Dos personajes. Dos ejemplos para el mundo. Dos seres sencillos y humildes, que han dejado atrás la arrogancia. Dos humanos que con sus actos —a la vez reales y altamente simbólicos— logran hacernos reflexionar. Dos líderes natos.
Presidente Mujica, papa Francisco, dejan atrás el sello de nacionalidades para convertirse en habitantes de un mundo sin divisiones geográficas, ni barreras ideológicas. Ya no se los puede nombrar por su país de origen sino por aquello en que se han convertido, paradigmas vivientes.
Sus actos dan un mensaje más allá del acto en sí mismo, son profundos en naturaleza. Calzar zapatos normales muestra el deseo de eliminar símbolos de superioridad. Conducir el auto de toda una vida se convierte en el mismo mensaje, contundente —-no me considero más ni menos—.
Besar los pies en un reformatorio de menores y no en la Basílica de San Juan de Letrán, seguir cultivando sus propias hortalizas, muestran el arraigo por los sitios sencillos, donde el dolor humano crece o aminora como las plantas los hacen.
Pagar la propia cuenta en el hotel, enfrentar el Banco Vaticano o donar una gran parte de su salario, dan cuenta de su relación con el poder. El poder es de todos y no solo de unos, el poder es para servir, no para servirse a sí mismo.
Entregar a la justicia a los pederastas, el pedido de bondad hacia los prisioneros al tiempo que los recibe venidos de Guantánamo, nos da una idea de cómo tratar al ser humano, con firmeza, con bondad, haciendo responsables por sus actos y dándole oportunidad. Queda atrás el castigo o la culpa sin posibilidad de reparación.
Ver más allá de lo convencional, mostrar alternativas de ruta cuando lo habitual no ha cumplido con su cometido, lo vemos en la legalización de la marihuana y el aborto (así yo no concuerde con este último). Es la capacidad de proponer y crear realidades acorde a las naturaleza humana y a su libre albedrío. El deseo de “control” queda atrás para reconocer que “decidir”, es un acto inherente al ser.
¿Quién soy yo para juzgar?, respuesta al ser interrogado en temas de sexualidad. También otorga con estas pocas palabras el mismo libre albedrío y capacidad de cada persona para decidir sobre la propia vida.
Los hechos que he relatado nos sirven de ejemplo, pero no nos podemos quedar allí. Podemos ver en sus figuras, en su andar, en la postura de sus cabezas, en la expresión de sus manos, en el rostro y sobre todo en la profundidad de sus miradas y de su voz, que son seres humanos sencillos, humildes, comprometidos. En una palabra, son seres con coraje.