Al preguntarnos si en Colombia se da ese Estado social de derecho al que hace alusión la carta política, la respuesta se presenta de distintos calibres, los unos la apoyarán y otros la contradecirán. Sin embargo, al analizar la dinámica cultural del país, encontramos que a cuál estado social de derecho se refiere si observamos a diario que las políticas estatales no llegan a todos los asociados, los problemas culturales están permeando la conciencia de los asociados, la corrupción nos ganó la carrera y como si fuera poco vemos normal todo lo anormal que nos sucede.
Razón tiene el pensador Slavoj Zizec (Esloveno) cuando refiere que la problemática de un país se ha convertido en un arte o mejor en un espectáculo que termina siendo absorbido por la misma política y tareas sociales, construyendo un hombre que es capaz de penetrar la esfera pública, pero no con capacidad comunicativa sino inconformes con aquello paradigmas que afectan la razón social, ello para significar que mientras la sociedad siga hacia estos nortes, el derecho no existe.
Y si me preguntan acerca de la importancia del derecho en Colombia, me atrevería a decir que esto ya no importa. Lo que importa es lo que hago para sobrevivir, vulnerando las normas, violando los derechos fundamentales, pues estamos en una sociedad en donde el más fuerte se come al débil, los principios de solidaridad y el compartir se perdieron, ese espíritu nacionalista ya no va con nosotros.
Ahora bien, los ilusos dirán que el derecho en Colombia no se ha acabado, que este es connatural al ser humano y que en consecuencia pase lo que pase este sobrevivirá a los ataques sociales y culturales, sin embargo son argumentos que han perdido valor ante la violencia generalizada, ante el asesinato de líderes sociales, el silenciamiento de periodistas, sindicalistas y hasta maestros. Cómo hablar de derecho en Colombia si el Estado se ha mostrado débil ante esta consecuencia de la no gobernabilidad que nos ha caracterizado.
Para terminar, recogeremos frutos cuando en Colombia se supere la inconsciencia social, cuando el Estado se preocupe por sus asociados, ejerciendo soberanía legítima sin intereses mundanos, cuando los gobernantes que elegimos demuestren que merecen estar en el cargo que desempeñan y que en vez de enriquecerse retribuyan lo que consiguen a aquellos que los eligieron.