Las cifras lo dicen. Aunque la frecuencia de infectados en ambos géneros es más o menos la misma, en China el 64% de los fallecidos han sido varones y en Italia el 71%. En España casi el doble de los muertos han sido del género masculino. En Francia, que va comparativamente dos o tres semanas atrás en el desarrollo de la pandemia, el 57% de los muertos son hombres. Los números pueden estar incompletos en distintos países pero la tendencia parece ser la misma en todos: el Coronavirus mata más hombres que mujeres.
De las pandemias debe quedar la historia, los relatos y las preguntas que nos enseñan. Hace cien años murieron cien millones de seres humanos, en todo el mundo, por influenza. Algo aprendimos entonces, quizás que los gobiernos deben ser transparentes en sus decisiones. Cuantos morirán hoy en ésta por Coronavirus COVID-19 no lo sabemos. Pero debemos intentar formular preguntas y respuestas racionales para dejar algo a nuestros descendientes. En simples palabras, algo bueno debemos sacar de esta desgracia biológica, ambiental, social, política y económica.
Entonces preguntémonos ¿por qué mueren más varones por el nuevo coronavirus? Pueden intentarse varias respuestas. Primero, algunos hábitos del ser humano masculino son peligrosos. En el pasado reciente fumaba más o acostumbraba fumar más que las mujeres. Es menos cuidadoso de su higiene personal, por ejemplo se ocupa menos de labores del hogar y cuidado de los niños por lo tanto se lava menos las manos. Tradicionalmente en muchas culturas ha sido “cazador”, cada cual a su manera, no trabajador doméstico por lo tanto se espera que ande en manadas o pandillas, sea arriesgado y explorador que rompe normas. Estos son rasgos de conducta que se aceptaron desde el paleolítico y de una u otra forma hemos heredado. No son obligatorios ni recomendables pero habitualmente el estereotipo es real: los hombres somos perezosos, osados y desobedientes. Nada de eso es conducta protectora en una pandemia viral explicando así nuestra mayor mortalidad masculina en la causada por el Coronavirus.
Además hay factores sociales que se han descrito también en otras enfermedades. Los varones tendemos a ir al médico más tarde en el proceso patológico. Culturalmente, y no digo que sea justo o predestinación, las mujeres son más hábiles cuidadoras en el grupo humano. Están más atentas, por ejemplo, a la tos, la fiebre y otros síntomas de enfermedad en la pareja o familia. El género masculino frecuentemente piensa que la enfermedad es un signo de debilidad y la niega cuando aparece. Esto se ha descrito en enfermedad coronaria, cáncer y otras patologías. También debe ser cierto en la infección viral por coronavirus y el diagnóstico y cuidado tardío puede explicar la mayor mortalidad en hombres.
Además de todos estos factores sociales o históricos hay diferencias biológicas que juegan un papel en esta situación. La persistencia de una especie como la humana tiene un eslabón absolutamente necesario: hembras que toleren y protejan el embarazo. Se podría imaginar un mundo de ciencia ficción en el cual los machos seríamos reemplazados por un gigantesco banco de espermatozoides con mucha variedad para escoger y hasta experimentar. Pero hasta ahora no hay úteros y placentas artificiales en el horizonte tecnológico. Las mamás siguen siendo absolutamente necesarias, por lo menos para los primeros nueve meses de vida. Entonces la evolución humana está sesgada a buscar mujeres sanas que puedan ser madres.
Lo anterior hace que habitualmente las mujeres sean más sanas que los hombres, vivan por más años y sean más resistentes a algunas enfermedades que nos han atormentado desde nuestra aparición en este mundo por ejemplo las virales. Hay científicos que creen que el aparato inmune femenino es más hábil y potente que el masculino. Lo que explicaría la mayor frecuencia de enfermedades autoinmunes como el Lupus en mujeres y causadas por un sistema inmune que ataca a su misma propietaria. O algunas infertilidades cuando el sistema inmune destruye cualquier espermatozoide extraño que ose tocar sus puertas. Esas potentes defensas inmunes femeninas favorecen la sobrevivencia en una pandemia. Es de cierta forma lógico, la evolución humana salva a las mujeres jóvenes con un vigoroso sistema inmune anti-infeccioso para que pueden ser madres y comenzar de nuevo el crecimiento de la especie tras la gran epidemia. Las postmenopáusicas es otro cantar y de hecho todos los viejitos y viejitas debemos protegernos porque la evolución ya no está muy interesada en nosotros. Triste ¿no?
Una última especulación me parece muy relevante en esta infección masiva por COVID-19. El virus usa como punto de entrada una proteína enzimática que está en nuestras membranas celulares: la hACE2 (enzima convertidora de angiotensina humana tipo 2) Esa proteína que sirve al virus es nuestra, con la información para construirla en nuestro cromosoma X. Probablemente existan mutaciones que hacen distintas hACE2, algunas más afines a la entrada del virus. Los varones tenemos solo un cromosoma X porque somos XY. Si tenemos una variación que haga más fácil la entrada al virus todas las células la tendrán pues tenemos una sola X.
Las mujeres por el contrario empiezan con dos cromosomas X pero inactivan uno para no desequilibrar el genoma. Entonces son XO, pero unas células al azar son X(A) y otras son X(B) dependiendo de si han inactivado una u otra de las dos X originales. Si la mutación favorable a la entrada del virus aparece en una mujer sólo se expresará en la mitad de sus células. Entonces en el peor de los casos si una mujer tiene una mutación que favorece la entrada del virus sólo la mitad de las células facilitan la entrada del COVID-19. Por eso piensan algunos mueren más varones que hembras en la infección por ese nuevo coronavirus. Interesante ¿no?