El reciente Proyecto de Ley No 234 de 2018, aprobado por la Comisión VI del Senado en diciembre del año anterior, es un reversazo duro para la democracia y la libertad de expresión en Colombia. Crear una especie de élite de comunicadores y periodistas, al exigir pregrado para ejercer la profesión o experiencia empírica en el campo, sería acabar con la información alternativa de los periódicos comunitarios, alternativos y de los municipios.
Que los comunicadores o periodistas deban ser acreditados por el Consejo Profesional del Comunicador Social – Periodista y Organizacional para tramitar la matrícula profesional, tal como lo menciona este presunto proyecto de ley, es cerrar el nicho a una élite hermética; además de la que ya tienen los medios de comunicación tradicionales. Tan insólito como la ley 51 de 1975 que le cobraba multa de diez mil pesos a quien ejerciera esta labor, sin tener el carnet de periodista, lo cual dará para pensar si es que con esta ley no se regresará a ello.
La prueba máxima es que la mayoría de los mejores periodistas del país no cursaron un pregrado en comunicación y/o periodismo, es el caso de Juan Gossaín, quien es contador público; Pirry, quien es zootecnista; Jaime Garzón, quien fue titulado en derecho. Asimismo como los mejores corresponsales de los medios en las regiones quienes no necesitan ostentar que son titulados en periodismo porque su conocimiento lo aprendieron en el barro.
En vez de restringir y limitar la profesión, la ley debería articularse para capacitar y formar periodistas, más que para constreñir su ejercicio, teniendo en cuenta que el Estado es quien usualmente se ha caracterizado por estar implicado en homicidios como el de Jaime Garzón, el cual fue declarado crimen de Estado.
Crear un proyecto de ley que financie medios de comunicación totalmente independientes, que puedan acceder a recursos sin necesidad de cohibir su línea editorial por la pauta publicitaria, fortalecer organizaciones de prensa que mejoren las condiciones periodísticas o crear el denominado quinto poder, donde los ciudadanos puedan hacer veeduría a los medios tradicionales, sí sería una decisión histórica.
Por último, la ley expone los motivos por los cuales se debe llevar a cabo este proyecto, aduciendo que los juicios personales del comunicador pueden tener injerencia en la información o que quizás haya información que se dé como verídica sin comprobarse, solo por el hecho de que coincide con lo que él pretende. Este argumento nos remite a la utópica objetividad, esa que no existe porque lo único objetivo es la naturaleza o la muerte, el conocimiento humano surge desde un sentir y luego es procesado por la razón.
El mal andar del cuarto poder (la prensa) debilita la democracia, las talanqueras jurídicas para realizar la profesión aumentan la brecha para ejercerla y como diría Pierre Bourdieu: “la opinión pública la hacen los medios de comunicación”, así sean historiadores, cineastas, filósofos, politólogos o sociólogos. Si los medios de por sí ya tienen conflictos de intereses, filtros al dar la información y suelen obedecer a monopolios económicos y políticos, este sería otro retroceso.
Porque, en últimas, con estas dos reflexiones tenemos claro lo que representa la prensa para la democracia:
“Sé que mi retiro no influirá en sus principios cardinales; que siempre luchará por el progreso y la reforma, que nunca tolerará la injusticia o la corrupción, que siempre combatirá a los demagogos de todos los partidos, que nunca pertenecerá a ningún partido, que siempre se opondrá a las clases privilegiadas y a los saqueadores públicos, que nunca le faltará simpatía por el pobre, que siempre seguirá dedicado al bien público; nunca deberá limitarse a publicar noticias; siempre será radicalmente independiente; nunca temerá el ataque al mal, sea por la plutocracia voraz o la pobreza voraz”, con esta declaración Joseph Pulitzer entendió que el periodismo fue su lugar en el mundo desde donde pudo construir una prensa como un instrumento de bien público, tal como se ve en la última página del libro Joseph Pulitzer, precursor de primera plana.
“Los medios alternativos casi siempre parten de una comprensión crítica de la realidad y pretenden ser canales de aspiraciones y demandas de grupos sociales que no encuentran eco de sus reivindicaciones en los medios comerciales. Cicilia Peruzzo sitúa la comunicación alternativa como canal de divulgación de las luchas por mejores condiciones de vida y un instrumento político de las clases subalternas para hacer valer su concepción de mundo, su compromiso con la construcción de una sociedad igualitaria y socialmente justa” conclusión tomada del texto Medios, poder y contrapoder de Denis Moraes, Ignacio Ramonet y Pascual Serrano.