El 19 de diciembre de 2020 el general Fernando Murillo recibió la noticia sobre su nuevo cargo como director de investigación criminal y de Interpol. Pero detrás de su nombramiento se escondía un objetivo superior: acabar con el Clan del Golfo y con su jefe máximo, Otoniel. Eso significaba que sería también el jefe de un grupo especial de unos tres mil policías que secretamente se conocían dentro de la institución como los Lobos en medio de una operación que se llamó Agamenón.
Cuando se lanzó Agamenón, en 2016, estructurada por Juan Manuel Santos, su entonces ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón y Rodolfo Palomino como director de la Policía, el hoy general Murillo, un bogotano de nacimiento, pero tolimense de crianza, tenía el grado de coronel y estaba en la dirección antisecuestro de la institución, a donde llegó después de comandar la inteligencia en los departamentos de Medellín, Tolima y Valle del Cauca, tres regiones pesadas en materia de seguridad.
Hijo de Álvaro Murillo Saavedra, un suboficial retirado del Ejército y la ama de casa Flor María Orrego vivió toda su infancia y juventud, junto a sus padres y cinco hermanos en la capital tolimense hasta que se embarcó solo hacia Bogotá a sus 19 años con la ilusión de ser policía. Entró a la Escuela de General Santander en enero de 1987 y dos años después salió de allí como subteniente, con la tarea de dirigir un CAI en Bogotá.
El general Murillo, quien sueña con vivir pensionado en su amado Tolima luego de cumplir otros dos sueños profesionales: colgarse el cuarto sol en el hombro de su uniforme, como general full, y llegar a dirigir la Policía Nacional, conoce como pocos la milicia del país. Hizo parte del bloque de búsqueda que dio con Pablo Escobar y de otros operativos como la captura del hombre que extorsionaba al Tino Asprilla.
Es un policía al que le apasiona estar con las botas puestas pisando el terreno en el que se mueven sus subalternos. Ni siquiera el filo de la muerte lo hizo ser un policía de escritorio. Cuando era capitán y jefe de inteligencia en el Tolima, durante una operación de rescate del entonces alcalde del municipio de Santa Isabel, fue víctima de una emboscada junto a nueve de sus hombres, de los cuales dos murieron. Él y cinco más quedaron heridos.
Como comandante de la dirección de la unidad de Investigación Criminal e Interpol y director de la operación Agamenón logró en pocos meses acercarse al escurridizo, pero hoy capturado alias Otoniel. Los hombres bajo sus órdenes e instrucciones, junto con el director de inteligencia, general Norberto Mujica, fueron de los primeros en sacar corriendo a Otoniel de sus lujosas propiedades y ponerlo a vivir mal en casuchas de madera en medio de la selva del Urabá.
Desde que tomó el cargo, con la orden presidencial de atrapar Otoniel, los resultados comenzaron a aparecer. Al capo del Clan del Golfo lo vieron varias veces con cámaras espías y con hombres y mujeres infiltradas, que él general supo acomodar muy bien, como fichas de ajedrez, para convencer cada vez más a sus guardianes de delatarlo.
Contra Dairo Antonio Úsuga hubo más de mil quinientas operaciones en las que le incautaron unas 5000 toneladas de cocaína y 2.300 bienes entre casas, fincas y carros, avaluados en más de 300 mil millones de pesos. Durante Agamenón le atraparon cuatro mil de sus hombres y al menos 150 han fueron dados de baja. Son los números que hoy acompañan al policía que lideró el atrapar a Otoniel.
Fue Murillo, un hombre de 54 años, 34 años de ellos en la policía, como comandante del operativo contra Otoniel, junto a sus más fieles hombres, como el director de Inteligencia, el comandante de las Fuerzas Militares y junto al fallecido exministro Holmes Trujillo, cambiaron la dinámica y las estrategias para dar con la captura del capo. A estas nuevas estrategias dentro de la misma operación Agamenón le llamaron operación Osiris, un plan más detallado enfocado solo en la captura de Otoniel y que muy pocos hombres, entre ellos el presidente Iván Duque, su ministro de Defensa, Diego Molano, y unas cuantas cabezas del Ejército y la Policía conocían en detalle.
El general Murillo también se puso al frente de Osiris y con tan solo 500 lobos de las unidades de inteligencia, contrainteligencia, antisecuestro y contraguerrillas, bien equipados y apoyados por Estados Unidos y Reino Unido avanzaron en medio de la manigua para cada vez cerrar el cerco del capo, quien desde ya hacía bastante tiempo sabía que su batalla personal estaba perdida.
Al primero al que le reportaron la captura de Otoniel fue al general Murillo, quien estaba muy cerca de la zona al pendiente de cada milimétrico paso de sus lobos para atrapar al hombre más buscado del país, por el que ofrecían 5 millones de dólares como recompensa. La captura de Otoniel es sin duda otra condecoración más para Murillo, quien en su hoja de vida tiene 243 felicitaciones especiales y 143 condecoraciones colgadas en el pecho que se ha ganado con las botas puestas.