Desde las páginas de su revista, Semana, Felipe López Caballero le ha apostado al proceso de paz y es un convencido del buen resultado que tendrán los diálogos de La Habana. Está tan convencido de la firma de la paz que decidió prepararse para el posconflicto, como él mismo dice con gracia, y aceptar que más temprano que tarde los colombianos tendrán que aceptar la nueva realidad política del país con los exguerrilleros de las Farc como actores políticos.
Decidió entonces adquirir en una subasta en Paris, una pintura clásica de la escuela del llamado realismo socialista, que enaltecía pictóricamente a los héroes de la Revolución de octubre, y colgarla en la pared principal del comedor privado de su elegante y moderna oficina del edificio que desde finales del año pasado estrena el Grupo Editorial Semana en la carrera 11 con calle 77 en Bogotá.
Se trata de un óleo de un gran formato con Lenin dirigiéndose a las multitudes triunfantes de la Revolución de octubre en la Plaza roja de Moscú que debió ser pintando a finales de los años veinte. Los cuadros colgados en las paredes o los objetos en las mesas de oficinas o salones, se aprovechan en muchos como pretexto para iniciar conversaciones y distensionar el ambiente previo a encuentros o reuniones difíciles. En el caso de Felipe López no podía ser distinto, un hombre que ha interactuado con el poder desde siempre y que sin haber cumplido los treinta años ya era el secretario privado del Presidente de la República, que era su padre Alfonso López Michelsen. Felipe sabe mejor que nadie de rituales, aperitivos y sobremesas. Un poder que ha ejercido a cabalidad desde Semana, que fundó hace 32 años y se ha convertido en la revista más influyente del país.
Felipe López se está preparando para el posconflicto y sabe que por su oficina y tal vez por su comedor pasaran los nuevos actores en una país en camino de la paz y que mejor que poder iniciar una conversación con un cuadro de Lenin, que permita iniciar la conversación alrededor de la Revolución de Octubre, Lenin, y Moscú, una temática trasegada por los comandantes guerrilleros, militantes del Partido Comunista que nació con la revolución rusa y en el caso de los negociadores de La Habana, la mayoría han estudiado en las universidades de Moscú o en los países de la Cortina de hierro.
Por el momento Felipe López se divierte con el cuadro de Lenin, que además impacta, y se lo muestra con la consecuente explicación a los comensales. Espera, como todos los colombianos, que llegue pronto el día en que este clásico del realismo socialista cumpla su cometido y sea el abrebocas de un encuentro con Timochenko, el máximo comandante de las Farc, en el que se hable seriamente de la Colombia del posconflicto.