El derecho de asilo y refugio muere en los predios de la civilizada Europa

El derecho de asilo y refugio muere en los predios de la civilizada Europa

El 26 de diciembre se cumplió un año de la muerte de 26 refugiados rohinyas tratando de llegar a Indonesia. Pocos medios cubrieron el hecho

Por: Hugo Paternina Spinoza
enero 10, 2024
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El derecho de asilo y refugio muere en los predios de la civilizada Europa
Fotografía: Canva

El pasado 26 de diciembre se cumplió un año de la fatídica muerte de 26 refugiados rohinyas tratando de llegar a Indonesia. Pocos medios en el mundo han recordado el hecho, sin embargo, algunos  tenemos presente el drama y las imágenes de los soldados del ejército indonesio aquel día  ayudando a mujeres y niños de ese grupo étnico diferenciado saliendo de un vehículo militar para ser acogidos en el improvisado albergue de la provincia de Aceh.  Horas antes de este hecho y así se evidenció, vimos a los exhaustos y sedientos tripulantes que habían arribado a las playas del distrito de Pidie en una frágil embarcación después de durar cerca de un mes en alta mar. En total llegaron 185 personas que habían salido de un campo de refugiados de Bangladesh, país al que arribaron después de la brutal persecución que han desatado las fuerzas militares de  Birmania contra este colectivo de religión musulmana. De esta manera, el mar de Andamán así como el Rio Grande o Bravo del Norte, el Mediterráneo central, oriental, occidental y el Tapón del Darién se cobran la vida de miles de personas que buscan huir de los conflictos étnicos, raciales, religiosos o de cualquier otro tipo de  persecución en sus lugares de origen.

Este hecho enunciado aquí como otros cientos de casos  que se producen en diferentes puntos del orbe muestra la dura tragedia que vive la población refugiada hoy por hoy, realidad espeluznante que pone en evidencia la crisis absoluta que enfrenta el humanitarismo que surgió como consecuencia del horror de la segunda guerra mundial con sus consabidos genocidios a gran escala y en donde los casos judío y gitano adquieren gran notoriedad. Ya después de la primera guerra mundial millones de personas perdieron su hogar y tuvieron que refugiarse en distintos puntos de Europa, hecho que dio origen a la Organización Internacional de Refugiados (OIR), órgano de la Sociedad de Naciones, predecesora del actual Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (1950)

Tras la Huella del derecho de asilo y refugio

Dicho esto, la muerte evitable de miles de personas que buscan asilo y refugio me mueve a realizar una exégesis de este fenómeno teniendo en cuenta los referentes analíticos y conceptuales del gran pensador italiano Gorgio Agamben, quien señala que el concepto moderno de refugiado se inscribe como figura contemporánea en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y de modo particular en la Convención de Ginebra de 1951. De igual modo, el concepto aparece contenido también en el Protocolo de New York sobre Estatuto de los refugiados (1967)[1], la Convención Americana de los Derechos Humanos (1969), la Carta Africana sobre Derechos Humanos, la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (2007) y la Declaración de New York para los refugiados y migrantes (2018), instrumento este que posibilitó la aprobación del  Pacto Mundial sobre los Refugiados y del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular. Por refugiado entiende la Convención de Ginebra de 1951 en su artículo 1 lo siguiente:

 [Toda aquella persona] Que,  como  resultado  de  acontecimientos  ocurridos  antes  del  1.º  de  enero  de  1951  y  debido  a  fundados  temores  de  ser  perseguida  por  motivos  de  raza,  religión,  nacionalidad,  pertenencia  a  determinado  grupo  social  u  opiniones  políticas,  se  encuentre  fuera  del  país  de  su  nacionalidad  y  no  pueda  o,  a  causa  de  dichos  temores,  no  quiera  acogerse  a  la  protección  de  tal  país;  o  que,  careciendo  de  nacionalidad  y  hallándose,  a  consecuencia  de  tales  acontecimientos,  fuera  del  país  donde  antes  tuviera  su  residencia  habitual,  no  pueda  o,  a  causa  de  dichos  temores,  no  quiera  regresar a él. (Convención de Ginebra de 1951)[2]

No obstante esta matriz moderna, el asilo y el refugio tiene cada uno como institución una historia milenaria. Así, se cree que algunos pueblos nómades instituyeron la práctica de brindar protección a quienes huían, de ahí que se fue creando una suerte de arqueología de aquello que con el inexorable paso del tiempo se convertiría en una especie de proto-asilo. Asimismo, muchos siglos después Persia, Babilonia y otras pretéritas culturas  establecen formas de hospitalidad y protección al perseguido, aunque sería en Grecia en donde el concepto de asilo tomaría el nombre que hoy tiene, el cual hace referencia a la figura del lugar o templo inviolable, lo que le da cierta sacralidad. En consonancia con esto, la persona que se refugiaba en dicho lugar no podía ser perturbada ni violentada por ninguna razón dado que el sitio garantizaba inmunidad, inviolabilidad. En virtud de lo anterior, son varios los mitos griegos en donde la figura del asilado y “refugiado” se exalta, léase el Mito del Complejo de Edipo y Edipo en Colono de Sófocles.

Sobre Edipo en Colono hay que decir que es una tragedia griega escrita por Sófocles y que al parecer fue puesta en escena en el 401 a.C, es decir, un poco antes de la muerte de su creador, hecho que data, se cree, entre  406 y 405 a.C. La trama de modo sintético discurre del siguiente modo:

Edipo en compañía de Antigona, su hija, llega a Colono en busca de refugio como lugar recomendado por el oráculo para su última morada. Al advertir su presencia como forasteros, un lugareño en abierta inhospitalidad les exige que abandonen el lugar sagrado de las Euménides, sitio en donde se habían instalado. Ante la exigencia Edipo se resiste, lo que hace que más oriundos de la ciudad se organicen para expulsarlo. Mientras discurre esta injusticia, surge la figura emblemática de Teseo, Rey de Atenas, quien le brinda a Edipo y a su hija protección y cuidado, al punto de garantizarle que será ese lugar donde morirá.

Y siguiendo con la tradición occidental y  judeocristiana, durante la edad media sería la Iglesia un lugar privilegiado para garantizar el asilo religioso de aquellas personas perseguidas, de hecho en distintos pasajes de la biblia, Número y Deuteronomio, por ejemplo, hay abundantes referencias al derecho de hospitalidad y de asilo. En Número 9, versículo 14, se deja evidencia del trato igualitario y no discriminatorio que debe dársele al forastero por parte de los residentes permanentes de un lugar. Al respecto se señala:

Si un forastero reside entre vosotros y celebra la Pascua al Señor, conforme el estatuto de la Pascua y conforme a su ordenanza lo hará; tendréis un solo estatuto, tanto para el forastero como para el nativo de la tierra.    

Y continua más adelante:

Todo nativo hará estas cosas en esta forma al presentar una ofrenda encendida, como aroma agradable al señor. Y si un extranjero reside con vosotros, o que esté con vosotros por vuestras generaciones, y desea presentar una ofrenda encendida como aroma agradable al señor, como lo hacéis vosotros, así lo hará él. En cuanto a la asamblea, un estatuto habrá para vosotros y para el extranjero que reside con vosotros, un estatuto perpetuo por vuestra generación, como vosotros sois, así será el extranjero delante del señor. Una sola ley habrá, una sola ordenanza, para vosotros y para el extranjero que reside con vosotros. (Número 15:13-16)  

Por su parte en Deuteronomio encontramos referencias al extranjero del siguiente tenor:

Que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido. Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. (Deuteronomio 10:18-19) Y agrega: Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados (14:29) Y prosigue: Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre [forastero] y al menesteroso en tu tierra (15:11). Y, por último, te alegrarás en tus fiestas solemnes, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda que viven en tus poblaciones (16:14).

Como vemos, el extranjero que deviene en refugiado tiene obligadas referencias históricas, éticas, morales, religiosas, sociológicas y políticas, lo que nos dice que dicha figura ha estado presente a lo largo y ancho de la humanidad. De esta manera, los graves sucesos que se producen en contra de la dignidad y la vida de millones de refugiados y refugiadas en múltiples fronteras --ya sea en el norte como en el sur global-- tratando de evitar que alcancen lugares en donde protegerse de la persecución y el horror al que se han visto enfrentados, despierta un interés y un llamado a militar de lado de la política de la compasión como virtud pública y de la solidaridad para que la necropolítica de la que nos habla el perspicaz pensador Achile Mbembe, sin duda, no siga cegando la vida de esas personas que huyen de acelerados y profundos procesos des-civilizatorios  (Elias y Scotson:2016)[3].  

 Asilados/as y refugiados/as como expresión de la nuda vida.

En esta línea argumental, otro concepto clave usado por Agamben de gran utilidad para dar cuenta de lo que acontece con el asilo y el refugio, y, por tanto, con los refugiados y refugiadas, es el de la Nuda Vida, el cual proviene del derecho romano. La Nuda vida entonces es la vida del homo sacer, es decir, de aquel individuo proscrito pero al que no se le puede someter a ningún tipo de vulneración o rito de muerte. A pesar de esta consideración ética y moral, a ese homo sacer se le puede llegar a asesinar o deshumanizar sin que por este abominable hecho alguien llegue a ser considerado un criminal. En conexión directa con esto, la metáfora que explica de modo concluyente y determinante  la nuda vida y el homo sacer seria esa que dice que hay individuos que no merecen ser violentados pero si alguien lo hace está exonerado de toda culpabilidad. Dicho esto, es el poder soberano quién se atribuye la potestad de determinar la nuda vida en tanto en cuanto define a quién se le arrebata la vida sin que ello implique incurrir en un comportamiento delictivo y criminal.

Sumado a los anteriores conceptos, nos parece apropiado destacar también el de biopolítica, término que usa Agamben pero que proviene de las reflexiones realizadas por Michel Foucault. Para este importante filósofo francés el biopoder o la biopolítica hace referencia a la forma de cómo el poder gestiona desde el punto de vista político la vida y al mismo tiempo interviene en ella en sus más disimiles formas y manifestaciones a través de diferentes dispositivos del biopoder. Por ejemplo, definiendo desde la corpo-política cómo deben vivir las poblaciones, el tipo de alimentación que deben o no consumir los individuos, la gestión demográfica de las ciudades, lo relativo al embarazo en las mujeres y otros regímenes de subjetividad y representación.

 Asimismo, Agamben – siguiendo a Hannah Arent--- en el tema que nos concierne, señala que hay una crisis profunda del régimen moderno de la defensa de los derechos humanos que empieza a estructurarse con el nacimiento mismo de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, hecho que se produjo en el marco de la revolución francesa de 1789. Ya entonces la declaración definía un marco restrictivo para el disfrute de tales derechos, pues no todos los hombres ni todos los ciudadanos tenían derecho a  tener derechos. Un ejemplo claro y categórico de ello era que no todos los hombres podían votar y las mujeres no fueron tenidas en cuenta en dicha declaración, muy a pesar de que hubo mujeres que exigieron ser incluidas en la misma. Incluso, las poblaciones negras esclavizadas que vivían bajo el colonialismo francés, léase Haití, verbigracia, no consiguieron su independencia –1804-- teniendo como fuente inspiradora dicha declaración sino mediante la movilización de las revueltas antiesclavas. A continuación haré una referencia muy breve, permítanme, sobre el tema de la historia de Haití  y que creo que es necesaria hacer cuando se habla de los derechos del Hombre y el Ciudadano, pues mientras esta proclama y herramienta de movilización social y política surge en Francia como forma de frenar la arbitrariedad del monarca y proteger los derechos del individuo, esta misma potencia colonialista imponía la muerte y el sufrimiento a la población negra esclavizada de ese país caribeño.     

Así, si en Francia y en otros lugares del mundo la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano abría espacios de emancipación teniendo como referencia una modernidad ocluida y cerrada en los contornos del pensamiento racionalista francés, en Haití el Vudú sería la potencia liberadora juntos al canto, la danza y el sonar de los tambores el que constituiría esa fuerza insurgente y revolucionaria de naturaleza biosociopolítica, artística y espiritual capaz de afirmar la humanidad y el supremo sentido de la libertad de la población esclavizada. De esta manera,  si en Francia los iluministas del siglo de las Luces recitaban los textos de Voltaire, Montesquieu, Diderot y D´Alambert como fundamento del nuevo orden que la burguesía y otros sectores de poder querían imponer, desconociendo, incluso, las verdaderas proclamas revolucionarias del pueblo llano, en Haití esa Francia mantenía la institución de la esclavización como forma íntima de acumulación de capitales en pocas manos y, por ende, una basta empresa de la deshumanización a gran escala.

Y si esto ocurría en la metrópolis, en los cañaverales haitianos la población negra creaba una sociedad nueva bajo el penetrante olor a melaza, conjugando pactos de sangre entre distintos grupos de negros y al mismo tiempo exhibiendo y desplegando de forma abigarrada una lógica y racionalidad que exhibía el Vudú como herramienta de movilización política y de impugnación del régimen colonial impuesto por el blanco francés. En este nuevo orden societal  surgido en el caribe y donde Simón Bolívar aprendería a hacer una revolución social y política, hecho no siempre reconocido por el racismo epistémico, sería prohibida la esclavitud. Esta realidad nos permite afirmar que la lógica política francesa sucumbió ante la crítica de la razón negra, esa razón que fue capaz de posibilitar que en cada persona esclavizada, oprimida y violentada se construyera la reflexión acerca del autodescubrimiento de la subjetividad, la autoafirmación y afirmación colectiva, hecho que  llevó a la masa crítica del movimiento negro a comprender la necesidad de hacer tránsito del bestialismo del hombre-animal u hombre-cosa o mercancía, al hombre-mujer como ser trascendente, resiliente y transformador de situaciones de opresión e injusticia.

La frontera cerrada y el mal reparto del sufrimiento y el dolor.

La situación de opresión e injusticia que se vive en Haití hoy, ha motivado a miles de haitianos/as a buscar asilo en EEUU y encontrarse con el hecho de no poder pasar de la frontera del Rio Grande o Bravo del Norte, quedando atrapados en México. Otros han sido deportados a Haití, violando el principio de Non Refoulement (no devolución), un elemento cardinal y vertebral del derecho internacional  que prohíbe al país que recibe refugiados devolverlos al país del que huyen.  Según la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (COMAR)[4], 43459 haitianos han solicitado asilo en México hasta noviembre de 2023, lo que los convierte en la primera nacionalidad, seguida por solicitantes de Hondura (40.142), Cuba (17686), Guatemala (5900), Colombia (2468), Afganistán (1732) y otras. Para miles de solicitantes de asilo el férreo control impuesto por los EEUU no les permite cruzar la frontera, de ahí que México pasó de ser lugar de tránsito a acogida. Para muchos llegar hasta México ya constituye en sí una hazaña, sobre todo si han atravesado el Darién, una ruta de reciente creación y al mismo tiempo un enorme campo santo en medio de la selva.

Desde luego que México no es un país tercero seguro para los solicitantes de asilo producto de la guerra que libra el gobierno contra los carteles y entre carteles, los cuales ven en la migración y la migración forzada una fuente de obtención de recursos como resultado del tráfico de personas. Asimismo, el Estado mexicano empieza a redoblar los esfuerzos y controles para acceder al país, situación que se puede percibir al constatar que en el mes de noviembre de 2021 solicitaron asilo 14764, pasando a 13406 en 2022 y alcanzar 8645 en 2023.

Otro elemento evidente de la crisis del asilo y refugio que refleja nuestro tiempo es que los derechos del hombre y del ciudadano están vinculados a la figura del Estado-Nación, de ahí que un individuo será sujeto de derecho si inscribe su vida en un determinado territorio en donde ha nacido y del que es parte por el principio de ciudadanía. Es decir que, un individuo A que se encuentre en un territorio B y en el que no ha nacido y no puede acreditar su nacionalidad, seguramente va a ver negado sus derechos porque el origen y el nacimiento se han convertido para los Estados naciones en una fuente del derecho. Por tanto, el nacimiento marca el tránsito de la nuda vida al biopoder representado por la modernidad del Estado nación.

En otras palabras, en el régimen del Estado-Nación el lugar de nacimiento puede determinar tener más o menos derechos. No es lo mismo nacer en Acra que en París, en Maputo que en Berlín, en Kandahar que en Londres. Esto nos dice con Frantz Fanon que en la corpo-política de la vida y la muerte, y del ser y no ser, hay personas que  tienen derechos plenos, otras que los tienen de modo restrictivo y hay quienes no los tienen al menos de modo real. Así, lógico es suponer que hay lugares del mundo en donde la violencia física, simbólica o estructural es la norma y el derecho la excepción, y otros en donde el derecho es la norma y la violencia en sus múltiples variantes la excepción. En síntesis, nacer en un determinado lugar te puede convertir en un homo sacer, en un individuo al que no se le pueden violar sus derechos pero en caso que así suceda nadie sería considerado un victimario por ello.

Sí hay otro aspecto que ejemplifica de modo brutal la crisis de los derechos del hombre, del ciudadano y de los derechos humanos en esta modernidad liquida de la que nos habló en su día Zigmunt Bauman, es el drama y sufrimiento social que representan los refugiados/as. Ellos y ellas son  la representación fiel de la nuda vida y el homo sacer. Y lo representan como quiera que sus derechos son suspendidos y violados de modo sistemático justamente por esos Estados que han suscrito todas las declaraciones y proclamas que ponen de presente la defensa indeclinable y mordaz de sus derechos en el plano de lo formal, pues en el ámbito de lo real y la exigibilidad dichos derechos le son vulnerados de modo inimaginable. Solo basta ver como mueren en masas en el Mediterráneo, el mar Egeo, el desierto del Sahara, cruzando Ceuta y Melilla, el Darién o atravesando el desierto en dirección a los EEUU.

Teniendo en cuenta este relato, hace rato que la frontera dejo de ser una cerca de espino para convertirse en una zona provista de una mega-seguridad en donde se alzan muros de hormigón o vallas con lacerantes y cortantes cuchillas, todo lo cual va acompañado de enormes despliegues militares y tecnólógicos que incluyen drones, fotosensores, detectores de calor y otros dispositivos que eviten a toda que entren los “indeseables refugiados”. A esto se suma la política de correr la frontera y llevarla hasta los países de donde salen los refugiados, lugares a los que las poderosas naciones del norte global han llevado sus centros de internamiento o en el mejor de los casos oficinas desde donde solicitar asilo (off Short). Y ya no hablemos de exigir cada vez más documentos para poder viajar si alguien aspira a entrar de modo legal y solicitar asilo.

Si bien esta violación a los derechos de la población refugiada y asilada se inscribe en los rasgos de la temporalidad presente, no podemos olvidar que Hannah Arendt, como lo atestigua Agamben, denunció cómo después de la Primera Guerra Mundial importantes potencias europeas procedieron a quitarle el derecho de naturalización y nacionalización a muchos refugiados que provenían de países que eran considerados por estos como enemigos. La Francia de los Derechos del Hombre y el Ciudadano actúo así y en ese comportamiento le secundó Austria, Italia y Alemania. Este último país no dudó en expedir las leyes de Nuremberg, las cuales definirían lo alemán y no alemán como principio básico y fundante del Tercer Reich y, por tanto, definió la frontera clara y precisa de la vida que merece ser vivida y de la que no.  Esto último explica la shoah judía y el sudamaripen[5] gitano como la muerte a gran escala teniendo como principio articulador y definitorio al otro en su condición de homo sacer y al que se podía agredir sin imputabilidad y criminalidad alguna por parte de sus victimarios. Con el Tercer Reich se pone de presente el Ius sanguinis por encima del  ius solis, es decir, se impone el imperio de sangre y de lo biológico-racial sobre el lugar de nacimiento.

Las cifras de la vergüenza.

Acentuamos en este apartado la consideración de Agamben de que la crisis actual de los refugiados en el marco de los Estados nacionales modernos es también la crisis del patrón nacimiento-nación, por un lado, y por el otro, del concepto de soberanía moderna. Todo en su conjunto pone de relieve que al menos 108.4 millones de personas en el mundo han sido desplazadas por la fuerza de sus hogares, de los cuales 62.5 millones corresponden a desplazados internos, 35.3 son refugiados bajo protección del ACNUR, 5.4 millones se encuentran como solicitantes de asilo y otros 5.2 millones requieren algún tipo de protección por encontrarse fuera de su país.  (ACNUR:2022)[6]

Esta gran masa de personas en movimiento, empero, contrario a lo que difunden los grandes medios de información mundial y los partidos xenófobos que han surgido en distintos puntos de Europa, no se encuentran refugiadas en los países ricos del norte global y sin en cambio en los países de renta baja y media. A tono con esto, considera el nada sospechoso ACNUR que el 76% de las personas refugiadas se encuentran en países pobres y el 70% de esa misma población refugiada y similar se haya en los países vecinos. De este modo podemos afirmar de manera concluyente que en materia de asilo y refugio los caminos no conducen a Europa y los EEUU como se quiere hacer creer. En realidad Turquía (3.6 millones), República Islámica de Irán (3.4 millones), Colombia (2.5 millones) y Pakistán (1.7 millones) acogen a más de 11 millones de refugiados/as, siendo las economías de todos ellos nada fuerte y que enfrentan grandes conflictos sociales y políticos.

De los países industrializados que destaca por la acogida a refugiados resulta ser Alemania, quien reporta 2.1 millones de personas, las cuales han revitalizado demográficamente el país y han contribuido al desarrollo económico y productivo del mismo. Como lo he dicho en otro momento parafraseando a Eduardo Galeano, en este mundo de injusticias globalizadas, efectivamente, la riqueza como la tragedia están mal repartidas. Como consecuencia de ello, sin equívoco alguno, son los países empobrecidos los que soportan el drama y sufrimiento de los refugiados mientras los países ricos se las ingenian de modo paciente y efectivo para hacerles difícil el viaje a los solicitantes de asilo. En tanto organizan esto, levantan muros, crean vallas y fortifican pasos fronterizos para evitar que lleguen a sus puertas.

Y si llegan, es muy conocido las expulsiones inmediatas, sistemáticas y violentas. La política de asilo y refugio de la Unión Europea es hipócrita, inmoral, discriminatoria y racista. La evidencia: acoge sin mayores complicaciones a 8 millones de ucranianos, que no lo fustigo, pero le cierra las puertas a los solicitantes de asilo que provienen de Oriente medio y África. A muchos de estos los ha engullido el mar Mediterráneo o han quedado en la travesía por el Sahara. Según Save the Children se considera que desde 2019 más de 8 mil migrantes han perdido la vida en el mar, una importante cantidad eran solicitantes de asilo y migrantes.   .  

De lo anterior deducimos que si el concepto de nacionalidad se inscribe en el orden biopolítico del Estado moderno, es notorio que es en el marco de esta figura en donde a millones de solicitantes de asilo y migrantes se les deshumaniza y se les llega a considerar delincuentes, sin papeles, terroristas, ilegales y otras formas de subjetividad y representación, a los que por esto se les encarcela, tortura, desaparece y vulneran derechos por haber abandonado sus lugares de orígenes por causa de la violencia que se ejerce contra ellos por  pertenecer a un grupo étnico, social, religioso o político. De igual modo, Agamben señala que en virtud del principio de soberanía y nacionalidad, el Estado-Nación moderno define mecanismos discriminadores que categorizan la vida auténtica de la nuda vida, despojando a esta última de toda connotación política. Y concomitante con ello, muestra como los derechos del hombre, que solo tenían sentido como presupuesto de los derechos del ciudadano, se separan de aquellos y son utilizados fuera de contexto de la ciudadanía con el propósito de representar y proteger una nuda vida expulsada de los márgenes del Estado-Nación.

Los hechos nos dicen que la población refugiada crece --con sus homo sacer--- sin que las organizaciones llamadas a cumplir un rol de mitigación y de respeto a su violada sacralidad, puedan actuar de modo efectivo y eficiente. En algunos casos el ACNUR, hay que subrayarlo, se ha mostrado colaboracionista con los poderosos Estados-Naciones del norte al hacerle el juego a los mismos para intentar que los/as refugiados/as no lleguen hasta algunos de ellos y proteger sus vidas. O como sucedió en el caso de Ruanda y Bosnia, donde fueron las fuerzas de seguridad del ACNUR las que por acción o por omisión hicieron posible ambos genocidios. En la crisis contemporánea de los refugiados Agamben ve una doble separación: primero, entre el principio de lo humanitario y lo político, y segundo, entre los derechos del hombre y del ciudadano, situación que se vuelve más dramática como quiera que el número de refugiados aumenta cada año mientras las proclamas de la defensa de sus derechos por parte de los Estados y organizaciones humanitarias se vuelve papel mojado.

Aunque es así, hay que hacer que la escritura que consagra el derecho al asilo y el refugio se preserve y difunda porque es un espacio de emancipación y dignidad para la población refugiada y para la que solicita protección internacional. Somos conscientes que la cultura escrita siempre está relacionada con el poder como señala Pattison, pero a esa escritura es a la que hay de apelar para recordarle a los Estados y gobiernos que ellos han suscrito la Convención de Ginebra de 1951 y otros instrumentos internacionales  que garantizan el derecho de asilo y refugio como parte del desarrollo de los derechos humanos y del vivir de modo civilizado. En este contexto, que duda cabe, se hace necesario popularizar el conocimiento del régimen de derechos internacionales que protege a quien huye de la violencia. Alfabetizarse en el derecho de asilo y refugio es una necesidad y conocer la escritura que lo consagra una urgencia, un espacio de libertad. Acerca de la escritura entorno al asilo-refugio y la libertad  que ello podría implicar, traigo a colación el siguiente párrafo que podría ser ilustrativo:

La escritura de los Estados es la escritura burocrática, presentada al resguardo y control de archivo, cuentas, presupuestos, registros administrativos, etc.; la escritura planteará de este modo una rearticulación de la relación señor y esclavo, donde el señor sería el dueño de la escritura; pero, tal como podría preverse, el conocimiento de la escritura por el esclavo sería una forma de libertad. De allí que muchas historias de los señoríos, el señor intentará evitar que el esclavo acceda a la escritura (Bravo: 2009. p.66-67)[7]

Finalmente, el ACNUR y otras agendas humanitarias apelan a lo humanitario alejado de lo político, pues estas organizaciones se definen como humanitaria y no políticas. Este posicionamiento estratégico desconoce de cuajo que el drama de la población refugiada convertida en la nuda vida y en homo sacer es un tema de la política global y regional, y de sus arreglos y diseños, de ahí que el humanitarismo no puede ser equidistante ni neutral. Está claro que en este marco comprensivo Agamben piensa como Hannah Arendt en el sentido de que los refugiados deben ser explicados y atendidos en el marco del Estado-Nación y que ellos representan el mayor reto, desafío y crisis para este y para el nexo entre nacimiento y nación, y hombre-mujer y ciudadano/a. En la Unión Europea han tratado de darle una salida comunitaria y de bloque a la realidad del asilo y el refugio, de hecho el fallido sistema de cuotas así lo evidencia, pero en el fondo es cada uno de los Estados-Nación el que decide qué hacer.

En este sentido asumo el criterio que los derechos humanos debemos reivindicarlos en su variante universal, pues este considerando nos permite exigirlos en cualquier tiempo y lugar, ya que  el ver a los mismos atados al principio del Estado-Nación, de la soberanía nacional y, por tanto, al lugar de nacimiento, implica verlos en una esfera geográfica acotada, es decir, circunscritos a una nación en particular. Esto supone que cuando salga de un territorio A y entre a un territorio B, veré suspendidos mis derechos y seré susceptible de ser convertido en un homo sacer y mi vida en una nuda vida.

Sin tapujo digamos: El asilo y refugio, salvo raras excepciones, como derecho  muere a la entrada de la civilizada Europa y el mundo desarrollado

[1] La Asamblea General de Naciones Unidas creo el protocolo de New York de 1967 para la Convención de Ginebra de 1951, decisión de hondo espectro porque expande y vuelve universal el derecho de asilo y refugio como quiera que solo estaba limitado a los países de Europa y al espacio temporal de la segunda guerra mundial. Para esta época innumerables conflictos que se desarrollaban en el marco de la guerra fría ocasionaron que miles de refugiados se produjeran en Asia, África y América Latina. El caso africano es muy importante dado que en ese territorio se libraron significativas luchas de descolonización, algunas atravesadas por cruentos conflictos armados. Años después las dictaduras del cono sur posibilitaron que miles de refugiados salieran de Argentina, Chile y Uruguay, a lo que se sumarían los refugiados de centro-américa y Colombia. El eliminar la barrera geográfica e histórica al derecho de asilo y refugio permitió también  que el ACNUR tuviera cobertura universal, lo que nos dice que la protección ya no se circunscribía a los refugiados existentes en Europa y las victimas de la segunda guerra mundial.

[2] ACNUR. Convención de Ginebra de 1951. En línea en https://www.acnur.org/media/convencion-sobre-el-estatuto-de-los-refugiados-de-1951. Consultado 4 de enero de 2023.

[3] Elías N y Scotson, J (2016) Establecidos y marginados. Una investigación sociológica sobre problemas comunitarios, FCE, México.

[4] Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (COMAR). Ver en línea en https://www.gob.mx/comar

[5] Sudamaripen es la forma que adquirió el genocidio gitano a manos de las hordas nazis. Este fue un concepto acuñado por el eximio lingüista Marcel Courtiades, quien fuera profesor del Instituto de Lenguas Orientales de la Sorbona. A él, el pueblo Rrom –gitano-- debe grandes aportes. Descansa en paz apreciado maestro.

[6] ACNUR (2022). Datos básicos. En líneas en: https://www.acnur.org/datos-basicos. Consultado 5 de enero de 2024. Este y los datos sucesivos son obtenidos de esta fuente documental

[7] Bravo, V (2009) Leer el mundo. Escritura, lectura y experiencia estética, Veitisiete letras, Madrid

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