El coronavirus: un visitante llegó a dejar huella

El coronavirus: un visitante llegó a dejar huella

"No importan las marcas, los tragos y restaurantes finos, los viajes. Porque la naturaleza nos ha arrinconado y hoy solo suplicamos por continuar nuestra existencia"

Por: Aleyda Parra Rodriguez
abril 02, 2020
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El coronavirus: un visitante llegó a dejar huella
Foto: Nelson Cardenas / @cantarranasur

Deseo, que cuando termine esta horrible noche, puedas besar a los que amas y  abrazar a los que quieres. Mi deseo es que no te falte nadie!

Estamos frente a una situación, que nos ha tomado por sorpresa; que ha generado miles de pensamientos en toda la humanidad. El valiente, ya no es tan valiente; el escéptico se ha hecho creyente.

Algunos dicen que este virus, hace parte de una conspiración; algunos piensan que ha llegado o se aproxima el fin del mundo, otros  que se trata de un ajuste de cuentas, con la naturaleza, donde ella nos envía un mensaje y nosotros somos simples espectadores. Lo cierto es que estamos frente a un acontecimiento sin precedentes, que sin lugar a dudas cambiará y está cambiando nuestra forma de percibir la vida. Estamos reducidos a un confinamiento, donde lo único y verdaderamente importante es sobrevivir. Vivimos en un encierro que ha expuesto lo mejor y lo mas horrible del ser humano. Así es, este virus, no permite caretas, no admite mascaras. Ha salido a flote lo que realmente somos. Conocemos diariamente, corazones bondadosos que arriesgan sus vidas, por aportar ayudas a los menos favorecidos; gestos como estos  jamás serán olvidados.

Sin lugar a dudas no todos vivimos el aislamiento de la misma manera, porque no todos tenemos las mismas  comodidades para enfrentarlo. De principio a fin hemos sido testigos también  de la insensibilidad y el egoísmo de muchos. El dinero es la variante en una hecatombe como esta. El que tiene mucho, compra cantidades exageradas para mostrar su poder y el que no tiene, se encuentra  sumido en la completa incertidumbre al desconocer  como garantizar la supervivencia propia y la  de sus seres queridos.
Con este virus se experimenta la fe, aquella que nos han enseñado durante tantos años, pero que solo se practica en casos como estos, para los que realmente nunca estaremos  preparados, sin embargo aferrarnos a nuestra fe y a Dios, nos permite afrontar con fortaleza, esta situación que exige lo mejor de nosotros para superarla, tratándose del mayor reto que hayamos enfrentado en  nuestra existencia, que plantea un desafío económico, emocional, espiritual, mental etc.

El ser humano, grita constantemente a través de sus redes, que le da igual la vida y la vive sin sentido y sin razón; sin embargo hoy nadie quiere morir, nadie quiere abandonar el barco. Sea por la circunstancia que sea el ser humano se ancla a la vida de una forma increíble; porque sencillamente lo mas preciado es el existir. Resulta triste que sean necesarios momentos de extrema crisis para poderlo comprender, pero así somos, los seres humanos, los seres que eramos una plaga y tampoco lo sabíamos; pero el coronavirus vino para mostrarnos tantas cosas, que mas que una tragedia, este virus ha venido como un maestro para enseñarnos que lo que creíamos importante, sencillamente no lo es.

El cononavirus nos demostró que existe la justicia, que todos somo iguales, que este es un virus que trata por igual a ricos y a pobres, que no se detiene a mirar posiciones sociales, sino que aleatoriamente elige, sin que importe el nivel social y cultural. Nuestro lideres nos han mostrado siempre que hay barreras y diferencias entre unos y otros.

Lloran diariamente los pobres, siendo oprimidos cada día. Pero vino la justicia, personificada en un virus y en no muchos días le enseña a la humanidad entera que nacimos y morimos de la misma forma todos; que no nos hace mas el vestido que usemos, nos vamos con la misma bata de madera el día que nos despedimos de este mundo. Pero ha resultado demasiado justo este coronavirus que ni siquiera bata nos deja usar, ya no lloran en nuestros funerales, ya no hay abrazos, no hay besos, no hay despedidas. Su mensaje es tan fuerte que nos dejo atónitos y sin palabras, porque nunca jamas  vimos algo así. De la misma manera que una fabula, cada uno, debemos aprender la lección que este cruel, pero justo, maestro nos vino a enseñar.

Poco importan las marcas, los ricos perfumes, los tragos y restaurantes finos, los viajes, los paseos etc. Nada importa ya,  porque la naturaleza nos ha arrinconado sin alguna compasión y sencillamente suplicamos por continuar nuestra existencia.
Pienso en las cuentas bancarias repletas de dinero, insaciables por ganar y acumular cada día mas y mas. Medito ¿Importan acaso las mansiones, las comidas y bebidas deleitantes, pasaportes con muchos sellos, ser un hombre o una mujer popular? Definitivamente ya no importan, se ha restado su valor. ¿ Cuánto estarían dispuestos a pagar, aquellos que siempre han creído que el dinero todo lo compra? ¿Si pudieran comprarían segundos de vida e  inmortalidad frente a este virus que no tiene compasión, ni hace diferencias entre ricos y pobres? Por siglos hemos sido consientes que la billetera y las cuentas bancarias nos han hecho diferentes, aunque cuando vamos al baño, lo mismo expulsamos y cuando lloramos para ricos y pobres el dolor siempre es igual.

Un virus, parece que solo eso nos hizo reaccionar.

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