Señores de Caracol, entiendan, estamos mamados del Desafío. A los colombianos no nos cabe una edición más. Al principio era divertido, la presentadora era la diosa de Margarita Rosa de Francisco, pero con los años el programa ha venido perdiendo fuerza hasta el punto de que este año la derrotó una repetición de una novela de hace 20 años (y de qué manera la acabó). En los capítulos finales el rating a duras penas superó los dos dígitos.
Además, la gente terminó detestando hasta a la carismática Andrea Serna. Cuando las primeras imágenes se vieron pudimos constatar que la Serna estaba preciosa bien entrados sus cuarenta, nos alegramos. Ella fue el gancho para que al principio el Desafío fuera el gran suceso de rating, pero el globo se fue desinflando y bastaron unas cuantas semanas para que el encanto de Betty, inmune al paso del tiempo, se terminara imponiendo y nada qué hacer. El Desafío resultó siendo una vaina más vieja que algo creado en 1999.
Duele que los canales privados no logren encontrarle la vuelta a la crisis. RCN está condenado a arriesgar lo menos posible y por eso repite por tercera vez Los Reyes y lo peor es que ya le está haciendo competencia a la megaproducción de Caracol, Bolívar. Duele que ídolos como Andrea Serna se quemen impunemente siendo expuestos a tales niveles de sobreactuación. Eso sí, la sobreactuación de la diva no es culpa de ella sino de unos libretos obvios, mal escritos, sosos.
No he visto el rating pero seguramente no superó los 12 puntos en la noche del lunes, la de su despedida. Un desastre teniendo en cuenta el presupuesto que Caracol le tiene asignado a este reality. Y lo preocupante es que Caracol es al que mejor le va, el que le da en la cabeza a RCN. La crisis es absoluta de los dos canales y la razón es que estamos de espaldas a la realidad de lo que pasa en la televisión mundial. La apuesta de Caracol con Bolívar debería servir si este público fuera diferente pero el problema es que nuestros jóvenes ya se engancharon con los Netflix y los viejos quieren segur viendo Sábados felices. Los canales deben tomar riesgos y atrapar al gran público, al joven, y ser una televisión de vanguardia