El cuestionado candidato de Tibú (N. de Santander)

El cuestionado candidato de Tibú (N. de Santander)

Bernardo Betancourt estuvo en arresto domiciliario por parapolítica

Por: Juan Carlos Espitia
julio 29, 2015
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El cuestionado candidato de Tibú (N. de Santander)
Fotos: tomada de wradio.com.co/ tibu-nortedesantander.gov.co

Cuando los paramilitares al mando de Salvatore Mancuso incursionaron el 29 de mayo de 1999 en Tibú, Norte de Santander, nadie se hubiera imaginado que sería un largo y doloroso camino regado de muerte. Un tiempo que se volvió eterno, como si los dueños imaginarios de aquellas tierras volvieran llenos de odio y ensañados con un plan de venganza por la posible usurpación de sus bienes.

En menos de dos meses, tierra y habitantes quedaron a merced del nuevo vasallaje que a su paso imponían con terror y sangre la ley de la fuerza y la violencia. La primera no con la razón de sus intereses pacifistas y la segunda, esa sí, con la irracionalidad de dominar y esclavizar.

Así transcurrieron centenares de asesinatos y desapariciones que pasan de 3.000 en cinco años de alegres carnicerías humanas y el desplazamiento de otros miles, que vieron esfumarse toda una vida de trabajo sueños y esperanzas, pero también a los que quedaron el miedo y la incertidumbre que soportaron estoicamente los embates de aquella furia canivalezca propia de un estado de locura de la época hitleriana.

La primera masacre ocurrida en el casco urbano fue cuando los asesinos protegidos por la gélida noche, acompañada de una pertinaz lluvia, que no siendo suficiente camuflaron sus rostros con pasamontañas negras para no desentonar de la oscuridad reinante que completaron con el corte de la luz eléctrica que en esos momentos iluminaba las calles ya apacibles y taciturnas de ese pueblo tan querido, se presagiaba así la magnitud de la tragedia: en total 21 personas muertas, incluyendo aquellos que lograron salir con vida, pero que no les alcanzó para conservarla al día siguiente debido a la gravedad de sus heridas.

En medio de una operación sistemática llegó una segunda masacre colectiva, pero ya no con la cómplice noche ciega, sino con el destello de un sol que vislumbraba el accionar paramilitar aquel domingo a la luz meridiana: 13 personas cayeron por las hordas brutales de los asesinos que imponían con ese accionar el orden y para aquellos que, aún incrédulos, creían que los gestos de obediencia solo era para los actores en conflicto, negándose a aceptar que aquellos les estaban cambiando su manera de pensar y de vivir para siempre.

Así se escribía la historia de aquellas hermosas tierras tibuyanas, de cuantos quedaron en el olvido por la indiferencia cuando eran obligados a subir a los vehículos o motos de sus asesinos y, lugares como los higuerones, la batea, los pinos, la paz, fueron destinados como fosas o cementerios comunes, donde miles de vidas quedaron enterradas en medio del desespero y la crueldad.

Hoy los jefes de aquellas lúgubres batallas que se tiraban a cazar a sus víctimas con un dejo de satisfacción triunfal, no importaba el tamaño de la atrocidad, lo tétrico y monstruoso del hecho cadavérico, deambulan por los pasillos del centro carcelario de Cúcuta desde donde hacen el recuento de aquellos sucesos buscando resarcir sus actos con la justicia, que bien pronto los cobijara, solo para descubrirles que ya se vencieron los términos del pre-acuerdo y que pueden volver a la libertad, mientras sus víctimas, algunas duermen el sueño de los justos y las otras perviven día a día el dolor que les dejo la pérdida de familiares y amigos.

Los jefes llamados con los alias de 'Mauricio', 'ZC', 'Pacho', 'el Osito', han manifestado en sus audiencias con la Fiscalía, que, entre otras personas, el alcalde de aquel entonces, Bernardo Betancourt, había sido el único que les había acompañado y colaborado, así como su padre, que les solicitaba que no lo fueran a dejar solo. Al señor exalcalde Betancourt lo investigaron en el 2011 por supuesta conformación de grupos paramilitares en la región, concierto para delinquir y narcotráfico, fue puesto en arresto domiciliario por esos hechos y al poco tiempo un juez lo dejó en libertad. Hoy está avalado por el Partido Conservador y es el más firme candidato a quedarse con la alcaldía del municipio por segunda ocasión. La política es dinámica, pero la ética dice que ante la duda abstenerse, la ambición y las ansias de poder es irresistible, mas que la moral, la buena fe y las buenas prácticas.

Ojalá que el pueblo de Tibú dé un zarpazo y haga honor a su extraordinario nombre, el Catatumbo, que truene y relampaguee y renazca de su olvido.

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