El crimen que hundió de por vida a Jorge 40

El crimen que hundió de por vida a Jorge 40

El jefe paramilitar secuestró y mandó a matar al ganadero Sixto Quintero, y luego a su hijo Rubén, único testigo. A sus 71 años acaba de ser condenado a 40 años

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febrero 28, 2022
El crimen que hundió de por vida a Jorge 40

Rubén Darío Quintero era el único que sabía que a su papá, el ganadero Sixto Quintero Rengifo lo había secuestrado y mandando a asesinar Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, y no la guerrilla como se decía en las calles de Valledupar y aseguraban las autoridades. En 1998, Quintero Rengifo de 63 años tenía prósperos negocios de agricultura y ganadería en el Cesar y La Guajira, cuando recibió en su despacho la visita, sin previo aviso, de René Ríos González, alias Santiago Tobón. Era un emisario de Salvatore Mancuso , quien había llegado a la región desde Montería para reforzar el grupo de hombres que Jorge 40.quería convertir en máquinas de guerra. Con suspicacia, recibió a Tobón, sin saber quien era el hombre que sin titubear le exigió $ 40 millones que debía entregar en efectivo esa misma semana.  Se rehusó, no le daría un peso a ninguna organización criminal y lo echó de su oficina. Santiago Tobón no se marchó sin antes decirle que se atuviera a las consecuencias, unas palabras que Sixto Quintero no tomó en serio, pues no era la primera vez que recibía amenazas por su fortuna.

En 1996, Jorge 40 daba sus primeros pasos en el paramilitarismo como comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y estaba dispuesto a acabar con la guerrilla mientras intentaba guardar la reputación de empresario y hombre de bien de Valledupar. Por eso, Santiago Tobón, la mano derecha ideal, le hacía los mandados y se encargaba del trabajo sucio. La semana que visitó a Sixto Quintero, Santiago Tobón le hizo el mismo pedido a los Mejía, los Ochoa, los Daza, los Urón y a los Ortiz, familias prestantes conocidas por Rodrigo Tovar. En una ciudad pequeña como Valledupar eso significaba que asistían a las mismas fiestas o habían cruzado unas cuantas palabras en el Club  Valledupar.

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En la década de los 90, Rodrigo Tovar daba su primeros pasos en el paramilitarismo y Santiago Tobón fue la mano derecha perfecta

El 27 de enero de 1998 se dio el secuestro de  Sixto Quintero en su casa en el barrio Los Cortijos. Dado el modus operandi del rapto, el hecho fue atribuido a las Farc. Su esposa, Ana María Barroso,  se mantuvo en contacto con él vía telefónica durante dos meses. Los hombres que se comunicaban con ella decían pertenecer al Frente 19 mientras que su marido la tranquilizaba con la promesa de que saldría en libertad. La zozobra en la familia Quintero crecía, temían que el problema de presión arterial de Sixto resultara letal durante de su cautiverio, pero la preocupación se encendió cuando se enteraron de que no era las Farc si no el ELN del Frente 6 de diciembre quienes tenían a Sixto en su poder. Sin embargo, los elenos desmintieron la información, ellos nunca lo secuestraron.

Un día las llamadas y pruebas de supervivencia de Sixto Quintero dejaron de llegar y luego de 6 meses de cautiverio llegó su cuerpo. En Valledupar, se le continuaba atribuyendo el crimen a la guerrilla, lo que resultaba insólito pues aquel año Andrés Pastrana se había reunido con Manuel Marulanda para iniciar un proceso de paz con las FARC-EP, lo que le dio la victoria en las elecciones presidenciales de aquel año, 1998, en segunda vuelta frente a Horacio Serpa.

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Andrés Pastrana e Iván Marulanda en negociaciones en 1998

Rubén Darío Quintero era el hijo mayor y más cercano a Sixto, le administraba sus negocios, además de ser propietario de 3 estaciones de gasolina y de la empresa de comunicaciones Bíper Renta. Las versiones del secuestro y asesinato de su padre nunca lo convencieron. Rubén Darío sabía de la visita que había recibido de los paras en su oficina para que colaborara como financiador. Comenzó a indagar y su investigación lo llevó hasta Jorge 40. El 13 de mayo de 1999, Rubén Quintero rindió indagatoria en la Fiscalía, identificó a Jorge 40 y a su mano derecha Santiago Tobón, en quien centró su testimonio por las amenazas de muerte que le hizo a su papá cara a cara.

Esto ayudó a que la Fiscalía iniciará una investigación por el homicidio de Sixto Quintero y aprovechara el prontuario de delitos menores contra Santiago Tobón para recluirlo en la cárcel de Medellín, un golpe a la red criminal de Jorge 40 y una prueba de que la prendida de ventilador de Rubén Quintero perjudicaría su libertad. Desde entonces, las amenazas en contra de Rubén Quintero no cesaron, un batallón de escoltas se convirtió en su sombra. Rafael Eusebio Ovalle Daza, hombre de confianza de los Quintero que trabajaba en sus cultivos de arroz y cuidaba del ganado, se sumó al esquema de seguridad. Nunca sospecharon que, desde hacía cuatro meses, Jorge 40 le había ordenado a Luciano Rojas Serrano, alias Henry, seguir cada uno de los pasos de Rubén Quintero, aprenderse su rutina, horarios, viajes y los lugares que frecuentaba. Jorge 40 no iba a permitir que Rubén Quintero siguiera rindiendo testimonio ante la justicia.

El 14 de octubre de 1999 alias Henry comenzó a seguir a Rubén Quintero. Sin embargo, no tomó la ruta habitual y cogió rumbo al Aeropuerto Alfonso López Pumarejo. Henry le advirtió a su jefe y este inmediatamente se comunicó con un agente de la Sijín en el aeropuerto, quien le informó  que Rubén Quintero se dirigía hacia Bogotá para dar nuevas declaraciones en la Fiscalía, sin escoltas y solo en compañía de Rafael Ovalle. Jorge 40 abortó su plan inicial y llamó a alias Lino uno de sus sicarios en Bogotá, le describió los rasgos físicos y la ropa que llevaba Rubén Quintero. Tenía que terminar la tarea.

Después de aterrizar en Bogotá, Rubén Quintero y Rafael Ovalle abordaron un taxi en El Dorado rumbo a la Fiscalía, pero en el camino se les atravesó un carro en el que se encontraban alias Lino y tres hombres. En cuestión de segundos descargaron sus armas contra Rubén Quintero mientras Rafael Ovalle intentó protegerlo cubriéndolo con su cuerpo. Recibió la mitad de los disparos. A pesar de que los trasladaron a la Clínica Santa Isabel, fue demasiado tarde. Con el asesinato de Rubén Quintero, testigo estrella de la Fiscalía contra uno de los cientos de crímenes de Jorge 40, y de Rafael Ovalle, se congeló el caso de Sixto Quintero que nunca se resolvió. Algunos todavía atribuyen su secuestro y asesinato a la guerrilla, mientras su familia se mantiene firme en su versión de que fueron las Autodefensas Unidas de Colombia en cabeza de Jorge 40 después de que Sixto Quintero se negara a pagar una cuantiosa vacuna a los paramilitares.

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Rodrigo Tovar fue deportado de Estados Unidos en septiembre de 2020

No sería hasta el 2016 cuando la Fiscalía abriría de nuevo el caso de Rubén Darío Quintero y Rafael Ovalle, recogiendo los testimonios de exmiembros de las AUC, que ya no le debían nada a Jorge 40 tras la desmovilización de los paras y posterior extradición del jefe del Bloque Norte. Óscar Ospino Pacheco, alias Tolemaida, Miguel Castro Gnecco, alias Chayán, Luciano Rojas Serrano, alias Henry hablaron en Fiscalía y sus declaraciones entraron al expediente en el que también estaban los testimonios de la familia Quintero, pruebas suficientes para llamar a indagatoria a Jorge 40, quien se encontraba en una cárcel máxima seguridad en Virginia, Estados Unidos, condenado por narcotráfico. Tovar Pupo nunca se presentó a las audiencias, y se sumió en el silencio absoluto.

En septiembre de 2020 Jorge 40 cumplió su deuda con la justicia norteamericana y fue deportado a Colombia, donde tenía 1.486 investigaciones pendientes en su contra. Desde su llegada no pasaron más de dos meses para que la Fiscalía lo acusara de ser el autor intelectual del doble asesinato de Rubén Quintero y Rafael Ovalle imputándolo por el delito de homicidio agravado y concierto para delinquir.

Hasta el sol de hoy Jorge 40 se declara inocente del crimen, asegura que la orden no la dio él sino los hermanos Castaño que para ese entonces eran los altos mandos de las AUC, una versión que no creyó la Fiscalía. Para 1999 Jorge 40 ya era el máximo comandante del Bloque Norte y no tenía sentido que intentara exculparse acusando a los jefes paramilitares. El 16 de febrero de 2022 un juez de Bogotá declaró culpable a Rodrigo Tovar Pupo por el doble homicidio y, como si se tratara de una coincidencia, pagará los mismos años que lleva marcado en su nombre de guerra, ‘40’. A sus 71 años, es su pena de muerte.

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