Sigo a la señora Gloria Gaitán cada vez que puedo. La escucho en los eventos a los que la invitan. Ninguno de estos eventos es oficial. La hija del hombre más grande que ha dado este país es muy poca cosa para las familias. El papel histórico de esta señora le ha sido negado década tras década. Al trauma de haber perdido a su papá cuando tenía 8 años se le suma el del memoricidio constante. Es increíble que acá sea más importante el día de la Virgen del Carmen que el 9 de abril, fecha en la que fueron asesinados cientos de miles de ilusiones, de sueños. El día en el que comenzó el periodo más oscuro de nuestra historia, la violencia.
Gloria Gaitán ha tenido más impacto por fuera del país que en el nuestro. Fue uno de los grandes amores de Salvador Allende en uno de los noviazgos más icónicos de la historia de la izquierda. Gloria Gaitán es sobreviviente de una época sobre la que no sabemos mucho, una época a la que le faltan muchas piezas, piezas que Gloria podría tener.
Gloria ha estado muchas veces cerca de la muerte. Un día los de extrema derecha entendieron que no era tan conveniente matarla, convertirla en mártir. Entonces simplemente le voltearon la espalda, la ningunearon, la despreciaron, por negra, por ser hija del defensor de los pobres.
Para muchos es increíble que esté viva. Siempre creyeron que era una figura prehistórica, maltratada por el tiempo. No, Gloria está más vigente que nunca. Ella ha podido esquivar los bandazos de sus enemigos de siempre y ha podido encontrar un nicho en redes sociales. Es la principal guardiana de los textos de su padre y de su pensamiento.
El gaitanismo murió con Jorge Eliécer, pero sus ideas han perdurado en parte gracias a Gloria, a la señora Gloria. El desprecio de la clase que quiso combatir su papá no fue tan fuerte como para borrarla totalmente. Le dicen resentida, le dicen negra, le dicen chavista y ella no se inmuta. Gloria Gaitán lo único que ha hecho para subsistir es tomar el sitio que históricamente siempre le perteneció.