Siempre he pensado que “un error en periodismo no debe considerarse como una simple equivocación, sino como una tragedia” por las graves consecuencias que puede acarrear este fatal descuido del comunicador.
La anterior reflexión ha sido, es y será siempre mi lema. Así se lo he expuesto a los estudiantes de periodismo durante las charlas a las que he sido invitado en la Javeriana y Los Libertadores.
Durante los 40 años que llevo ejerciendo el periodismo, solo una vez he tenido que enfrentar una tutela por una nota que realicé para el noticiero CM&. La tutela la interpuso un soldado del Ejército que fue declarado inocente después de ser capturado y acusado de presuntamente abusar de una menor de edad.
De los cuatro noticieros de televisión que cubrimos la información y del igual número de periodistas que fuimos entutelados, solo el noticiero CM& y yo, a quien me recaía toda la responsabilidad, salimos bien librados: ganamos la tutela. Los demás noticieros la perdieron.
Ganamos la tutela gracias a que durante la realización de la nota yo había puesto en práctica un aparentemente insignificante pero trascendental consejo que mi jefe, Yamid Amat, me había dado meses antes.
Sucedió que el juzgado exigió que le enviáramos el material de la entrevista que yo le había realizado al coronel, comandante de la Policía Cundinamarca, de ese entonces.
Al revisar el material, antes de enviarlo, me di cuenta de que en una pregunta (y léase bien, en una sola pregunta) estaba la clave para ganar o perder la tutela. La clave consistía en la forma de interrogar al oficial de la Policía encargado de divulgar la noticia del soldado capturado.
Yamid Amat me había dicho en cierta ocasión “un periodista jamás debe manipular la respuesta”. Eso significa que si yo al oficial le pregunto “coronel, según tengo entendido ustedes capturaron a un soldado acusado de abusar de una menor de edad, ¿qué hay de cierto?”, en ese momento estoy manipulando la respuesta.
Por fortuna, la pregunta se hizo como debía hacerse y fue así: “coronel, ¿qué sucedió?”. El comandante explicó, de su propia boca, todo lo sucedido durante el operativo.
Y así se lo hicimos saber al juez de la tutela. El argumento fue el siguiente: “la noticia la dio no una persona común y corriente, un celador, ni siquiera un simple policía, se trata de un comandante de departamento y nosotros como periodistas nos guiamos porque él era la voz oficial y el autorizado para difundirla”.
Con base en estos argumentos, el juzgado no tuvo más opción que denegarla.
