Han pasado varios días desde que en mi corazón se arraigó la intención de lanzar un clamor por la literatura y la poesía en el municipio de Zipaquirá. Ayer, 26 de mayo del año 2019, vi con tristeza y desazón cómo el Instituto de Cultura, Recreación y Deporte de Zipaquirá dio a luz un portafolio de estímulos para artistas y gestores culturales donde la literatura aparece refundida en el último puesto. Lo digo con nostalgia y desencanto al observar que ese portafolio en su actual vigencia fiscal muestra un completo desprecio por las letras y por el habitar poético.
Aún no puedo entender cómo es posible que se confunda, no sé si de manera intencionada, el trabajo del escritor con el del ilustrador, siendo también esta última una noble labor. Tristemente la literatura en Zipaquirá por parte de la administración actual ha pasado a ser una cenicienta a la que se le premia con un reducido monto económico y a la que se le confunde con otras áreas, colocándola al final de la fila y entregándole migajas económicas a los ganadores, por lo que no se puede exigir calidad en el producto final.
En este caso es bueno hacer un poco de memoria. A pesar de que nuestro país en términos generales es campeón en el fino arte del olvido. Por ello me tomaré la tarea de mencionar algunos de los escritores reconocidos que ha parido el municipio. Esto con el propósito de que miremos el pasado para construir presente, reconociendo que Zipaquirá desde antaño ha sido tierra de artistas, de escritores y literatos que plasmaron en sus obras las visiones y el sentir del mundo de la vida que tenían, por lo que no podemos subestimar la creación literaria.
Entre ellos encontramos el nombre de Roberto Mc-Douall, reconocido zipaquireño que perteneció a La Gruta Simbólica y que se caracterizó por una rima impecable. Entre sus obras emblemáticas tenemos el poema titulado: El joven Arturo y Luisa, que nos habla sobre la violencia eterna de nuestro país.
También cabe mencionar al poeta modernista Eduardo Castillo en cuyo honor fue bautizada la biblioteca municipal. Además de ser poeta también fue traductor, crítico literario y hasta llegó a dirigir la revista Cromos. Entre sus poemas más destacados están los siguientes títulos: Diafanidad, Arte poética y Lección de paz. Poesía caracterizada por un profundo calar existencial y reflexión sobre la vida del artista. Al lado de este, no podemos olvidar al compositor del himno de la ciudad y pro hombre: Guillermo Quevedo Zornoza. Un artista versátil que no solo compuso obras como Amapola del camino, sino que también destacó por su arte poética, y la elaboración de cuentos referentes a la “tierruca” como él mismo llamaba a la Zipaquirá de otros tiempos.
Los autores que hasta el momento he mencionado son por decirlo así los clásicos del municipio, los nacidos aquí, y que con su pluma dieron color y vida a sus experiencias, sueños, añoranzas y por supuesto amores y desencantos.
Pasando por ellos rápidamente, no puedo dejar sin mencionar a Gabriel García Márquez, el joven del Caribe que en sus años de escolar en el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá se dejó contagiar por el espíritu Piedracielista encarnado en algunos profesores con los que se encontró en las tierras de la sal. Entre ellos, el recordado Carlos Julio Calderón Hermida, su querido profesor de literatura, y Carlos Martín, el rector del Liceo Nacional de Varones y benjamín del grupo piedro y cielo. Estos últimos que menciono no eran nativos de Zipaquirá, pero aún así vivieron y trabajaron aquí ampliando el horizonte de compresión literario del pueblo y del futuro Premio Nobel de Literatura, que estando en Zipaquirá llegó a escribir poesía similar a la de sus maestros.
Entonces, como lo podemos ver en este breve recorrido que deja por fuera a muchos de los notables escritores del municipio, la riqueza y el trabajo literario que se ha venido haciendo en el municipio ha sido inagotable e innegable, siendo así que en las tierras de la sal también vieron la luz mentes y plumas como las de los hermanos Germán y Gustavo Castro Caycedo.
Es preocupante que el municipio de Zipaquirá en la cabeza de su actual administración y que tiene por eslogan "un gobierno bonito" no reconozca el valor y el papel de la literatura en nuestra tierra. Una muestra total del desconocimiento de nuestra historia poética que se comprueba con la preferencia por insertar en el área de literatura una convocatoria para ilustradores.
Con esto no quiero sugerir que me declaro un detractor del trabajo interdisciplinar ni mucho menos. Tan solo quiero hacer una reflexión y un llamado a que le demos su merecido valor y reconocimiento a una de las artes que más ha destacado en el municipio desde antaño. A que no se le coloque en el último puesto de un reprochable portafolio, refundiéndola y restándole la policromía y sentidos habitables que tiene para ofrecer.
Basta con revisar el portafolio para ver que en lugar de entregar 5.000.000 millones de pesos completos en el área de literatura aspirando a un solo trabajo medianamente presentable, optaron por dividirlo en dos categorías otorgando a cada una un monto de 2.500.000 pesos. Un presupuesto con el que no se puede exigir mucha calidad. En verdad, eso da que pensar sobre el interés real de estimular la creación literaria por parte de la administración actual.