El próximo 1 de mayo la Universidad Nacional estrenará rectora. En tiempo récord y en contracorriente a las votaciones en las que participaron docentes, estudiantes y egresados, el Consejo Superior Universitario escogió a la química e investigadora Dolly Montoya. Sin embargo, la profesora, que lleva 24 años trabajando para la universidad, fue la que tuvo el menor respaldo de la comunidad universitaria. ¿Por qué terminó quedándose con la rectoría?
El Consejo Superior es el máximo ente en la Nacional. Tiene la última palabra sobre las decisiones que se toman y las consultas solo son una manera de medirle el pulso a la opinión de quienes hacen parte de la universidad. El Gobierno tiene la mayoría en un consejo compuesto por 8 cabezas; Yaneth Giha Tovar, ministra de Educación y presidenta del consejo, dos personas designadas por el presidente Santos, Ramón Fayad Nafah, representante del Consejo Nacional de Educación Superior –CESU; José Félix Patiño Restrepo, representante de los exrectores; el representante estudiantil, el representante de los decanos y la representante de los profesores.
La participación en las consultas, realizadas en todas las sedes del país, fue muy baja. De las 172.371 personas que podían votar, solo 18.744 efectivamente decidieron hacerlo. Además, llamó la atención que el voto en blanco entre los estudiantes tuvo un resultado histórico: 3.732, superando a la electa rectora Dolly Montoya. Sin embargo, el Consejo Superior Universitario muchas veces ni siquiera toma en cuenta estas votaciones, y según un profesor de la universidad, que pidió ocultar su nombre, “esas consultas solo se hacen para hacerle creer a la comunidad universitaria que tienen alguna participación en la elección de su rector. Mire no más el voto de la representante de docentes y el de estudiantes, los dos se abstuvieron de votar en el consejo porque sabían que no iba a tener alguna injerencia”.
El fin de semana anterior a la decisión, tres candidatos eran los más sonados para llegar a la rectoría: Jorge Iván Bula, el más votado por los profesores; John William Branch, el segundo más votado por los estudiantes después del voto en blanco; Dolly Montoya, que contó con el respaldo de los dos designados por el presidente Juan Manuel Santos; y Edna Bonilla, que contaba con el voto de la ministra Ghia. Sin embargo, el día de la votación del consejo todo cambió en menos de una hora.
Cuando empezó la deliberación del consejo la ministra de Educación, quien nunca había asistido a ninguna reunión en su casi año y medio al frente de la cartera y la presidencia del consejo, propuso hacer un primer sondeo, en el que cada integrante escribió en un papel los nombres de dos candidatos por los que votarían. Inmediatamente la profesora Beatriz Martínez de Vargas, representante de los docentes, y Andrés Felipe Salazar, estudiante de Ciencia Política y representante estudiantil, se opusieron a la sugerencia. No hubo nada que hacer, eran dos contra seis, por lo que decidieron abstenerse de votar en la primera intención.
La primera votación dejó a Dolly Montoya como la favorita: cinco veces apareció su nombre postulado, a pesar de tener el menor respaldo de puertas para fuera. Edna Bonilla tuvo dos votos, Bula otros dos, uno para Branch y uno para Jorge Hernán Cárdenas, hermano del ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas. La ministra Giha mantuvo su voto por Bonilla, sin embargo, cedió ante la presión de los representantes de Santos, Carlos Eduardo Angulo Galvis y Paulo Orozco; y de Ramón Fayad, representante del CESU, puesto que históricamente se ha mantenido del lado del Gobierno. Ya no quedaba mucho por decidir y la votación final, de la que el representante estudiantil y de profesores se volvieron a abstener, quedó 5 a 1 a favor de Montoya.
El Gobierno decidió no respaldar al hermano del ministro Cárdenas por no tener doctorado, y al final descartaron a Edna Bonilla por considerarla muy joven. Por los próximos tres años la química Dolly Montoya estará al frente de la Universidad. Aunque viene de ser vicerrectora de Investigación en Colciencias, la comunidad universitaria, que durante las últimas tres elecciones ha protestado con la decisión final del Consejo Superior, no ve en ella a una buena administradora a pesar de ser reconocida como una excelente maestra.