¿Médicos con fronteras? Hoy traigo a mi memoria el título que tenía en mente para una nota ciudadana, en la cual pretendía sentar una enérgica protesta por el tratamiento de segunda que se venía dando a los profesionales de la salud en Colombia. Es que son muchas las situaciones desafortunadas que han tenido que sortear.
Por un lado, hace un tiempo, con la esperanza de ser enganchados, decenas de médicos recién egresados enviaban sus hojas de vida a las empresas del sector salud para postularse a diversas vacantes, ignorando que en muchos casos las cacareadas convocatorias meritocráticas no eran más que una farsa porque los futuros candidatos a ser contratados estaban previamente apalancados.
De otro lado, si bien es cierto que el sistema de salud convirtió a los médicos generales en simples tramitadores, a pesar de los largos años de estudios y del alto costo de la carrera, a nadie le parecía vergonzoso pagarles cinco mil pesos por hora, sin prestaciones sociales. Cabe anotar que eso era mucho menos de lo que recibía un empleado recién enganchado en el nivel asistencial del sector público.
Además, aunque para muchos su sueño era especializarse, eso resultaba casi imposible en este país, ya que la probabilidad de ser admitido era nula: menos del cinco por ciento de los aspirantes con recomendaciones previas eran aceptados, a pesar de los altos costos de estos estudios. Es más, hacer una especialización implicaba pagar por trabajar duramente y de manera gratuita en una institución hospitalaria. Hablando de eso, hace poco se cumplió el plazo que otorga una ley para pagarles a los residentes unos pocos salarios mínimos y todavía no se sabe si las autoridades competentes están haciendo cumplir la norma.
Ante esta perspectiva, hace algún tiempo, muchos profesionales de la salud optaron por realizar sus especializaciones en el exterior. Sin embargo, según informes de prensa, más de cuatro mil especialistas en Colombia llevan varios años esperando que el Ministerio de Educación les homologue los títulos, así que tampoco sirvió de mucho.
No obstante, en la actualidad, dada la crisis derivada de la pandemia, las instituciones de salud, a diestra y siniestra, con cazatalentos y sin ellos, publican diariamente avisos de vacantes en el sector, con mejores remuneraciones, tratando de atraer a las personas que hace solo un par de meses rechazaban de manera contundente al revisar sus balances financieros.
En un país en el cual unas minorías que luchan por el poder y los recursos han colocado el dinero por encima de la vida, es normal que coexistan unos grupos que aplauden a los nuevos héroes con otros que los discriminan y los aíslan por el solo hecho de llevar una bata que los identifica con el sector salud, a pesar de que están arriesgando su vida por nosotros. Incluso los están enviando a la guerra sin armas, lo cual es criminal. Un país dividido de esa manera seguirá siendo una vergüenza para la humanidad.