¿Qué tanto de relación natural tienen el expresidente Álvaro Uribe y el periodista Daniel Coronell como para necesitarse mutuamente?
En la naturaleza que nos gobierna se dan -por lo menos- seis tipos de relaciones entre organismos, lo cual determina un relativo equilibrio que garantiza la supervivencia de unos y otros: competencia, depredación, parasitismo, comensalismo, cooperación y mutualismo.
No vamos a detenernos en cada uno de ellos porque pasaríamos a una clase liviana de biología básica, preferimos entonces encallar en una sola relación: mutualismo.
“Es el tipo de relación en el que dos especies se benefician entre sí hasta el extremo de que su relación llega a ser necesaria para la supervivencia de ambas especies. Las abejas, por ejemplo, dependen de las flores para su alimentación y las flores de las abejas para su polinización”.
Lo que aparentemente había sido siempre una relación entre un periodista serio, acucioso, reconocido y respetado en el continente con un representante del poder político visceral, decimonónico y de élites rurales, terminó convirtiéndose en una simple relación entre organismos, sesgada por un mutualismo inexorable que les impide ahora, sobrevivir autónomamente.
De ambos personajes -el periodista y el expresidente- no es necesario ahondar en sus largas trayectorias que conoce el país y el continente tanto por su gloria como por sus miserias. Lo interesante de esa relación entre ambos organismos es que, por simple mutualismo, se ven beneficiados hasta el extremo de necesitarse el uno al otro.
El Periodista en su búsqueda de “la verdad” y de develar los insondables misterios de un personaje casi literario y de comunicación social -tipo fenómeno-; ha terminado construyendo un arquetipo de maldad en el continente que se torna admirable por cuenta del excelente manejo de las redes sociales y de su guardia pretoriana en todos los sectores y estamentos de la sociedad; un Pancho Villa o Emiliano Zapata de la derecha que todo le luce y que en su afán de liberar al país y al continente de la crueldad de la izquierda y de la lucha de clases; todo se le vale y se le tolera, hasta encarnar la sombra del poder que por efecto, proyecta en cuerpo ajeno la luz y la claridad sobre el Estado merecido.
Y de paso, el Periodista en su búsqueda de “la verdad” condena con una facilidad a aquellos que se le oponen al Ex Presidente con fuertes y contundentes argumentos -no tibios- porque según él, terminan presionando al “país electoral” para que regrese el admirado malvado a gobernarnos, aunque sea en cuerpo ajeno como argumento de telenovela.
En la medida que el Periodista en su búsqueda de “la verdad” le revela y le demuestra al Ex Presidente todos sus tentáculos y bajezas propias del poder, más se crece en popularidad y en su condición de víctima de una persecución de los medios independientes. No es por culpa de la aceptación electoral de Gustavo Petro y los fantasmas castrochavistas -que el mismo Periodista también argumenta con qué intención o flaco favor-; que Uribe retorna al poder, también el favor que el Coronell le hace lo impulsa a convertirse en el “next President in the shadow”.
Hacen falta más “Coronelles" en nuestros medios de comunicación
y de investigación periodística
y menos Ex Presidentes “dando lora”
Uribe Recargado también en cierta manera es el efecto de los desgastes de Santos I y II, de la corrupción rampante (que se le resbala) y del NO como consigna ciega de una derecha manipulada por el miedo.
Petro es el que menos tiene que ver con eso.
Petro tiene todo el derecho a proponerle al País desorientado y cansado de lo mismo, una nueva visión de la sociedad y eso no puede ser censurable en una democracia; el Periodista no tiene la facultad del señalamiento de tragedias anunciadas si la mayoría de los que votamos lo hacemos por Petro o no. El Periodista terminó convertido en el coronel de Uribe.
Pero el Periodista también se ampara en su condición y entrega a la sociedad a la que se debe, y no hay forma de censurarlo por ello, hacen falta más “Coronelles” en nuestros medios de comunicación y de investigación periodística y menos Ex Presidentes “dando lora” y recordándonos lo estúpidos que somos como comunidad que sigue bebiendo el amargo elixir del pasado y poco saborea el dulce y atrevido encanto del cambio.
Coda: el 24 de enero de este año, la columnista de El Tiempo Sara Tufano frente al miedo que representa el castrochavismo, sugiere: “…formulo la invitación a que periodistas y líderes de opinión no sigan divulgando este término como si se tratara de un término propio de la ciencia política y no una palabra inventada con propósitos populistas de coyuntura electorera. Si queremos hacer referencia al modelo castrista o chavista, hagámoslo seriamente, pero no a través de un burdo comodín.”