Lo denunciado por la periodista Maria Jimena Duzan es aterrador y revelador con lo que sigue pasando en el Estado colombiano.
La radiografía que ella hace de cómo los cargos públicos del servicio exterior fueron capturados por mafias políticas arropadas en partidos políticos que apoyan este gobierno es además patético. El constituyente del 91 perdió el tiempo estableciendo la meritocracia constitucional.
El clientelismo de los provisionales y la paralaboralidad de los contratos de prestación de servicios son el común denominador en el Estado, cuando son la excepción legal y constitucional.
Estas prácticas son una forma de violencia institucional tan repudiable como la violencia armada de los actores del conflicto.
A los que amamos este país nos duele lo que pasa y sentimos gran impotencia de no poder hacer nada. El Estado está diseñado para que funcione así, a pesar de la constitución.
Tal vez por ello decidí tomar las armas de los libros, las acciones jurídicas y organizarme sindicalmente. Y esta última forma de organización como alternativa a lo que tradicionalmente ha funcionado.
La mayoría de sindicatos se organizan para obtener reivindicaciones económicas y estabilidad desconectados de las realidades políticas y sociales. O tal vez conectados, pero haciendo de estas causas una bandera de acción totalmente ineficaz y funcional al sistema.
No gano un solo peso por mis acciones, al contrario, he sido perseguido laboralmente, denunciado con anónimos, calumniado e injuriado, varias veces me han intentado golpear, pero ando con Dios y seguimos en esta quijotesca lucha.
Creí que otra Colombia era posible con la alcaldesa Claudia López en este aspecto, pero que gran decepción. Su gobierno ha sido tan clientelista como cualquier otro de derecha, pero algo más sofisticado y con un nuevo actor en el escenario político que ella representa.
La sociedad es cómplice por omisión y aceptación tácita de estas prácticas o por ignorancia y desinterés de la mayoría.
He pensado varias veces irme del país en busca de mejores oportunidades y una mejor calidad de vida. Pero por dignidad no practico la genuflexión y no soy un perseguido político de izquierda y la carrera administrativa me ha dicho "quédate".
Soy empleado por concurso de carrera y he ganado cinco concursos más. Le debo a esos valientes constituyentes del 91 esa posibilidad y en agradecimiento he dedicado parte de mi actividad profesional a hacer pedagogía y a ser parte de un movimiento sindical atípico y alternativo en defensa de esas conquistas.
Lo más bello, satisfactorio y estimulante de esta causa es recibir un gracias o una bendición de personas anónimas que me brindan su apoyo a esta quijotesca labor.
Los buenos son la mayoría, pero sin organización y sin dignidad cada cual sálvese como pueda.
