El Conde (2023), de Pablo Larraín. El vampiro Pinochet en clave de sátira, humor e ironía

El Conde (2023), de Pablo Larraín. El vampiro Pinochet en clave de sátira, humor e ironía

El filme es imperdible por su inteligencia para mostrar, a través del humor y la ironía, los horrores de la dictadura de Pinochet

Por: Luis Carlos Muñoz Sarmiento
octubre 03, 2023
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El Conde (2023), de Pablo Larraín. El vampiro Pinochet en clave de sátira, humor e ironía

El sábado 16 sept. 2023, vi en estreno El Conde (2023), de Pablo Larraín, filme imperdible por su inteligencia para mostrar, a través de esas tres armas que tanto indignan al Poder como son humor, sátira e ironía, los horrores de la dictadura de Pinochet, que sólo el Sistema, los políticos corruptos (esa especie de oxímoron) y los malnacidos, no cuestionaron desde su propia naturaleza criminal, sino avalaron desde lo económico, por ser la supuesta tabla de salvación para Chile, fuera de la tabla de ley y orden que daban Iglesia y militares al pueblo. Porque, sí, hoy, el dinero, las cosas y el hiperconsumismo están por encima de las personas, por más que uno practique lo contrario, lo defienda y lo difunda. La que, más allá, fue una lección para el resto del mundo: su acuñador fue Kissinger, esbirro mafioso y anticomunista gratuito que no sólo causó la caída de Allende, junto a la ITT y Pepsi, sino que propagó la Operación Cóndor por toda América Latina, a partir de la anticomunista Gladio europea. (1)

Larraín hace de El Conde lo que es: un vampiro, de 250 años, como para que se sienta el rigor al filo del tiempo en manos de un corrompido. El chupasangre de los jóvenes, parásito de unas cuantas generaciones, en fin, genocida del pueblo. Todo ello, con la mediación hipócrita de EE.UU que sólo ahora comienza a divulgarse, con motivo de los 50 años del asesinato de Allende, pero jamás suicidio, a manos de dos oficiales del ejército chileno en la toma de La Moneda. Como dice Gloria Gaitán la hija del caudillo (2), otra víctima de los gringos, pero cuya muerte fue achacada a Fidel Castro, aprovechándose de su estadía en Bogotá, el 9.abr.48, para la IX Conf. Panamericana; y también cree Carlos F. Álvarez en su libro A Gaitán también lo chuzaron porque Juan Roa S. no actuó solo sino con Evaristo H. Sarmiento A. Lo que puede inferirse del relato de John Meckpless S., agente de la CIA, quien le dijo al Procurador de la época, Ricardo Jordán J., que su misión era “eliminar a Gaitán”…

Por testigos del 9/abr se sabe, con Roa iba un segundo hombre, según el recepcionista del edificio Agustín Nieto, una de las últimas personas que vio a Gaitán caminar vivo. Carlos F. Álvarez lo cuenta así en su libro A Gaitán también lo chuzaron (2018): “Resulta que este hombre se identificó como Evaristo Helí Sarmiento Arenas y confesó ser el compañero de Roa”. (3) Y suelta algo que hace no solo ir al pasado sino volver al futuro, al 22/nov/1963 en que, se dice, Lee H. Oswald mató a JFK y luego (esto ya no se dice, se sabe) apareció Jack Ruby y lo mató frente a la policía: “El segundo hombre fue identificado como Marco Tulio Hernández, alias el Pájaro, quien mató a Evaristo dentro de la cárcel porque ‘sabía demasiado’.” Lo que Hitchcock por una/otra vía nada perversa. Las virtudes del filme de Larraín son, entre otras, desde la forma y el contenido: la voz en off de esa otra vampira conocida como la Dama de Hierro, Margaret Thatcher, madre fictiva/diegética de Pinochet.

También, el b/n, en tono sepia; las locaciones, con su nada envidiable aroma de mortandad; la formidable monjita francesa que va a seducir al vampiro y a ayudarle a morir y luego ejecuta una danza aérea en modo liberación, a la vez modo de vengar al tirano; el casting, con Lucía Hiriart, esposa del sátrapa que completa su trío con el zarista Forydor, y aquellos cinco hijos que ante la demora en morir del canalla, entran en una reyerta interna para repartirse bienes mal habidos, fortunas imposibles de abarcar, propiedades regadas por el mundo, dineros sin fin dejados en paraísos fiscales del Caribe, EE.UU, Europa. Para terminar, no puede ocultarse la eficacia de la metáfora vampiresca, lo fantástico aplicado a lo real que termina por volverse más real que toda situación o hecho concretos, los golpes que sacuden, el uso reiterado de esa licuadora que no para de batir corazones frescos, para aumentar la longevidad de las bestias que los consumen como sabrosos jugos de mora, fresa o cereza…

Y cuya acción transcurre en unos tétricos espacios, donde parece no haber ocurrido nada, salvo por la eficacia con que Larraín recupera la Historia que al ser dicha hace reales cosas, sucesos, situaciones. En suma, el genocidio que ocurrió y que, hoy, sólo los medios prepagos, las transnacionales cohonestadoras del delito, los políticos inmersos en la corrupción generalizada y los imbéciles al servi(l)cio del negacionismo, pretenden aún hacer creer a las masas que Pinochet fue apenas un vampiro de ficción, producto de la sátira, el humor y la ironía de un loquito chileno. Pero, es eso lo que hace aún más palpable su miserable realidad, la de uno de los tantos dictadores patrocinados por el Imperio desde hace dos siglos, al menos, cuando en 1823 vino la Doctrina Monroe (4), que proclamó la torcida idea de ‘América [EE.UU] para los americanos’; luego sobrevino el mazazo definitivo del Destino Manifiesto de 1845, cuando los yanquis impusieron el matiz rudo/siniestro e intimidatorio de la religión.

La que ya no es opio sino cocaína del pueblo, para proclamar por vía de John O’Sullivan (5): “El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno”. El vampiro, nacido en Francia en épocas del guillotinazo a María Antonieta, llamado Claude Pinoche, sería al filo del tiempo la rata Augusto Pinochet, el mismo que, en medio de sátira e ironía y humor renegro, tanto se emputa porque le digan ladrón y no asesino, o sea, subestimen al que, mucho más allá, fue un ‘pilho da puta’ genocida. Desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, por vía del Cine-Club Al Filo del Tiempo, y de mis queridos amigos más que alumnos, María del Rosario, Luz Marina, María Aída, Luz Ángela, Beatriz, Gonzalo, además de nuestro hijo Santiago, productor y curador de varios de los ciclos realizados, así como de su novia Carito, agradezco y felicito al gran Pablo Larraín.

Lo felicito y le agradezco por darle forma, forma estética y justo contenido a un asunto habitado por oscuridad, perversión, asesinato, hasta llegar al insoportable e intolerablemente intolerable lodazal del genocidio. El mismo genocidio que otro vampiro del Trópico, que no se cita por innecesario e Innombrable, impuso durante otros tantos 20 años en Colombia para convertirla en la Fosa Común que hasta la llegada de Gustavo Petro fue, y que ahora empieza a ofrecer visos de cambio. Cambio al que se opone toda la godarria, la corruptela y el seudo empresariado detrás del atropello paramilitar travestido de democrático, que ojalá se transforme en una realidad tangible: la que por el camino de lo fantástico nos ofrece El Conde, de Larraín, quien ya con El Club, sobre desafueros, excesos y pedofilia de la Iglesia católica en Chile, dio muestras de su innegable/inocultable talento: ahora expresado en clave de sátira e ironía, sin ocasión de duda, reparo o estigma, gracias a su humor e inteligencia…

En cuanto a la mayor virtud de El Conde, su guion, hay que referir no sólo la calidad del argumento y su desarrollo, sino la imaginación puesta al servicio de los personajes, el grado de complejidad en la recreación de lo que ha ocurrido en Chile y el mundo el último medio siglo y en el tratamiento de personajes: los que se debaten entre la insignificancia y la codicia, caso de los hijos de Pinochet; la furia contenida y el desborde pasional a causa del amor, caso de Lucía Hiriart; el arribismo y la (falsa) obediencia, caso de Forydor; el afán de figurar o de ser reconocida, el furor uterino por vía de la histeria, la contradicción entre lograr un fin y la sumisión a cumplir un plan, caso de sor Alberta; en fin, el fingido saber, la sociopatía, la conducta criminal, caso del bellaco que deviene elegido del dios ee.uu que genera golpes de Estado a granel. (6) Larraín: “Llevo años imaginando a Pinochet como un vampiro, como un ser que no para de circular por la historia, por nuestro imaginario y por nuestras pesadillas”.

Sobre la forma como lo retratan Larraín y Calderón, en tanto “los vampiros no mueren ni desaparecen, como tampoco lo hacen los crímenes ni los robos de un dictador que no conoció la justicia” (7) (como ha pasado en Colombia con El humanoide) (8), a través del guion y en imágenes, cuando ya el guion es ‘cadáver exquisito’, quizás sólo sea necesario decir que su figura menuda, mediocre, sumida en la alienación, no se correspondería con esa otra figura pública (e impúdica), cuyos excesos y desafueros dan la impresión de no tener techo, techo al menos mensurable en cuanto a delitos y crímenes cometidos a lo largo de la Historia y en los límites del tiempo y del espacio. Conducta que rebasa todo presupuesto que tenga que ver con ética, sensatez e inteligencia. Prueba de su falta de inteligencia es su carencia absoluta de humor, como lo expresa alguien en el filme. El conde es un vampiro que deviene genocida, uno de los tantos que ha habido a lo largo de la histeria del mundo cada vez más corrompido.

Uno cada vez más descompuesto/degradado, como la linfa de aquellos vejetes cuya etimología, que proviene del latín ‘suave’ dado que tenía esa textura al tocarla, es lo opuesto de lo que busca el vampiro al consumirla: que lo rejuvenezca. Muy al contrario, lo lleva a desear su muerte y, en tal sentido, qué mejor victimario, o victimaria, que una mujer y mejor monja, como la fresca por joven Alberta. Ahora bien, si el vampiro Pinochet busca su propia muerte, como se infiere del filme, al mismo tiempo dilata su permanencia en la Tierra merced a su vínculo con el robo, el crimen, el asesinato hasta rebasar todo límite frente al genocidio, terreno en el que sólo Hitler, Stalin, Atatürk, en el orbe, y Uribe, en Colombia, están a la par: Gonzalo Guillén, habla de al menos diez mil asesinados por orden directa suya. (9) Así, para terminar, el vampiro transandino/transilvánico sólo a los 250 años de andar cometiendo crímenes decide morir, pero no muere para que la herencia no llegue a su podrida parentela. 

Notas, enlaces y bibliografía:

(1) STONOR SAUNDERS, Frances. La CIA y la Guerra Fría Cultural. PDF, 1.649 pp.

https://icvlloreteuia.files.wordpress.com/2017/09/la-cia-y-la-guerra-fria-cultural-1.pdf

(2) https://www.youtube.com/watch?v=2PUWXSX_ePo&t=99s

(3) ÁLVAREZ, Carlos F. A Gaitán también lo chuzaron. Editorial Ibáñez, Bogotá, 314 pp.

(4) En síntesis, la Doctrina Monroe aseguraba que EE.UU actuaría en contra de cualquier intervención extracontinental, en esencia europea: esa intervención se la reservó contra todos los demás pueblos.

(5)file:///C:/Users/Santiago/Downloads/Dialnet-LaDoctrinaMonroeElDestinoManifiestoYLaExpansionDeE-6144217.pdf

(6) https://actualidad.rt.com/actualidad/306266-historico-golpes-estado-eeuu-america-latina

(7) https://indiehoy.com/cine/el-conde-critica-satira-pablo-larrain-netflix/

(8) https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/el-humanoide-cuentos-de-sabado-en-la-tarde-article-905929/

(9) https://www.youtube.com/watch?v=2dMcIVnBJMw

FICHA TÉCNICA: Título original: El Conde. País: Chile. Año: 2023. Gén.: Fantástico / Terror / Comedia Negra / Historia / Thriller psicológico. For.: 35 mm; color, 110 min. Dir.: Pablo Larraín. Guion: Pablo Larraín / Guillermo Calderón. Fot.: Edward Lachman. Mon.: Sofía Subercaseaux. Intérpretes: Augusto Pinochet Ugarte (Jaime Vadell); Lucía Hiriart (Gloria Münchmeyer); Forydor Krassnoff (Alfredo Castro); Carmen (Paula Luchsinger); Margaret Thatcher (Stella Gonet); Luciana Pinochet (Catalina Guerra); Mercedes Pinochet (Amparo Noguera); Jacinta Pinochet (Antonia Zegers); Aníbal Pinochet (Marcial Tagle); Manuel Pinochet (Diego Muñoz); Claude Pinoche (Clemente Rodríguez); sor Alberta (Rosario Zamora); Strigoi (Marcelo Alonzo). Prod.: Fábula. Dist.: Netflix. Estreno: Venecia, 30 agosto 2023; Netflix, 15 septiembre 2023. Premios: Mejor Guion a Pablo Larraín y Guillermo Calderón, en la 80ª edición Festival Internacional de Cine de Venecia, 2023.

* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine, de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín Cultural de EE, 5.jun. 2012; columnista, 23.mar.2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre MZO y su novela Changó, el gran putas, fue lanzado por UFES, el 20.feb.21. Invitado por Pijao Editores al Encuentro Nacional de Literatura Colombiana vista desde las Regiones (Ibagué, 1º a 4 nov.23) Invitado por UFES al Congreso Literatura, Soberanía Nacional y Multipolaridad (ago-nov.23). Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en Rebelión, Magazín EE, Las2Orillas. E-mail: [email protected]        

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