En este país somos bastante católicos. Si nos portamos mal entre semana, el domingo no faltamos a misa; si conseguimos carro nuevo, lo adornamos con algún símbolo católico, para recordarnos lo agradecidos que debemos ser.
Aunque pocos leen la Biblia, todos anhelan casarse en el altar de una iglesia. Aunque perdonamos las infidelidades de nuestros políticos, no los perdonamosdonde se alejen un poco de ser absolutos católicos practicantes. Por esto, y mucho más, llega con gran fuerza el reciente mensaje del papa Francisco. Por primera vez en la historia, un líder de la Iglesia católica decide dedicar una encíclica papal al tema ambiental, y lo ha hecho con un curioso estilo, como se puede ver en este tuit, que ha recibido más de 8400 retuits:
¿A qué específicamente se referirá cuando dice “depósito de porquería? ¿Será que es un mensaje para quienes viven en los basureros? ¿Para los recicladores? ¿Será un mensaje para los dueños de grandes empresas en naciones lejanas? ¿China? ¿Rusia? ¿O será que el mensaje también nos podría golpear a nosotros aquí?
Como ustedes saben, en nuestro partido político somos grandes amigos del ambiente. Nuestro líder nos ha pedido claramente que nos manifestemos a favor del ambiente usando siempre las palabras: “medio ambiente”; que únicamente usemos plástico o icopor mientras estemos encerrados en el carro polarizado; nos ha enseñado que las multinacionales mineras son buenas porque promueven el progreso, pero que debemos comunicar sus bondades ambientales con logos y eslóganes repletos del color verde.
No obstante, desde que se publicó la encíclica hay un ambiente muy raro en nuestra oficina. Creemos firmemente en el libre mercado como camino hacia el progreso; creemos que nuestros grandes empresarios deben recibir condiciones privilegiadas, de forma tal que generen más riqueza para nuestro país. ¿Acaso esto está mal? Nuestro líder intentó comunicarse directamente con el arzobispo para aclarar las dudas, porque no puede ser que nuestro Santo Padre, ahora vaya a replicar el aburrido discurso de los seudoambientalistas de este país.
No, no puede ser. Nos negamos a creer que así sea. ¿Por qué habría el papa Francisco de caer en la trampa de quienes nos quieren obligar a vivir en espacios más pequeños, vivir más cerca del trabajo, usar transporte público, y comer de manera más saludable? ¿Por qué habría el Vaticano de empezar a promover estas ideas que son claramente antiprogreso?
Bueno, asumamos que el calentamiento global realmente se está convirtiendo en un gran riesgo para el planeta. ¿Pero cómo nos incumbe eso a nosotros? ¿A los ciudadanos de a pie? Ese es un problema solamente de las grandes empresas y algunos gobiernos poderosos, ¿o no? Es decir, es difícil pensar que yo pueda generar un impacto en mi familia, en mi barrio, o mi sociedad solamente cambiando mis hábitos de consumo y movilidad. Además, como ya nos han explicado los amigos (cuasiacadémicos, ultraempresarios) petroleros muchas veces: podría estallar un volcán en cualquier momento, y contaminar mucho más de lo que contaminamos hoy con nuestra adicción al carro y al consumismo.
Esperaremos unas semanas para evaluar el efecto político que tenga esta encíclica. Sin embargo, desde ya empezaremos a hacerle seguimiento a los grandes conocedores del tema ambiental; científicos sin doctorados pero con gran experiencia en la escuela de la vida. Un personaje a seguir, por ejemplo, podría ser el candidato presidencial en Estados Unidos, Jeb Bush (hermano de George W. Bush), quien ya ha anunciado que cuestiones de economía no está obligado a seguir a los obispos ni al papa. ¡Qué visionario! ¡Qué orgulloso debe hacer a su hermano George W!