No tengo nada contra Alvaro Lemon, debe ser hasta un buen tipo. Eso si nunca me gustó su humor. No solo no me gustó sino que me parece que es todo lo que no debe ser un comediante. A diferencia del Culebro Casanova, del mismo Jimmy Salcedo, su humor ha envejecido con los años. Él es el símbolo de uno de los programas más desagradables y más duraderos de la televisión nacional, Sábados Felices. Junto a Hugo Patiño, Convalizza y demás esperpentos pusieron de moda una forma de hacer humor que siempre recurrió a la homofobia y al racismo. A veces Sabados Felices se parecía a Risas y salsas, el innombrable programa peruano, solo faltaban los enanos y las prostitutas.
Ahora le van a hacer homenajes como si este fuera un Monty Phyton, de pronto hasta saque un libro, sus memorias como un Jerry Lewis. Es triste que su influencia permee el humor de todos los tios de las casas colombianas, esos viejos verdes asquerosos que después de morbosear a la sobrina se ponen a contar chistes, uno tras otro y uno tras otro como una maldita peonza. Algunos incluso se pusieron a tocar la guitarra.
Tenemos que acabar este tipo de humor si queremos hacer un mejor país. Es que miren que solo los inteligentes hacen el mejor humor y acá, después de Jaime Garzón, se acabaron los humoristas brillantes. Un símbolo de nuestra brutalidad son los casi cincuenta años que va a cumplir ese programa nefasto que es Sabados Felices. Si se va a jubilar él y el tal Norberto que aprovechen para que no los soprenda la muerte ignominiosa. ¿Se acuerdan lo espantoso, lo perturbador que era ver al Flaco Agudelo de niño? Dios quiera que mis ojos no vuelvan a ver tamaña afrenta al mal gusto. Ojalá señor Hombre Caimán sus compañeros de Sabados Felices sigan su ejemplo.Alvaro lem
