En los años 90, Hernán Zajar era el rey midas de la moda. Toda reina que vestía para el Concurso Nacional de Belleza quedaba seleccionada entre las finalistas. Las productoras de televisión lo contrataban para hacer el vestuario de las telenovelas, por lo que llegó a diseñar para Alejandra Borrero en esa maravilla de Carlos Mayolo que fue Azúcar y para una jovencísima Margarita Rosa de Francisco en Gallito Ramírez la historia que le dio el apodo por el que muchos la conocen: La mencha. Además, sus colecciones eran lanzadas en las principales ferias colombianas de moda como el CaliExposhow y Colombiamoda.
Y es que los diseños de Zajar estuvieron presentes en desfiles en Milán y Nueva York donde exhibió prendas en tejido en caña flecha y con incrustaciones en filigrana, arte que aprendió en su natal Mompox. Tras su auge, el diseñador se fue a vivir a los Estados Unidos, en donde montó una oficina y llegó a distribuir a 38 canales de venta en todo el mundo. Pero la caída de las Torres Gemelas cambió tanto la economía que su negocio se vio afectado.
Esta fue la primera vez que el diseñador le tocó sortear su empresa, por eso, tomó la decisión de volver a Colombia, su tierra donde durante décadas fue el más top de los diseñadores. Aun así, la moda es una suerte de ruleta que cambia cada temporada, motivo que a Zajar le pudo haber jugado una mala pasada.
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Con la globalización, los mercados de moda en el exterior se abrieron. Sin embargo, quienes aprovecharon la oportunidad fueron las diseñadoras (contemporáneas a Zajar) Silvia Tcherassi y Pepa Pombo. Dos mujeres tan astutas que han hecho una gran fortuna de clientes en todo el continente o como en el caso de Tcherassi, quien logró ingresar en los portales de preventa de lujo Moda Operandi y Net-a-porter. Y aunque Zajar sigue diseñando, deja la duda si su negocio dejó de crecer por una mala estrategia o por sus creaciones.
Aun así, Zajar ha sido el padre de muchos diseñadores jóvenes que hoy están brillando por mezclar artesanía con moda. Él mismo reinventó el crochet y lo fusionó con la pedrería para luego convertir esto en la esencia de su estilo.
En el 2005 presentó en Colombiamoda: Mariamulata, una colección artesanal en la que el diseñador hizo un homenaje a la mujer negra y donde trabajó con varias comunidades indígenas del país como los Wayuú, Embera y Katíos.
Y es que nacer en Mompox, vivir en Cartagena y tener un padre Libanés ha sido una amalgama de experiencias que han llevado a Hernán Zajar a diseñar pensando en las curvas de la mujer y en el colorido del trópico, el cual lo usa en su máxima expresión. Pero la vida lo llevó a establecerse en la fría capital donde le ha tocado romper estereotipos en cuanto al vestuario y el clima.
Lo cierto es que estar en Bogotá ha sido más una estrategia comercial que de diseño. En esta ciudad, Zajar se ha encargado de extender sus líneas para diversificar su mercado y tener ingresos más seguros que los que da vender moda. Es así, como comenzó su línea corporativa con la que logró, incluso, hacer la dotación de los nuevos uniformes de la Policía Nacional.
En cuanto a moda, en el 2019 el diseñador presentó durante el Festival de Jazz de Mompox su última pasarela con una colección llamada Cañaguates, donde su inspiración vino de los recuerdos de su infancia, las calles tupidas en flores amarillas, las baldosas de su casa, su familia.
Un año después, con la llegada de la pandemia le tocó moldear su vivienda en oficina e incluso poner la puerta de la entrada como tablero para pegar figurines, como lo enseñó para el programa Hola Tv. Pero eso no fue todo, Zajar también aprovechó el tiempo que le quedaba libre para hacer un curso de bordados virtual con la comunidad de Mampuján ubicada en Los Montes de María.
Hoy a sus 65 años, el diseñador que disfrazaba a su hermana de pequeños es una leyenda del diseño nacional. A pesar de esto, su estancamiento creativo ha vuelto sus trajes tan monótonos que pasan desapercibidos entre la moda local. Y aunque el reinado nacional se acabó, aun así, la gente no puede olvidar quién fue el que hizo a las reinas brillar.