En el 2019 los organizadores de Estereo Picnic tuvieron el cabezazo de llevarse el Festival a Briceño y fue un éxito absoluto. Sin embargo las condiciones de tránsito debido a las obras que se realizan en la ciudad han hecho que este fin de semana se vieran filas hasta de tres horas para llegar al campo de golf. A pesar de la lluvia no se presentaron inundaciones además del habitual barrio que queda después de la tempestad. El sonido, los grupos, el espectáculo, los shows de las marcas, las pintas, la alegría fue un atenuante para los que llegaron a ver lo mejor de la música.
Pero Bogotá tiene que darle a los organizadores del evento los insumos necesarios para seguir manteniendo un festival que es orgullo internacional. Es que sorprende la cantidad de personas que llegan en grupo desde todas partes del continente para ver a los grandes de la música. Bogotá debería estar más pendiente del trabajo de Paramo, los productores, y proporcionar un terreno cerca a la capital para hacer menos traumática la llegada.
Si queremos seguir recibiendo a los monstruos de la música, como sucede hace una década, la ciudad debe proporcionar al menos las vías para que estos lleguen a tiempo. Estereo Picnic es un bien nacional y se debe apoyar, al menos mínimamente, el esfuerzo de sus organizadores.