“Europa se alejó de Dios y ha caído en las garras del homosexualismo, el materialismo y el terrorismo”.
La frase, pronunciada por el concejal de Bogotá Marco Fidel Ramírez para referirse a los recientes atentados terroristas en Bélgica, me tiene horrorizado y al borde de la depresión.
No me aterra la estupidez del planteamiento ni la insolvencia mental que puede inferirse de quien pronuncia algo así: nuestra historia está repleta de planteamientos estúpidos presentados por insolventes mentales.
No me aterra la asociación infantil que el concejal plantea entre terrorismo, materialismo, homosexualismo (¡!) y lejanía de dios: los fanáticos religiosos, entre los que brilla con honores el señor Ramírez, construyen sus razonamientos (¿razonamientos?) a partir de asociaciones infantiles, glorificación de los prejuicios y apología de la culpa.
Es una verdad de Perogrullo que tanto las posturas liberales como las conservadoras pueden defenderse desde la argumentación y que en ambas defensas, si se acude al prejuicio antes que al argumento, se puede cruzar la línea de la imbecilidad.
Proponer la virginidad hasta el matrimonio es por completo legítimo.
Cada quien es dueño de decidir cómo administra sus genitales.
Pero afirmar que “el sexo prematrimonial es fornicación y desgracia fatal”,
es cruzar la línea de la imbecilidad
Proponer la virginidad hasta el matrimonio es por completo legítimo. Cada quien es dueño de decidir cómo administra sus genitales. Pero afirmar que “el sexo prematrimonial es fornicación y desgracia fatal”, como lo hace el concejal Ramírez, es cruzar esa línea.
Plantear un desacuerdo con la adopción por parte de parejas del mismo sexo es no solo aceptable, sino fértil para la discusión. Escribir, como lo hace el personaje en mención, que la publicidad en favor de la diversidad sexual se hace “para que niños sean gais y niñas lesbianas”, o que “los jóvenes inteligentes con el poder de Dios, pueden huir del homosexualismo”, es cruzar esa línea.
Hay que decir también que algunos planteamientos, como por ejemplo aquellos de rechazo a las campañas de repartición de preservativos, que el concejal Ramírez acusa de “motivar la degradación de niños y jóvenes”, no cruzan la línea entre la sensatez y la estupidez, sino que están de plano en el lado estúpido de la línea. Y en este grupo, el de los planteamientos definitivamente necios, el de las postura radicalmente cretinas, los aportes del concejal Marco Fidel son invaluables: “La fiesta diabólica de Halloween debe prohibirse en Bogotá porque induce a los niños y a los jóvenes al satanismo y la brujería.” o “(...) el evento de Rock al Parque, incentiva en los jóvenes violencia, vicio, inmoralidad y mediocridad.” o, por último y para no extendernos en necedades, “Sencillamente asqueroso en nuevo video de Shakira y Rihanna descarada apología al lesbianismo(...)”.
No me aterra, decía, la majadería del concejal ni la insensatez de sus planteamientos. En el exitoso experimento católico-laureanista que es nuestro país, no es extraño que surjan personajes como Marco Fidel Ramírez, Miguel Ángel Builes o Jaime Restrepo, El Patriota.
Lo que me espanta, lo que me quita el sueño, es que 13.888 personas emitieron su voto para que un papanatas como Ramírez pudiera tener voz en el Concejo de la capital. Y eso, francamente, hace que me pregunte por la viabilidad de este sainete de nación que llamamos Colombia.