El 17 de febrero del 2020, María Andrea Nieto opinó en Semana sobre el proceso de paz, mostrando lo poco que lo entiende. Realmente, no me sorprende que la revista, ahora proultraderecha, permita que ella riegue su veneno incendiario sin ninguna censura, pero que ni siquiera hicieran una simple edición de su pieza, en donde demuestra su falta de conocimiento del proceso de paz. Por ejemplo, que llamara a las zonas de reincorporación etcéteras —en lugar de ETCR, cuando lee apartes de la carta de Rodrigo Londoño— deja mucho que pensar.
¿Nadie revisó su video ni se dio cuenta del vergonzante error? Si nadie lo hizo, mal, pero si lo hicieron y no lo vieron, ¡más grave aún! Querría decir que el equipo editorial es tan poco informado como la visceral reaccionaria. ¿Descontrol o ignorancia generalizada? Mal, remal. Así pues, la impresión que me da este pobre intento de análisis es que, a pesar de ser historiadora, le falta conocimiento del acontecer colombiano y, por lo tanto, el aprecio que debemos tener por el proceso de paz. La visión violenta y rencorosa de la señora frente a las personas firmantes del acuerdo es una bastante generalizada. Esto es grave, pues piensa que son criminales que ganaron poder político por sus crímenes.
En otras palabras, no tiene el menor indicio de saber o comprender sus orígenes, inmersos en las violencias promovidas por el Estado contra los campesinos en los años sesenta. Ellos fueron personas que, a pesar de los hechos graves a los que conllevan las guerras, luchaban por mucho más que un mero beneficio personal. Desgarrador, pero cierto. Con eso en mente, el mensaje de fondo que intenta exponer es que ser criminal da beneficios, y eso le duele. Probablemente, jamás logre entender que personas como Sandino o Londoño no están en busca de una fortuna personal. Obvio, no le cabe en la cabeza que los crímenes de guerra del Estado son tan atroces o más aún que los de la extinta guerrilla.