de la Haya (“capital internacional de la paz y la justicia internacional”) les halló la razón a las madres en una sentencia histórica y Holanda ayer 17 de julio de 2014 es tenido como responsable de su inacción en la masacre de Srebrenica, la peor masacre de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Esto evidencia que la demanda de justicia para las víctimas no es la misma justicia de los “hacedores de paz”.
El día de la justicia internacional nos hace reflexionar acerca de quienes hacen la paz, para qué la hacen y quienes deberían dirigirla. Se hace necesario centrar los esfuerzos en la satisfacción de las víctimas de los peores horrores que puede cometer un ser humano como tortura, violencia sexual, desaparición forzada, desplazamiento y otros tratos inhumanos, perpetrados por personas adoctrinadas por un sistema de poder que obedece a quienes luego deciden dirigir la paz a su conveniencia. Es por ello, que el poder de la “paz desde abajo” y “desde las mujeres” debe imperar en la reconstrucción de las sociedades y para ello deben unir sus esfuerzos: las madres de Soacha, las madres de Mayo, las madres de Srebrenica.
En conclusión, el día de la “justicia internacional” debería invitar a la reflexión de lo que se ha hecho, lo que falta por hacer y quiénes deben dictar el quehacer de la justicia, más allá de tomarse fotografías con la etiqueta: #JUSTICEMATTERS o #LAJUSTICIAIMPORTA.¡Qué justos somos!