Hace poco leí un twitter fascinante: “Yerry Mina parece que jugara con tacones”. Así de torpe es, de inestable, como si no pudiera manejar los 1.90 de estatura que tiene. Es lento, casi siempre está mal perfilado a la hora de enfrentar al rival, sin distancia cuando se trata de atacar la pelota. Su única virtud debe ser el cabezazo. El resistido Carlos Antonio Vélez también soltó una perla sobre Yerry: “Es un peligro en las dos áreas”, haciendo referencia a su poder ofensivo y a lo poco confiable que es defendiendo.
Es que Mina ha sido un tipo con suerte: convirtió tres goles en el Mundial de Rusia, transformándose en el segundo goleador histórico de la selección en los mundiales. En ese momento su incursión en el Barcelona había sido un durísimo fracaso. La directiva Culé creyó que la plata que había pagado por él al Palmeiras, 11.8 millones de Euros, se había perdido para siempre. Aunque apenas jugó en el equipo de Messi y cada vez que lo hizo despertó las críticas de los exigentes periodistas que siguen al Barcelona, los tres goles en Rusia 2018 sirvieron para que el Everton pagara 30 millones por el de Guachené. La platica no se perdió.
Mina tiene un ángel de la guarda, su tío y representante Jair. En septiembre del 2020 ambos terminaron su relación. Fue él quien sacó en el 2013 de Guachené a esta promesa del fútbol caucano para ponerlo a jugar en el Deportivo Pasto luego de que Millonarios lo rechazara. Entonces vino una carrera ascendente que terminaría con su millonario pase al Everton y la consagración en el Mundial de Rusia. Pero, ojo, puede que ya Jair no sea legalmente su representante en Europa pero él sigue moviendo los hilos en Colombia. Es común que se vea al tío del futbolista regalando camisetas a periodistas que después las rifan en sus programas o los invite a cenas para asegurar que no hayan críticas a su sobrino.
Porque es increíble que se acepte la titularidad indiscutida de un tronco de las dimensiones del caucano. Además con actitudes absolutamente reprochables como el bailecito ridículo que hizo en la definición por penales contra Uruguay y que en ese país se interpretó como una provocación. Cuando hay ronda de penales estos no se celebran como un gol a no ser de que sea el definitivo, el que clasifica. Ya Mina había mostrado su talante en un partido de Copa del Rey contra el Barcelona cuando hizo lo mismo con su bailecito de panita. El rey de las coreografías solo fue cuestionado por un periodista, Nicolás Samper, quien aconsejó que alguien hablara con este muchacho y lo bajara a la realidad. Porque, dentro del camerino, hay jugadores que no lo soportan.
Es que no puede seguir pasando de agache que Mina fue uno de los jugadores que le hicieron el golpe de estado a Carlos Queiroz y que fue protagonista además de las goleadas contra Uruguay en Barranquilla y contra Ecuador en Quito. El Panita no debe seguir siendo titular, ahí está Oscar Murillo, Cuesta y Lucumí, cualquiera puede ser mejor que el de Guachené que sigue viviendo del lobby que hace su tío con los periodistas y de los 3 goles en el mundial del 2018. Pero no se puede seguir teniendo esa bomba de tiempo en el área de Colombia es que, dentro de poco, en cada tiro de esquina, Ospina va a tener que gritarles a sus compañeros “¡Marquen a Mina!”
