El desvanecimiento del contrapoder

El desvanecimiento del contrapoder

Por: Sergio Alejandro Ruiz S.
febrero 23, 2015
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El desvanecimiento del contrapoder

La labor periodística a través de los tiempos ha sido cambiante y activa, se ha destacado por un protagonismo ciudadano y que desde siempre ha tenido como principal objetivo velar por la veracidad y favorecer la voz de las comunidades, todo esto bajo ciertos parámetros de responsabilidad y ética que permitan el buen desempeño del periodismo.

Aunque también ha habido sectores de la sociedad que se han encargado de deslegitimar el trabajo y la función social del periodismo, ridiculizándolo y tomándolo de manera burlesca con un medio utópicamente filantrópico. En esa carrera por desprestigiar esta labor se han visto enfrentados muchos sectores económicos, políticos e industriales que buscan oponerse al dominio y poder social que logra adquirir la prensa responsable y veraz.

Pero con el “progreso social” las relaciones de poder van identificando las formas más acertadas para alcanzar el control y de esto ha sido víctima el periodismo. La penetración de la política en los medios a través de sus representantes es constante, un claro ejemplo de esto se puede evidenciar en los llamados “periodistas dominantes” de Ignacio Ramonet, quien los clasifica en una categoría profesional, integrada por aquellos que distorsionan las funciones del periodismo y comparten cierta complicidad con la clase política, que indiscutiblemente favorecen. Este tipo de relaciones filiales que actualmente se forman a menudo entre político-periodista solo dejan ver la contradicción moral y democrática de muchos países.

Es notorio que la política busca en el periodismo el medio ideal para penetrar la sociedad, y tristemente en algunas ocasiones encuentra en él las medidas perfectas para ser elogiados y respaldados.
Cada vez más estamos cayendo en la llamada “censura democrática”, aquella condición donde la manipulación mediática se ha convertido en el mecanismo regulador, donde se contradice el papel inicial del periodismo enfocado en prevalecer por los derechos de los ciudadanos frente a los demás poderes y donde también se empieza a presentar uno de los peores castigos contra la labor periodística, hablo de la desconfianza ciudadana que se va generando a partir de las nuevas tendencias que corroen la tarea del periodista y que lamentablemente, por algunos pocos inescrupulosos con el tratamiento de la información la prensa recorre el camino de la deslegitimación social y la pérdida de una confianza que tanto trabajo ha costado asegurar.

Por otra parte no favorece el tratamiento informativo que se le están dando a los hechos en la actualidad, la fiabilidad de los medios se reduce a medida que la información prolifera. Estamos saturados de información, que no nos permite dar ese análisis propicio de los acontecimientos y que sin duda nos introducen cada vez más al mencionado “estado de inseguridad informativa”.

La información abunda en la actualidad y se encarga de cargar al ciudadano logrando un solo efecto en él, la creación del “muro de información” que tiene como fin último lograr bloquear el camino de conversión de dicha información en conocimiento y por supuesto al contraste de la información presentada.

La inmediatez: el plus perverso.
En la actualidad el factor tiempo se ha convertido en uno de los mayores medidores de la “buena o mala prensa”. Contar con la rapidez y eficacia a la hora de la presentación de la información es una de las principales características de los medios de comunicación en la actualidad.

La velocidad en el periodismo es un arma de doble filo, que lo único que hace es poner en riesgo cada vez más el trabajo de comprobación, reportería e investigación que requiere la realización de un buena labor periodística. Se debe entrar a mediar entre dicha inmediatez que reclaman los nuevos receptores y la rigurosidad del periodista con la realización de su trabajo.

Un contrapoder que muere lentamente

La figura de la prensa como cuarto poder, que surge como posibilidad de expresión y control del abuso por parte de los otros tres poderes (ejecutivo, legislativo, judicial) a un contrapoder que lleva un contrapeso y oposición a los demás poderes.

Es lamentable que con la fuerza social que llevó a la prensa a convertirse en el cuarto poder de las sociedades, hoy día decline sus aspiraciones y propósitos claros de enfrentar los abusos. Con la figura del cuarto poder nace la “opinión pública”, una de los mayores creaciones de este, elemento de defensa y legitimador de la democracia, pero que sufre graves problemas de forma en la actualidad, pues está siendo entregada poco a poco, perdiendo todo sentido.

Y ni hablar de la información basura que se consume silenciosamente los medios donde las mentiras envenenan su esencia y donde los ciudadanos son los mayores afectados por la información envenenada que hoy día se recibe o llamemos mejor a esto por su nombre: la desinformación.

Graves e importantes problemas afectan hoy día al periodismo, a su labor y nos afectan como periodistas. Es momento de darnos una pausa y repensar el periodismo que estamos ofreciendo, somos nosotros los encargados de presentar soluciones de fondo y que garanticen la recuperación de confianza, el sentido social y el prestigio moral que ha tenido la prensa en la historia de la humanidad.

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