Que la Policía Nacional está en el centro del debate, es irrefutable. Ocupa, como pocas veces en los últimos 30 años, atención constante en plena contienda electoral, al punto que se ha convocado a precandidatos presidenciales a discernir exclusivamente ante la opinión pública sobre sus propuestas de reforma a la Institución Policial. Pocas sorpresas con planteamientos previsibles caracterizaron el debate, escaso de iniciativa, lleno de generalidades, marcado por la ignorancia política de la función policial, e inmerso en la polarización ideológica que vive el país.
Tres temas llamaron la atención en las posiciones de los candidatos. El primero y en el que todos coinciden, se desprende de la forma como la Policía Nacional afrontó la protesta, la misma que se tornó en criminal, dando origen a grupos beligerantes como la denominada “primera línea” y “puerto resistencia”, ahora “digna resistencia organizada”. Protesta que sobre expuso a la Institución en cumplimiento de su deber, prevaleciendo el uso de la fuerza legítima para conjurar graves alteraciones del orden público.
El bloque de izquierda de los candidatos, criticaron vehementemente la actuación policial en las protestas, y atribuyen a esto la principal razón para reformarla, tema en el que todos concuerdan. Pocos recordaron que la policía protegió la democracia y evitó que se prolongora y se materializara el propósito de mantener un país bloqueado, destrozado, desabastecido y un comercio desmantelado.
Sin desconocer sendos excesos en el uso de la fuerza, sobre los cuales la dirección de la policía, la Procuraduría y la Fiscalía ya han tomado decisiones; debe reconocerse que la Institución actuó con apropiada y debida ponderación en el 99 % de los eventos de protesta, restableciendo la normalidad y protegiendo los intereses colectivos. Y aunque no fue sorpresa, el debate reafirmó que la izquierda del país sigue anclada en el fantasma del denominado e inexistente “enemigo interno”.
El segundo tema fue la “militarización” de la Policía y la necesidad de extraerla del Ministerio de Defensa Nacional. Se sigue desconociendo el alcance de la Constitución del 91 que le asigna alma y cuerpo civil a la Institución, además de los contínuos esfuerzos por educar y entrenar a los policías con enfoque polivalente. El carácter, el criterio, los valores, habilidades y competencias que se forjan desde las escuelas policiales se orientan para afrontar escenarios adversos y hostiles, pero también en el cumplimiento de tareas preventivas y comunitarias. Es impreciso entonces afirmar que tenemos una policía militarizada. Se confunde ingenua o intencionalmente el uso legítimo de la fuerza y la disciplina, con la militarización policial.
La Policía Nacional ha fortalecido su formación en el respeto de los derechos humanos, también para las minorías. Cada año se incorporan mujeres, indígenas, raizales y afrodescendientes a la Institución, muchos de ellos becados por el gobierno americano. Se ha creado la Dirección de Derechos Humanos y cada día se afianza la formación en género y uso legítimo de la fuerza, con especial asesoría y cooperación de Suecia y Francia.
Queda claro en el debate que la Izquierda o pasa a la Institución al Ministerio del Interior o da origen a un Ministerio de Seguridad Pública. Los demás candidatos consideran que debe seguir en el sector Defensa. Por ahora, es muy acertada la posición del gobierno de mantenerla en el Ministerio de Defensa mientras subsistan las graves amenazas a la seguridad nacional. Adscribirla al Ministerio de Justicia es un adefesio y directa contradicción con la esencia y naturaleza de la Policía; por lo que se espera que la iniciativa aprobada en primer debate en el Congreso no progrese.
Finalmente, el debate abordó las condiciones de seguridad y convivencia, y las propuestas para enfrentar el crimen organizado. Importante desafío para los candidatos, cuando afrontamos récord histórico del 96 % en la percepción de inseguridad, y la tendencia al incremento de delitos como el homicidio y el hurto. También las amenazas que siguen vigentes, el ELN, las disidencias de las Farc, el Clan del Golfo, y las bandas criminales, y para contenerlas, es necesario intervenir con mayor estrategia e inteligencia los engendros de la violencia desplegados desde el Catatumbo, Arauca, Tumaco y el Bajo Cauca, eliminando las economías criminales, y replanteando el enfoque sobre las fronteras y la seguridad rural.
________________________________________________________________________________
La mayoría delos candidatos rechaza la militarización de las ciudades para recuperar la seguridad, y todos, en consenso, están en contra del voto para los miembros de la Fuerza Pública
________________________________________________________________________________
En este acápite, los candidatos se movieron en similar posición, más de lo mismo, no presentaron programas agresivos, innovadores con visión estratégica para transformar las condiciones de estos territorios. A su vez, la mayoría rechaza la militarización de las ciudades para recuperar la seguridad, y todos, en consenso, están en contra del voto para los miembros de la Fuerza Pública
Los candidatos tienen la convicción que para mejorar significativamente las condiciones de seguridad y convivencia ciudadana, se debe reformar la Policía Nacional. Seria equivocación; la clave está en el diseño y aplicación de una política criminal y de seguridad pública acertada, eficaz y sostenible. La policía, es el organismo de seguridad del Estado con mayor solidez, que se moderniza y transforma permanentemente, y que exporta experiencia y conocimiento a otros países. Claro con asuntos acumulados que deben intervenirse, entre ellos, el modelo de liderazgo, la estructura educativa y de incorporación y el mejoramiento ostensible de la escala salarial.
Pronto conoceremos el informe de la comisión de transformación policial que ha conformado el gobierno nacional. Está integrada por académicos, investigadores y oficiales de la reserva de altísimas calidades personales y profesionales. Sesiona con absoluta libertad e independencia y procura formular las mejores recomendaciones ajustadas a la realidad del país. De aquí no podría desprenderse un modelo policial hecho a la medida de una ideología política, y mucho menos de una “Gestapo” que paranoicamente cunde en el imaginario de quienes quieren acabarla.
LPNSN: fue injusto y sobredimensionado el escándolo suscitado con la demostración realizada por alumnos de la Escuela de Formación Simón Bolivar de Tuluá sobre la siniestra época nazi. La casuística policial admite caracterizar vivencias criminales para entender los fenónemos y la forma de afrontarlos. Las redes sociales no pueden seguir siendo las determinadoras de las decisiones que afectan vidas y arruinan el futuro de personas e instituciones.