El 8 de enero del 2006 Elson Becerra estaba con uno de sus amigos de toda la vida, Alexander Ríos. El crack cartagenero no sabía que su amigo tenía líos de plata con los hermanos Lembis Vargas y que estaba amenazado. Ese día fueron a tomarse unos tragos a un bar en La Boquilla. Le faltaban dos días para devolverse a su club en Emiratos Árabes. No vio llegar los sicarios, ni la ráfaga que le quitó la vida. Becerra tenía 28 años y un futuro imparable.
Arrancó a los 17 años en el club Cooperamos Tolima y de ahí el Senador Gabriel Camargo, dueño del Deportes Tolima, lo llevó a ese equipo. Era una flecha, rápido, gambeteador, dueño de un fútbol sabroso que lo llevó al Junior. Comesaña, quien en esa época -2001- era técnico del elenco Tiburón. Por un problema de indisciplina Becerra fue echado del club.
Su talento le dio por ser jugador de la Selección Colombia de Francisco Maturana que jugó la copa Confederaciones en Francia. Jugó varios partidos y a los 23 años parecía que iba a ser uno de los más grandes jugadores colombianos de nuestra historia. Pero se precipitó y se fue al fútbol de Emiratos Árabes Unidos donde ganó mucha plata pero donde se perdió para el mundo del futbol. A los 28, poco antes que lo mataran, tenía problemas con su club en ese país porque se venía sin permiso a Colombia y quería incumplir con su contrato. A los 28 tenía algunas ofertas del fútbol argentino y quería volver al continente. Las balas, como a tantos otros jugadores, le cortaron el camino.
Esta es la historia de su vida: