Hace unos días, cuando terminó la transmisión en directo por redes sociales del Premio Nacional de Periodismo Digital KienyKe, me preguntaba en íntimo silencio lo siguiente: si los bienes más meritorios que tiene el periodismo son la credibilidad, la reputación y hasta el honor propio del periodista, ¿qué tanto de esto debería demostrar y esgrimir quien premia el ejercicio loable del periodismo?
Colegí que… si quien convoca a un premio de periodismo desconoce aquellos valores éticos del periodismo, obviamente queda falseado lo que haga por el periodismo, así social, política, económica y protocolariamente parezca trascendental o por lo menos aceptable.
Para mí, esto fue lo que ocurrió la noche del 5 de diciembre en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, donde se formalizó un reconocimiento a los mejores creadores de contenido digital en cada una de las categorías convocadas.
Me explico. El pasado miércoles 30 de noviembre se recibió en el correo institucional de la Red de Medios de Comunicación Proclama del Cauca y Valle la siguiente comunicación, originada del correo [email protected], suscrita por Anamaría Gómez León (coordinadora del equipo Premio Nacional de Periodismo Digital KienyKe) y destinada al suscrito periodista, Alfonso J Luna Geller.
Emocionado por la noticia, luego de comprobar que efectivamente había sido seleccionado como finalista por el jurado designado y sostener detalladas conversaciones con las coordinadoras del evento (Anamaría Gómez León y Vanessa Hernández), decidí viajar a Bogotá así los gastos de transporte aéreo y viáticos fueran mayores que el premio económico anunciado. Hay que tener en cuenta que Proclama del Cauca y Valle tiene sede principal en Santander de Quilichao (Cauca). Eso no importaba, lo significativo era el reconocimiento, la exaltación de la dignidad, el mérito enaltecido, las relaciones públicas, la imagen de Proclama y, obviamente, la euforia natural de quien sería galardonado a nivel nacional en la modalidad del periodismo digital.
Sin embargo, resulta que no pude viajar, tenía unas citas médicas que coincidían con el viaje, así que seguí dialogando con las interlocutoras autorizadas:
Llegó el famoso día y los actos protocolarios, pero al final mi nombre fue borrado. No apareció a última hora y la sorpresa fue del grupo familiar y de los amigos que seguíamos la transmisión. Algo extraño ocurrió. "Me dejaron colgado de la brocha", dije sorprendido. "¡Otro torcido, seguro!", gritó uno de nuestros acompañantes. El hijo mayor llamó a la calma. "Eso no es nada, simplemente te mamaron gallo y eso es normal en la 'cultura' que se impuso desde hace varios años en esta Colombia", comentó. "¡Le mamaron gallo al jurado también", señaló el otro hijo. "Cálmense", agregó Dianita, "felicítense y feliciten al periodista Erick Vargas Rivas, de esta casa periodística, quien resultó galardonado con el premio en la modalidad entrevista”. ¡Menos mal, felicitaciones!
Pasado el mal rato y la feliz celebración con Erick, seguí pensando: ¿pierdo la confianza en el Premio Nacional de Periodismo Digital KienyKe? Tengo motivos, porque no genera credibilidad y la credibilidad es como el respeto, ¡se gana! Y para ganar la credibilidad en el periodismo, es necesario establecer las bases de la confianza. La credibilidad es el principal activo de los medios de comunicación y con mayor razón de quienes intentan premiar a los mejores del periodismo; así que, por lógica, debieran dar ejemplo de rectitud y transparencia. La construcción de una reputación sólida requiere consistencia. Esperaba que KienyKe actuara de manera responsable, pero esa es la 'cultura' de ellos que nos afecta a algunos.
Bueno, este cuento me pasó antes de que llegara el día de los Santos Inocentes. Habría caído de perlas el 28 de diciembre. Aunque a mí se me adelantó, a quien afectó el desprestigio fue al Premio Nacional de Periodismo Digital.