¿Cuál es la razón por la que los médicos cubanos gozan del prestigio y la admiración que se han ganado por más de cincuenta años en el mundo? ¿Qué los hace diferentes o sobresalientes ante otros profesionales de la Medicina? ¿Por qué se les llama Ejército de las Batas Blancas y trasciende una brigada de galenos con el nombre Henry Reeve que cursa una nominación al Premio Nobel de Paz?
Preguntas que salen a flote en momentos críticos que atravesamos. Tiempos difíciles donde proliferan cualquier cantidad de virus y enfermedades, con una pandemia, la del COVID-19, que desde noviembre pasado tiene sumida a la humanidad en un marasmo de temor, luto, quiebra económica e incertidumbre, agregado a una despiadada avalancha de desinformación, noticias falsas, tráfico de influencias y teorías conspirativas.
Hoy, cuando el bicho depredador se salió de control y nos tiene contra la pared y con la boca tapada, rondan múltiples inquietudes y solo ante el desconcierto y la impotencia de emergencias como la que nos acontece, expectantes a lo que esté por venir después de todo lo vivido y padecido, valoramos la grandeza de la ciencia médica y de quienes la ejercen con vocación y convicción militantes.
Pero dicha valoración no debería ser solo en momentos emergentes ni en las sin salidas que nos plantea el infortunio. Médicos y médicas, por amor a la vida, por la estima de nuestra salud y la importancia vital que a ella nos debemos, deberían ser nuestros permanentes aliados, y por su sapiencia, espíritu altruista, y el enorme servicio que nos prestan, dignos de respeto y admiración.
Cuba, potencia mundial de la Medicina
Al respecto de los cuestionamientos preliminares de este artículo, la doctora cubana Enny Morales Rodríguez, máster en Genética de la Universidad de Oriente (Santiago de Cuba), y desde 2006 integrante de la misión diplomática de la Embajada de Cuba en Colombia, en cabeza del señor José Luis Ponce Caraballo, tiene una frase concisa que resume la esencia y la importancia de lo que significa ser médico en Cuba:
“Nosotros vemos al paciente como un ser humano que necesita un apoyo incondicional, no como un cliente. Con esa perspectiva proyectamos nuestro conocimiento científico con la sensibilidad y el espíritu humanista que nos caracteriza”.
Desde su graduación, la doctora Morales Rodríguez viene trabajando en el Centro Nacional de Genética Médica, vinculado a la investigación y análisis de enfermedades genéticas. Participó en el primer estudio sicosocial clínico genético que se realizó en pacientes con discapacidad y retraso mental en Cuba, que arrojó extraordinarios resultados, base de la agenda clínica de tratamiento en distintos países de la región como Venezuela, donde hizo parte de la Misión José Gregorio Hernández, líder en el estudio de discapacidad en ese país; igual que en Ecuador con la misión Manuela Espejo.
En Bogotá, con la misión estatal cubana, la doctora Enny representa el equipo de biotecnología, centrado en investigaciones de enfermedades como el cáncer y la esquizofrenia. “Es poderoso el conocimiento que la Genética aporta en la exploración y descubrimiento del origen, desarrollo y consecuencias de muchas enfermedades, y en la atención, prevención y tratamiento que se debe implementar en ellas”, destaca la profesional.
Por su parte, el médico cubano Rolando Ruiz Abrahantes, graduado en Medicina general de la Facultad de Medicina Finlay Albarrán, con experiencia preclínica en la emblemática Escuela de Medicina de Girón, en La Habana, radicado hace cinco años en Colombia y delegado de la misión diplomática cubana como agregado comercial en temas de cooperación relacionados con la salud y el servicio social, comparte su testimonio sobre la relevancia de estudiar Medicina en Cuba:
“Desde el primer año, la carrera de Medicina tiene un enfoque bio-sico-social, aplicado a la población a través de un plan integrado de investigación, análisis y tratamiento al paciente, y a la promoción y prevención de las enfermedades, siempre conectado con la red de sistema de salud de los entes estatales, bajo una formación integral y humanista”.
“Los exámenes de admisión en las universidades estatales de Medicina en Cuba son muy exigentes, empezando por el alto promedio de las notas del bachillerato, además del interés, la vocación y la responsabilidad que debe demostrar el aspirante”.
El médico Ruiz Abrahantes hizo parte de las filas del honroso Ejército de las Batas Blancas. Fue de los primeros facultativos que en 1990 enfiló la misión médica de Guatemala a raíz del huracán Mitch que azotó a Centroamérica, y estuvo al frente del sistema de salubridad de Petén, zona rural de Guatemala, atendiendo pacientes con enfermedades como leishmaniasis y malformaciones congénitas que “por falta de prevención, y con un sistema de inmunización correcto y estable, se hubieran podido superar”.
“Pertenecer al Ejército de las Batas Blancas es motivo de orgullo y satisfacción incomparables. Además de prestar servicios a los enfermos y desvalidos del mundo, con la mejor recompensa que es la gratitud y la admiración de pacientes y familiares, y el prestigio de la Medicina cubana por todo lo alto, trabajamos en actividades relacionadas con educación y socialización en poblaciones emergentes”.
“En Colombia, por ejemplo, participé directamente en la consecución de 1000 becas que Cuba ofreció para estudiar Medicina a los jóvenes víctimas del conflicto armado. Fue una inmensa alegría contribuir con esta noble causa en la que salieron beneficiados desmovilizados, desplazados, muchachos con fuertes y dolorosas historias de vida derivadas de la guerra, que gracias a este concurso pueden cursar la carrera en prestigiosas facultades cubanas como la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), inaugurada en 1999 por nuestro comandante Fidel Castro para la formación de profesionales extranjeros”.
De Cuba para el mundo
Si Cuba ha sido abanderada por lustros en el estímulo, preparación y promoción de profesionales de la Medicina -al igual que lo ha hecho con la educación, el deporte y la cultura, entre otras disciplinas-, es porque a la par de las puntuales exigencias que reta la carrera y las estrictas pruebas que demanda superar para acceder a ella, prevalece la sensibilidad y el alto sentido humanístico que se aplica desde los primeros años de estudio y a lo largo del ejercicio profesional, sin distingos de credos, razas o filiaciones políticas, y en los lugares más recónditos y vulnerables del hemisferio.
Es por lo anterior que en Cuba la palabra médico está vinculada estrechamente con la palabra misión. Son inseparables e integran una alianza fortificada y orientada por principios altruistas y solidarios, de servicio y ayuda incondicionales. La bata blanca, en la isla caribeña y en cualquier rincón del orbe, es un estandarte de compromiso con el prójimo, presto a la ayuda, la salvación y la esperanza.
Es de conocimiento público que la salud en Cuba es pública y gratuita, como gratuita también es la profesionalización de la Medicina: la carrera comprende seis años y está orientada a la praxis desde el comienzo de la misma, cuando los estudiantes se reparten entre las aulas y los hospitales, y con la orientación de sus tutores atienden pacientes de distintas enfermedades.
El hecho de que Cuba sea potencia mundial en Medicina, ha redundado por años en la exportación de servicios médicos a distintos puntos del planeta, lo que ha generado una de las principales fuentes de ingreso, por encima del turismo. En 2011, por ejemplo, representó más de US$6.000 millones.
A los miles de médicos formados en la isla desde el inicio de la revolución liderada por Fidel Castro, se suman las estadísticas que revelan que el país caribeño ha logrado mantener los principales indicadores sanitarios al nivel de las naciones más desarrolladas.
El despliegue de médicos cubanos en el exterior no es nuevo: más de 50.000 de sus facultativos prestan servicios en sesenta y seis países de América Latina, África y Asia.
Para el representante de la Organización Panamericana de Salud (OPS) en Cuba, José Luis Di Fabio, el éxito de la medicina en la isla se debe a la sólida preparación de sus galenos, y al enfoque preventivo del sistema sanitario cubano.
"La formación médica en Cuba y su sistema de salud se basa en principios científicos y éticos, donde contamos con el criterio y el perfil humanista de los profesionales, en estrecha relación con la población que acude a sus servicios. Existe amplia experiencia en el trabajo de promoción de la salud y prevención, y permanente contacto con la comunidad".
"Siempre llevo grabada la enseñanza de un profesor que me decía que mirase a cada paciente como si fuera mi padre o mi madre".
Contingente “Henry Reeve”
Creado por Fidel Castro el 19 de septiembre de 2005, el Contingente Henry Reeve, honorífico destacamento internacionalista entrenado en medicina de desastres y contención de enfermedades infecciosas, que cursa una merecida nominación al Premio Nobel de Paz, está integrado por miles de profesionales de diversas áreas de la Medicina, fundamentalmente clínicos, epidemiólogos, intensivistas, ortopédicos, entre otros.
Cumple con el propósito de brindar ayuda y cubrir las necesidades prioritarias en emergencias de cualquier tipo: epidemias, conflictos bélicos, catástrofes y desastres naturales, con los principios fundamentales de amor y dedicación a la ciencia, incondicionalidad y alto sentido humanitario.
El contingente lleva el nombre Henry Reeve, en homenaje a un joven estadounidense nacido en Nueva York el 4 de abril de 1850, que con valor y decisión férrea se agregó a las luchas por la independencia de Cuba contra el colonialismo español, destacándose por su valentía y solidaridad con el pueblo cubano, en un capítulo decisivo y trascendental de su historia.
El contingente, desde su fundación y antes de la COVID-19, había desplegado brigadas en veintidós países, atendiendo a más de tres millones de víctimas de diecisiete inundaciones, ocho terremotos, ocho huracanes y cuatro epidemias. Se estima que han sido salvadas más de 80.000 mil vidas.
Durante el brote de ébola en África, en 2014, a solicitud del Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-moon, y de la Directora General de la OMS, Margaret Chan, el contingente desplegó a 250 profesionales cubanos de la salud en Sierra Leona, Guinea y Liberia, constituyendo la ayuda profesional más grande en el territorio.
Por su destacada labor médica y solidaria, el Contingente Henry Reeve recibió en 2017 el premio Dr. Lee Jong-wook de Salud Pública de la OMS, en ceremonia efectuada en el marco de la 70ª Asamblea Mundial de la Salud, desarrollada en Ginebra, Suiza.
Tras el brote de la COVID-19, el Contingente Henry Reeve había desplegado hasta el día 12 de julio de 2020, cuarenta y tres brigadas en treinta y seis naciones, atendiendo a más de 100.000 pacientes contagiados con el SARS-Cov2.
Tamaño ejemplo de altruismo ha sido blanco de tergiversaciones, calumnias y ataques por parte del gobierno de los Estados Unidos, que en medio de la calamidad que vive el mundo, ha decidido empañar esta magna cruzada de solidaridad desinteresada del pueblo cubano, y al mismo tiempo, arreciar el humillante bloqueo que sufre ese país.
Por su gesta científica y humanitaria sin precedentes, el Contingente Henry Reeve, de Cuba, ha sido merecedor de la admiración de la comunidad internacional, de los profesionales de la medicina del mundo, y por ende inspira y sustenta el mayor de los reconocimientos.