Probablemente usted conoce a alguna persona que esté fascinada con el k-pop, el pop coreano, o muy posiblemente usted sea a quien le guste la música de esta industria y conozca a las bandas más famosas. Bandas abrazadas por una de las empresas de explotación a menores más grandes a nivel mundial, liderada y fundada por Lee Soo-Man, el cerebro detrás de toda esta cadena musical repleta de rostros hechos con bisturí, coreografías perfectas y canciones construidas desde un algoritmo musical que aterra pero que llama a millones de fans nacionales e internacionales. Estos jóvenes que participan de las bandas más suculentas y deseadas por los jóvenes parecen perfectos, son unos muñecos y lo que todo joven aspira a ser. Se han convertido en ídolos de talla mundial.
Suicidios, acoso sexual y esclavismo parecían ser cuestiones completamente aisladas que se estaban viviendo en la industria del k-pop, hasta que salió a la luz el caso de Burning Sun, donde las apuestas ilegales, extorsión a empresarios con la prostitución y videos pronográficos salieron a relucir en la agenda pública de estos artistas. Situaciones parecidas vemos en otros mundos de industrias musicales, como la estadounidense, la diferencia con la coreana es que el algoritmo que manejan es tan perfecto que artistas como BoA han logrado ser reconocidas a nivel internacional, y bandas como BTS han llegado a posicionarse en lo más alto de la lista 'Billboard'.
El papá de estos muchachos, Lee Soo-Man, actúa con un paternalismo que desaparece cuando el dinero se convierte en lo primero que permea a la industria. Este hombre, a quien Euny Hong, autora del libro The Birth of Korean Cool, denomina "el Steve Jobs del K-Pop", en los años 70 ejerció como cantante de Folk y luego de DJ. Fue un tiempo después que se dedicó a ser presentador de un programa de TV, pero en los años 80 con la dictadura de Chun Doo-Hwan se exilió en California, pues muchos músicos y artistas eran perseguidos. Fue en Estados Unidos que descubrió el mundo de MTV y quedó maravillado con la industria del famoso "videoclip" y decidió hacer una réplica en Corea del Sur de la industria norteamericana. Y así fue. Sin pensarlo regresó y en 1989 fundó SM Entertainment. Lastimosamente no todo le salió bien de primerazo y el bailarín con quien había empezado el proyecto musical fue arrestado por posesión de drogas. Lee Soo-Man continúo y descubrió la clave del éxito: "tener el control absoluto de los artistas", fue allí donde nació la "tecnología cultural" donde el bombardeo de la imagen de los artistas empezó a abrazar toda la industria cultural: música, cine, gastronomía e incluso en productos de belleza. La gente vivía para desear ser como estos sujetos, pero tampoco tenían otra opción: o los amaban o los amaban. No había de otra.
La decisión de que fueran bandas masculinas y femeninas fue gracias a toda la influencia de los Backstreet boys, una decisión que se encaminó al público joven: bandas que enamoraran a las mujeres y a los hombres. Ahí nacieron bandas como Super Junior, EXO, HOT, entre otras. Todos toditos cortados con la misma tijera: el patrón de maquillaje, la gesticulación, los ángulos de cámara. Todo planeado y predeterminado para que conquistaran al público.
¿Pero a costa de qué? La industria recluta a menores de edad con audiciones por todo el mundo y el control paternalista se extiende a su vida privada. Cuando son elegidos tan solo quedan en una etapa de "aspirantes" donde firman contratos de 10 a 13 años (se supone que la ley ya exige que sean de máximo 7 años, no más) y son separados obligatoriamente de sus padres para entrar a una academia de alto rendimiento donde un extenuante plan de entrenamiento físico y mental se lleva a cabo: clases de canto, baile, idiomas, restricciones de vestuario, habla y comportamiento, sin olvidar los retoques estéticos en los ojos y en los rostros para generar imágenes de "súper humanos", y por último: la prohibición de relaciones sentimentales. Para rematar, cuando alguno de los muchachos logra llegar a la fama la plata que consigue va directo a todo el equipo de la industria y muy poco, o nada, para ellos. Los lujos hacen parte de toda una pantalla estética que han construido alrededor de ellos. Una mentira.
Con el gran padre odiado y amado por ellos, Lee Soo-Man, lo único que han ganado y ganarán "estos artistas" será una popularidad desmedida que jamás será retribuída ni económica ni pscológicamente.