El desastre de Federico y las columnas de opinión en elecciones

El desastre de Federico y las columnas de opinión en elecciones

Columnistas como María Isabel Rueda y Thierry Ways han alzado su voz en época preelectoral. ¿Su opinión es lo suficientemente fluida para aclarar el panorama?

Por: Carlos Támara
junio 01, 2022
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El desastre de Federico y las columnas de opinión en elecciones
Fotos: Archivo

Quizás deba algún sector de la opinión preguntarse de vez en cuando sobre cuál es el papel de las columnas de opinión de los periódicos, lo cual implicaría de alguna manera averiguar si estos se percatan, miden de alguna forma, cómo sus columnistas ayudan a la opinión pública a pensar de alguna u otra manera que favorezca a sus intereses mediáticos y de compraventa de periódicos.

Imaginamos entonces que el periódico El Tiempo se siente cómodo con las columnas de María Isabel Rueda. Aquí averiguaremos si esta columnista Rueda rueda o no rueda en el engranaje del periódico. Al mismo tiempo, averiguaremos acerca de la insondable caída, no sabemos hasta qué profundidad, del candidato de sus afectos, Federico Gutiérrez. Pone a rodar Rueda su voto así:

“¿Qué he concluido? Que Fico es la mejor manera de hacer esa transición pacífica hacia el posturibismo. Ha sabido desenmarcarse, no sólo de Álvaro Uribe, sino del presidente Duque, sin necesidad de haber incurrido en una sola agresión, ni en pelear ni en azuzar heridas”.

Este párrafo devela, al tenor de los resultados electorales del domingo anterior y el desastre de Federico que: 1: la transición pacífica al posuribismo es imposible. 2. Que quien la intente será pasado al papayo sin genuflexiones mamertas. 3. No hay tal era posuribista, no existe o, por lo menos, estaríamos en una fase muy temprana, excesivamente precoz, quizás imperceptible de ello; hasta el punto de calificarlo cual invento eufemístico de María Isabel Rueda. 4. Que una desenmarcación diferencial entre Duque y Uribe no existe: las cuerdas títeres son demasiado resistentes. 5. María Isabel Rueda no rueda. Su voto no enruedó a la opinión y, mucho menos, a los posuribistas tempranos. Nadie del pelotón puntero le chupó rueda.

Cabe preguntar inmediatamente, ¿si Federico no accedió al poder, su desastre hará que la columnista pierda el suyo en El Tiempo? Ante la evidente respuesta caben preguntas más generales: ¿cómo obtienen su poder los columnistas políticos y si alguna vez lo pierden?

Eso podría hacer que automáticamente se revisen los otros presupuestos de su artículo. Por ejemplo: Para hacer la gran transición al posuribismo, Rueda sintetiza: “(…) no hay sino tres caminos. El agresivo y confrontacional de Gustavo Petro según el cual los paracos-genocidas quedarán a un lado y el resto del otro, para que sigan dando palo, cuchillo y bala, o uno más moderado de Sergio. Que no ha sido capaz de explicar cómo va a hacer para unir a un país en que él mismo se siente parte de la división, porque detesta a Duque. O está el camino del impredecible Rodolfo Hernández. Quien que no haga lo que él diga, así sea prevaricando, podrá hacerse merecedor de un grito público suyo o de un bofetón”.

Caído Federico, caído Sergio, supérstite Petro y Hernández, ¿hacia dónde dirigirá sus efluvios cantos de sirena María Isabel Rueda?. O mejor dicho, tras su desgracia con Federico, le dejará El Tiempo seguir dirigiendo a la opinión? Contrario sensu, si la política de El Tiempo cambia, ¿permitirá a su columnista que repare, recomponga sus hábitos, y anule en 21 días los agravios contra Rodolfo?

Hay una pista en esto. ¿Todavía María Isabel podrá decir que Rodolfo se ha desenmarcado de Duque y Uribe, aunque sea ya evidente que ni Duque ni Uribe se dejarán desenmarcar del “camino impredecible” de Rodolfo?

Es imposible que ante estos juegos y malabares no interrumpa el silencio oprobioso del país una carcajada estentórea. Estos columnistas políticos lo que hacen es literatura y, a veces, como en el caso de Rueda, literatura de ficción. 

Es mejor que El Tiempo la considere como novelista. Leyendo a Rueda uno se imagina leyendo la Teoría del Sentido de Gilles Deleuze, que depara hasta 25 formas en que el sentido se diluye, luego de sonsacar tales deducciones de la acuciosa lectura de Alicia en el País de las Maravillas. Rueda, es muy difícil pegarle a eso desde las columnas de opinión tan ligeras y casquivanas.

Pero hay algo más protuberante en esto. Por qué Rueda, de manera poco feminista, desnuda su voto que, la Constitución le otorga, es secreto. ¿La obligan a ello las políticas del periódico? Dónde dejó su castidad electoral al posar viringa en su columna, si nos ha dicho en una anterior que no va hasta las inusitadas cuatro de la mañana. Esto es raro. Las chicas siempre se están recomponiendo la falda evitando que les miren los saltones ojos, dice el ojibrotado Sartre al investigar la mirada en El ser y la nada.

Es un secreto: Rueda busca favorecer la transición pacífica de la supuesta era posuribista. Ella impectore abomina de Duque y a la enésima potencia de Uribe. La pobre no se los puede tragar. Ansía, loca de emoción, que eso no hubiera ocurrido jamás. Por ello canta cual sirena al paso del Odiseo por su pequeña isla.

Lamentablemente, Federico jamás daría la talla. Para eso se necesita mayor decisión. Qué iba a poder desenmarcarse Federico de Duque y, mucho menos, de Uribe. ¡Pamplinas! Si intentó hacerlo se la cobraron: demasiado mamerto. Oye, María Isabel, ¡remember Villegas!

Pero analicemos a otro columnista, Thierry Ways, del mismo día y diario que explora una opinión casi diametral: “Me dirán que es un disparata inconstitucional creer que Petro pueda instaurar un régimen socialista en Colombia” (…) Me dirán que Colombia está “blindada”. (…) pero hay algo curioso: muchos de quienes lo esgrimen también acusan al gobierno actual de violar la independencia de los organismos de control. Al fin qué: ¡el país está “blindado” o los guardianes de la institucionalidad son susceptibles de captura por el Ejecutivo?

Es decir, imaginemos, cruzando las dos averiguaciones columnarias, que la fase posuribista de Petro contemplara instaurar una supuesto socialismo del siglo XXI; entonces, si Federico no cruzó esas líneas, por qué pecado lo detectó el posuribismo temprano y se la cobró desdeñándolo en las urnas, a pesar de haberlo tenido como suyo luego de defenestrar con marca olímpica a Iván Zuluaga. Y en el caso de Petro, ¿éste supuesto socialismo del siglo XXI pesa más que el de “paracos-genocidas quedarán a un lado”.

Obsérvese cómo cambia la interpretación del sentido de la confrontación. Faltan todavía 23 adscripciones de sentidos por explorar según las cuentas de Deleuze.

Ahora bien, ¿cómo es que pareciera haber una imbricación entre el posuribismo, el socialismo del siglo XXI, y los paracos-genocidas? Quién desenreda esa madeja, cualquier cosa que eso signifique.

No hay de otra: los columnistas deberían ser voceros de una opinión lo suficientemente fluida y translucida que en vez de obnubilar a la opinión pública le aclarara el panorama y le permitiera decidir su propio futuro. Cualquiera podría entender como tal el contrato que los periódicos han suscrito con la sociedad y que les permite lucrar; es decir, a menos que éstos estuvieran siendo parte del problema y obscurecieran a propósito la solución. De confundirse, los columnistas pasarían a ser más bien quintacolumnista, Caballos de Troya. Y para eso les pagarían los periódicos. ¡Qué vergüenza!

Es curioso, Ways es más pudoroso que Rueda. No se desnuda. Ways apoya algo melodramático: “En cuestiones ambientales hay algo llamado principio de precaución, que recomienda cautela en situaciones en las que haya riesgo de cometer errores fatídicos” (…) Pienso aplicarlo en mi voto hoy (…) Las sirenas de alarma superan por mucho las garantías de tranquilidad”.

Ways es casi apocalíptico. Sugiere precaución al ecosistema político, en inminente riesgo. Ways no desearía una fase, aunque sea temprana, del posuribismo. No, con Petro en todo caso. Si Rueda no recompone su falda, las mironas no alcanzan a atisbar a través de la ventana de qué color son los pantaloncillos de Ways.

Y entonces ahora nos quedamos usted y yo ante la difícil circunstancia de dilucidar entre el posuribismo de Petro o el “camino del impredecible Rodolfo Hernández”. Es decir. Nos tocaría analizar si la profundidad del posuribismo de Petro significa realmente un salto al vacío, o nos quedamos de este lado de “Quien no haga lo que él diga, así sea prevaricando (…).

Entonces vale analizar lo siguiente: ¿Cómo es que Petro para esa fase posuribista se apertrecha de 21 congresistas, organiza un frente de unidad política, es decir, busca, se inmiscuye, en una forma institucional de proveer los cambios? Y cómo es que Rodolfo se aventura “en su camino impredecible” sin bancada propia.

Es indudable que si el uribismo quiere obligar a Rodolfo no será precisamente apoyando una fase posuribista por más temprana y precoz que sea. Y Rodolfo nada ha hecho por desenmarcarse del supuesto diferencial Duque, Uribe. Si nos atenemos a esto, María Isabel está equivocada, incluso subliminalmente; no existe ninguna fase posuribista que Federico asumiera. Ese embeleco lo armó para justificar su voto.

Entonces el posuribismo es únicamente Petro. Ya sea por asumir un socialismo siglo XXI a través del Congreso, lo cual luce como una invención pura, un emprendimiento social inusitado por dejar a un lado a los paracos- genocidas. Algo así como, Quién le teme a Virginia Wolf?

Aquí llegamos a algo totalmente insospechado. ¿Cómo es que el bagaje esencialmente literario de ficción de tales columnistas nos permite arribar a un planteamiento de este calibre, que estimo lúcido? Deleuze podría permitirnos concluir a través de su Teoría del Sentido que la literatura es una forma del conocimiento. En últimas discute sobre la semiótica del poder.

Y todavía nos faltaría teorizar sobre 23 formas adicionales de adscripción del sentido.

Y después dicen que la decisión tomada al votar es fácil. Si fuera fácil no se le dejaría al pueblo.

Al final es indudable que también usted y yo nos hacemos ascuas acerca de qué tanto ha aprendido María Isabel Rueda de los cantos de sirena; tanto como Ways de sus equivalentes “cuestiones ambientales”.

Federico sucumbió. Es imposible pensar que Federico hubiera rozado siquiera los niveles de análisis de Maria Isabel, o de Thierry Ways. Su confusión es tan evidente que fue a dar adonde Rodolfo; luego su supuesto desenmarque de Duque y Uribe es desaforada metafísica de Rueda. No se sabe si eso cabe dentro de los “errores fatídicos” de Ways.

¿Este escrito será suficiente para que El Tiempo modifique la plantilla de sus columnistas? Vanísima ilusión. Aun en una fase posuribista El Tiempo no declina su contrato. ¿Cómo la sociedad puede mejorar las líneas de su información pública acudiendo a fuentes privadas?

Notas. No pude encontrar la palabra desenmarcarse en la búsqueda Google. Al parecer solo existe desmarcarse. Acéptese ese sentido.

Acerca del emprendimiento social inusitado de Petro que improviso, el excandidato Alejandro Gaviria introduce la metateoría del Volcán en Erupción. Otra adscripción de sentido. Gaviria ha ido a parar adonde Petro.

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