El pasado 20 de julio del presente año se posesionaron los nuevos parlamentarios quienes dirigirán el futuro legislativo de Colombia durante los próximos cuatro años. Congreso que concentra poder y liderazgo en favor del gobierno entrante y que se alinea al menos de manera inicial en las apuestas y reformas que Gustavo Petro quiere impulsar en su mandato, especialmente en temas de medioambiente, transición energética y construcción de paz. En este último tópico, será clave el papel del legislativo para avanzar en la implementación del acuerdo de paz. Sin embargo, es pertinente analizar los siguientes escenarios con el que cuenta el ejecutivo:
- La luna de miel de Gustavo Petro con el Legislativo
Los escaños del Congreso evidencian un liderazgo fuerte del Pacto Histórico en el Senado con 20 curules, seguido del Partido Conservador con 15 curules y el Partido Liberal con 14 curules. Así mismo, en la Cámara de Representantes la dinámica fue similar, el Partido Liberal se llevó 26 curules, seguido del Pacto Histórico con 24 curules y el Partido Conservador con 21 curules. En total, el Pacto Histórico tendría 44 escaños en el legislativo, el cual representa el 15% del pleno del Congreso, pero con alta representatividad en ambas cámaras.
Sumado a lo anterior, el Pacto Histórico logró para este primer año legislativo la presidencia de las comisiones constitucionales II (Relaciones Internacionales), III (Hacienda y Crédito Público) y IV (Presupuesto Nacional), y la vicepresidencia de las comisiones I (Asuntos Constitucionales), V (Medio Ambiente) y VI (Transporte y Comunicaciones). La incidencia y el control político en esta rama del poder público es favorable por parte de la izquierda colombiana.
En este escenario, Gustavo Petro estaría en un feliz matrimonio con el Congreso, en tanto, que la bancada de gobierno es mayoría en el senado, sus alianzas con los liberales y conservadores y con los de la U le permite reafirmar su poder político al tener 101 congresistas de ambas cámaras y de los tres partidos fuera de su bancada a favor de su proyecto político. Además, el zar de la Política Roy Barreras como presidente del Senado le plantea un escenario favorable al gobierno Petro, por la capacidad de Barreras de moverse en aguas turbulentas de los egos políticos y de poder facilitar el consenso entre los partidos para robustecer las mayorías en el Congreso y así impulsar mayor liderazgo desde la Casa de Nariño. Si bien, hay partidos que no tienen una postura oficial (gobierno o en oposición), podría decirse hasta el momento que la única oposición de gobierno es la del Centro Democrático con 29 congresistas de cámara y senado, lo que representa menos del 9% del pleno legislativo.
Con las cartas a favor y el viento en popa, Petro podrá impulsar el paquete de reformas que tiene pensado en este primer año de gobierno, entre las que se encuentra: a) Creación del Ministerio de Paz y Seguridad, b) reforma política anticorrupción, c) ajustes normativos para garantizar la paz plena, d) reforma rural, y e) reforma tributaria. Ahora con el congreso en el bolsillo, y sus buenas intenciones, le queda como reto seguir manteniendo el bloque de alianzas políticas, consensuar los intereses de los partidos permanentemente y mantener el castillo de naipes que ha consolidado hasta el momento para que esa unión no llegue a un pronto divorcio en el corto tiempo, si no logra cumplir lo prometido.
- De acuerdo con la paz, pero sin una agenda de paz
Dentro del paquete de reformas que quiere impulsar el gobierno entrante, se encuentra la garantía de paz plena. Empero, es interesante ver cómo la mayoría del Congreso tiene una posición favorable al proceso de paz, pero no consolida una agenda de trabajo clara para la implementación de la paz. Es decir, existe una ambivalencia entre lo que se piensa y lo que se quiere hacer en esta materia.
Figura No 1: Posición del Senado y Cámara sobre el acuerdo de paz
Fuente: Datos construidos con notas de prensa, perfiles de congresistas y revisión de fuentes primarias.
El nuevo Congreso resalta varias particularidades: El senado y la Cámara cuentan con 142 congresistas a favor del acuerdo de paz y 40 en oposición, lo cual vislumbra buenas intenciones del legislativo de avanzar en esa línea, mas aun cuando es un interés del nuevo gobierno (Ver Figura No 1). La favorabilidad mas clara la tiene el Pacto Histórico con 48 escaños y la oposición con mayor fuerza es la del Centro Democrático con 29 curules, lo que llevaría a un tira y afloje de dos corrientes contrarias y la lucha política por conseguir adeptos de otros partidos, especialmente por parte del Centro Democrático para avanzar o retroceder en la paz.
Por otra parte, es sorprendente ver que 114 congresistas, lo que representa el 36,9% del Congreso aproximadamente, no cuentan con una postura clara sobre el proceso de paz, ejemplo de ello, son los representantes del partido Conservador que entre Senado y Cámara suman 7 congresistas a favor, 1 en oposición y 32 que no tienen posición al respecto. Esto es preocupante si se tiene en cuenta que son mayoría aquellos que no manifiestan una posición clara en este proceso en comparación a la oposición del acuerdo, que equivale a un promedio del 15% del congreso. Lo cual, evidencia un legislativo, que, por un lado, tiene buenas intenciones, y por el otro, no hay una ruta definida ni acciones concretas sobre como avanzar en los proyectos y programas que necesita la implementación del acuerdo de paz. En pocas palabras, las mayorías del Congreso se distribuyen entre quienes favorecen el acuerdo y la expansión del “fajardismo” con la tibieza de otros. No hay consenso ni unidad de criterio.
Los temas que plantea los congresistas no necesariamente están ligados al proceso de paz. El desarrollo tecnológico, infraestructura, diversidad, familia, juventud, deporte, tributación, adulto mayor, alternativas de empleo, reforma a la justicia, niñez, protección hídrica, justicia social, entre otros, son algunos de los tópicos que tienen los nuevos representantes. La cuestión, es que ninguno de ellos o al menos no de forma explícita señala cuáles serán las reformas exactas y proyectos de ley contundentes con que se avanzara en la implementación del acuerdo de paz en este cuatrienio, ni la manera en como el legislativo aportara a la construcción de paz en los territorios y con diversos sectores sociales.
Así las cosas, quedan varios retos: 1) El ejecutivo deberá impulsar la reforma rural con el Congreso como una de sus banderas en favor de la paz, especialmente en el cumplimiento del acuerdo para fortalecer su credibilidad, 2) El Congreso deberá establecer una agenda especial con iniciativas claras y liderazgos solidos en clave de la implementación del acuerdo de paz, y lograr consenso en este tema, que va más allá del programa legislativo de cada uno, 3) las curules de paz serán fundamentales en este ejercicio, los 16 nuevos escaños aportaran significativamente a esta agenda de paz, pero garantizado su autonomía y la no cooptación de las partidos político tradicionales, de lo contrario la paz se volverá politiquería en favor de los bolsillos de unos pocos, y 4) las iniciativas deberán construirse con los territorios y la voces de todos los sectores como un ejercicio democrático en el marco de las “ciudadanías libres”
- El cambio de Colombia en medio del continuismo
Ahora bien, Colombia tiene altas expectativas de su nuevo gobierno, el cual ha garantizado el cambio y la transformación social. La nueva Colombia está por renacer y en este sentido cabe preguntarse: ¿El cambio empezó por el nuevo Congreso?
Figura No 2: Estado de las curules del congreso actual
Fuente: Datos construidos con notas de prensa, perfiles de congresistas y revisión de fuentes primarias.
Lo que se puede señalar es que el continuismo político prevalece en el Senado con el 66% que equivale a 71 congresistas repitiendo curul, y con mayor ahincO en los partidos Conservador (10 curules), Liberal (11 Curules) y Cambio Radical (11 Curules) que son los que concentran este posicionamiento en el legislativo, evidenciando que al menos en esta cámara la política tradicional prevalece como ha sido históricamente (Ver Figura No2). Lo anterior, implica que esas mayorías que quiere lograr el gobierno puede estar asociado a favorecer maquinarias a través de la mermelada y las cuotas burocráticas. Al menos los cambios que necesita el país no se ven tan claros con la cultura política que lidera actualmente y que el Pacto Histórico necesita tener de aliados para avanzar en su proyecto de gobierno.
Frente a la Cámara de representantes, la situación difiere del Senado, pues el 72% de la Cámara es totalmente nueva, lo cual favorece un ejercicio mas democrático, innovador y de representatividad, y donde puede plantearse otra forma de gobernabilidad con los territorios y con un tinte menos tradicional y oportunista que es lo que caracteriza la política colombiana. Sin embargo, no se puede desestimar algunos retos al interior de la Camara dentro los que están: a) La interferencia de partidos políticos tradicionales con las nuevas curules de paz, curules que han sido polémicas en su elección porque limitan su autonomía, así como una verdadera representatividad de las víctimas, b) la presencia en el congreso de Jorge Rodrigo Tovar hijo del exparamilitar Jorge 40, y lo que implica para el proceso de paz un personaje de este talante, en razón de la relación con su padre y su condición de víctima del conflicto, y 3) la cuestionada curul de Miguel Polo Polo representante de los afrocolombianos del Consejo Comunitario de Comunidades Negras Fernando Ríos Hidalgo, ya que para los afro este congresista no los representa y, por sus apuestas legislativas de impulsar el retiro de la financiación de la educación pública a estudiantes que estén involucrados en actos vandálicos.
En síntesis, el continuismo político-tradicional sigue presente al menos en el Senado, la Cámara de representantes puede jugar un rol mas activo con los nuevos liderazgos, especialmente con las Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz y afrontar los retos existentes internamente y con las reformas que necesita el país, y el presidente tendrá el desafío de darle “contentillo” a los partidos garantizando su discurso de transformación y renovación pero alimentando las maquinarias del congreso, una fibra delgada para caer en la incoherencia y pérdida de credibilidad del Jefe de Estado si no logra sopesar esas dos aristas en sus cuatro años de gobierno.
Finalmente, estamos en una nueva ola de la izquierda en Latinoamérica y Colombia hace parte de ese viraje. El tinte del nuevo gobierno va estar orientando en buscar consensos con el centro político y con una derecha que en algún momento volverá, no desescatimará el diálogo social como oportunidad de integrar y construir el gran pacto histórico y posicionará nuevas agendas asociadas a la energía y cambio climático como modelo de desarrollo y de construcción de paz.
Gustavo Petro tendrá la tarea de hacer las cosas bien, con poco margen de error y con capacidad de demostrar que su plan de gobierno es viable en medio de tanta corrupción y política tradicional, así como de ganar legitimidad con los sectores sociales y de unir a los 10.580.399 colombianos que en oposición no votaron por él, de lo contrario se volverá lo que para algunos es crónica de una muerte anunciada, y la desesperanza de un país que vive todavía en los cien años de soledad.