Hasta principios del Siglo XXI en San Estanislao no pasaba nada. Era otro pueblo más del Sur de Bolívar en donde todo llegaba tarde, desde las noticias hasta el cansancio. Carlos Gabriel Garcia Herrera no sabía lo que era el sufrimiento hasta que llegaron los paramilitares y arrasaron con todo. A él, como a cientos de sus paisanos, no les tocó otra opción mas que la de envolver lo que tenían e irse de ahí.
Llegó a un cuarto al sur de Bogotá a aguantar frío, a estrenar la fe. Descubrió, como tantos otros escritores, que la literatura era el mejor antídoto para la tristeza, para la desesperanza. Se vinculó a Transmilenio y, cuando ya tenía wasap, empezó a lanzar sus poemas, sus cuentos, sus historias sobre lo difícil que era abrir los sueños que tenía en su pueblo en la terrible Bogotá. Hace cuatro años sus amigos le dijeron que no perdiera más el tiempo, que convirtiera sus historias en un gran libro. Y lo lanzó a un concurso y ganó. El premio es ver convertido en libro sus angustias. Tiene crónicas sobre la gente armada que mató a los que más quería. Eran los Héroes del Canal del Dique, el tremendo grupo paramilitar que arrasó con todo lo que se le cruzaba por delante.
Muchos años después de lo que pasó, de formar su casa en Lomas en Rafael Uribe, Bogotá, regresó al pueblo y volvió a ver que los paramilitares seguían ahí. Por eso es que ha decidido no decirle a nadie quienes fueron sus verdugos.
Como tantos otros escritores tiene oficios que en teoría no tienen nada que ver con la literatura pero, al manejar un SITP, se desestresa y ve de frente su materia prima, el espíritu humano que palpita en una ciudad tan salvaje como Bogotá.
En este video descubrimos, en un chofer de bus, a un escritor de espíritu valiente y duro.